¡No pasarán!
El 19 de julio de 1936, un día después de que el general Francisco Franco emitiera un comunicado desde las Islas Canarias a España, en el que ponía de manifiesto su intención de sublevarse con buena parte del ejército para poner fin a la República, la Pasionaria puso de manifiesto su preocupación por salvar y defender las políticas sociales frente a la proliferación del fascismo en España y pronunció uno de los discursos más importantes de la primera mitad del siglo XX.
A la abdicación de Alfonso XIII, fue proclamado el régimen republicano en España. Durante esta etapa se consiguió avanzar en el desarrollo del país gracias a la implantación de reformas sociales que favorecieron las condiciones laborales de los trabajadores; hubo importantes logros en la educación y la salud populares, con especial énfasis en la educación de las niñas y jovencitas. La arenga de Dolores Ibárruri por mantener esas conquistas amenazadas por el dictador fue certera.
"¡Obreros! ¡Campesinos! ¡Antifascistas! ¡Españoles patriotas!... Frente a la sublevación militar fascista ¡todos en pie, a defender la República, a defender las libertades populares y las conquistas democráticas del pueblo!..."; sin embargo, no fue suficiente. Franco había estado preparando el golpe con el apoyo de los jefes militares españoles en las colonias de África, movido por el ansia de poder y financiados por los grupos económicamente poderosos reacios a la libertad y la justicia social.
La sublevación militar en contra del Gobierno de la República, liderada por el general Franco, tuvo el apoyo de otros autócratas. Madrid se convirtió en el núcleo de la resistencia ante el más que posible triunfo de la facción franquista. Con la Guerra Civil, la geografía española se fraccionó en dos bandos: nacional y republicano. Por un lado unidades del Ejército bien pertrechados y bien estimulados por los banqueros y comerciantes, y, por el otro, los trabajadores resistiendo a pelo.
La oratoria de Dolores era encendida y despertaba el fervor republicano; pero, no bastó.
Durante estos años, la Pasionaria estuvo varias veces en la cárcel, debido a los discursos que pronunciaba. Irene Falcón, periodista y amiga de Dolores Ibárruri, afirmó que el poder de su oratoria era tan grande que todo el mundo enmudecía cuando ella hablaba. En 1933, impulsó la creación de la Asociación de Mujeres Antifascistas, agrupación feminista que fue una de las más importantes de la época. A ella ingresaron mujeres de toda España, simpatizantes de la izquierda.
Después de alertar: "¡Mujeres, heroicas del pueblo! ¡Acordaos del heroísmo de las mujeres asturianas en 1934; luchad también vosotras al lado de los hombres para defender la vida y la libertad de vuestros hijos, que el fascismo amenaza!", y con la derrota de los republicanos en la Guerra Civil, Dolores abandonó España. en 1939. Se fue a Rusia y siguió ligada al comunismo. Ni un instante dudó de su identidad como hija de un obrero minero que apenas ganaba para el sustento.
En España, siguieron retumbando sus palabras: "¡Soldados hijos del pueblo! ¡Manteneos fieles al gobierno de la República, luchad al lado de los trabajadores, al lado de las fuerzas del Frente Popular! (...) ¡Trabajadores de todas las tendencias! El gobierno pone en nuestras manos las armas para que salvemos a España y al pueblo del horror y de la vergüenza que significaría el triunfo de los sangrientos verdugos de octubre! ¡Que nadie vacile, todos dispuestos para la acción! Cada obrero, cada antifascista debe considerarse un soldado en armas".
Tras pasar buena parte de su vida en el exilio, Dolores regresó a España en 1977. Su fama se mantenía incólume porque nunca cejó en su empeño de ver a su patria libre de la opresión fascista, por ello, durante el periodo de la Transición, fue elegida diputada por Asturias y fue nombrada Presidenta de Honor a Perpetuidad del Partido Comunista Español del cual había sido presidenta, pues, como ella misma dijera en su frase, "prefirió morir de pie que vivir de rodillas".
La Pasionaria, convertida en un símbolo de la Segunda República y de la lucha antifascista, murió el 12 de noviembre de 1989, hoy hace 30 años, en Madrid, a los 93 años. Sus restos descansan el Cementerio de La Almudena. Hoy, como cuando pronunció su histórico discurso, las fuerzas oscuras soportadas por las armas nublan el cielo de las naciones que aspiran a la justicia.
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