¡Qué delicados!

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, decidió que mañana dejen sus cargos la presidenta de Petrobras, Graça Foster, y los cinco directores generales, a fin de iniciar una limpia total de la empresa paraestatal, considerada la mayor empresa pública de América Latina, con 85,000 empleados y una producción de 2,54 millones de barriles de petróleo al día en sus 134 plataformas, de las cuales 77 son fijas, 57 son flotantes.

Este es el primer resultado firme de la Operación Lava Jato, en la que se investiga una mafia creada hace más de 10 años, que operó sobornos millonarios de empresarios a funcionarios. Se estima que 23 mil millones de dólares fueron a parar a los bolsillos de los altos mandos y, en parte, a los partidos políticos que los sustentan. Un círculo opaco y muy cerrado que retroalimentaba la ganancia de unos pocos en un mar de corrupción.

Necesario es señalar que ni Foster ni sus cinco directores generales están involucrados en los casos investigados; pero, su salida de la empresa, se considera necesaria, según manifestó la presidenta Rousseff luego de anunciar su decisión, cuya finalidad busca enderezar el rumbo de Petrobras, en la que se refina el 98% de la gasolina que consume Brasil, comercia con más de 20,000 empresas y ocupa un décimo de las inversiones.

Este difícil paso del gobierno brasileño se da luego de la que presidenta del corporativo reveló que en Petrobras existe un agujero contable de 32.466,72 millones de dólares excavado a base de sobrefacturaciones, inversiones defectuosas, proyectos errados y casos de corrupción, además de otros elementos como la bajada del precio del petróleo.

Según el informe de resultados publicado el miércoles pasado, la empresa paraestatal aún gana dinero, aunque los beneficios del tercer trimestre de 2014 cayeron un 9,07% sobre el mismo período de 2013. Hasta ahora, Petrobras perdió un 70% de su valor en comparación a su cotización bursátil del 2010, pasando de 143.035,20 millones de dólares a 42.002,40 millones; pero aún es una empresa altamente rentable, aunque los beneficios del tercer trimestre de 2014 cayeron un 9,07% sobre el mismo lapso de 2013.

Estas medidas adoptadas por la presidenta de Brasil contrastan grandemente con lo que ocurre en tierras mexicanas, donde los escándalos de corrupción son el pan de cada día y ni quien se dé por enterado. Nunca pasa nada aunque el director general de la ahora empresa productiva del Estado, Emilio Lozoya, dijo que su administración no toleraría estas prácticas; difícil entender que alguien se resista a tolerar aquello cuya existencia niega.

Los escándalos de corrupción en Petróleos Mexicanos son de verdadera antología. Entre los más sonados está el entonces llamado Pemexgate, en el cual, la Dirección General de Pemex dio al Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana mil 500 millones de pesos para la campaña de Francisco Labastida, candidato presidencial del PRI en 2000. El 24 de octubre de 2003, el juzgado 13 de Procesos Penales dictó formal prisión a Romero Deschamps por peculado electoral, al estimar que la imputación de la PGR reunía los indicios suficientes para entablar juicio en su contra; sin embargo, ni éste ni ninguno de los implicados en el affaire fueron a la cárcel y siguen tan campantes.

Según el periódico estadounidense The New York Times, citando a empleados y directivos de Pemex, la corrupción representa un costo de al menos 1,000 millones de dólares al año a la empresa. Además, Pemex podría haber perdido al año unos 3,500 millones de dólares en impuestos. La falta de inversión y la tremenda exigencia de impuestos por parte del Estado, son las causas que justifican la crítica situación por la que pasa la petrolera estatal. De hecho, Pemex tiene muchísimo más pérdidas que las que oficialmente se reconocen; está convertida en un nido de delincuencia organizada, por ello sería bueno, como en Brasil, donde son tan delicados, fuerte sacudida al árbol.