Editoriales

Los estragos del neoliberalismo

  • Por: FORTINO CISNEROS CALZADA
  • 20 DICIEMBRE 2017
  • COMPARTIR
Los estragos del neoliberalismo

Imagen. Internet.

Afirmar que la pobreza no es culpa de las políticas neoliberales, según lo demostró Fernando Cortés en su ensayo de 2003, "Casi cuarenta años de desigualdad", es una tesis absurda producto de la estrategia mediática de los grandes capitalistas cuyas fortunas se deben a la injusta distribución de la riqueza auspiciada por los gobernantes que han sabido sacar raja ancha de su alianza con la plutocracia, a la que se han incorporado.

El tal Cortez pretende comparar la desigualdad en pleno auge del milagro mexicano con la de los primeros gobiernos neoliberales y no ve elementos para el contraste. No lo ve porque no lo quiere ver y por eso asegura que eso lleva a concluir que la pobreza no es un asunto de variación de políticas públicas. El primer milagro mexicano ocurrió durante el gobierno de Miguel Alemán, quien proyectó el país a nivel internacional y trajo inversión externa.

Pero, ésta fue controlada y sus afectos paliados por el gobierno de Adolfo Ruiz Cortínes, cuando se hicieron cuantiosas inversiones en infraestructura para impulsar el desarrollo interno. Le siguió Adolfo López Mateos, que dio auge a la industria nacional y nacionalizó la industria eléctrica. Nuevamente, México se proyectó al mundo como una nación pujante y progresista. Durante la etapa del desarrollo estabilizador, México creció al siete por ciento con una moderada, casi insignificante inflación y sin devaluación.

Con el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz se hicieron enormes inversiones en la industria petrolera, se construyeron las primeras plataforma marinas y grandes buques cisterna para Petróleos Mexicanos con tecnología autóctona;  se construyeron refinerías y complejos petroquímicos como el de Reynosa; nuevos caminos y carreteras surcaron la geografía nacional llevando bienestar y progreso hasta los más recónditos rincones del país. Los pobres eran cada vez menos y los ricos tenían márgenes razonables de utilidad.

Al final del gobierno de Díaz Ordaz, la plutocracia inició su tarea de zapa. Pretendió desestabilizar al país, sin lograrlo; pero, dejó herido de muerte al sistema político mexicano. Con Luis Echeverría Álvarez se dieron los primeros enfrentamientos que culminaron con la moratoria de pagos de la enorme deuda externa contratada por José López Portillo. Miguel de la Madrid simplemente entregó el poder político al poder económico e inició la venta de las empresas de Estado, esas que permitieron avanzar con éxito en el mundo moderno.

Carlos Salinas de Gortari desmanteló al Estado revolucionario y entregó al país a los intereses de la plutocracia. Desde entonces, México es una inmensa maquiladora y los mexicanos consumidores pasivos que han visto el deterioro paulatino de su nivel de vida. Cuando se habla de los nuevos pobres, quienes todavía tienen asegurada la gorda, se refieren a  otros. No alcanzan a entender que, en algún momento, la potente aspiradora de la plutocracia habrá de arrastrarlos al precipicio de la pobreza y que entonces llorarán por no haber parado a tiempo al monstruo. Los pobres son cada vez más en número y más pobres.

Un país que no produce lo que consume, es un país débil, dependiente de la voluntad de otros. Primero se empezó a importar frijol, luego maíz, ahora todo viene de fuera, inclusive el gas y la gasolina. Si es poco lo que se produce en México, como consecuencia también es escasa la oportunidad de empleo. La apuesta por las maquiladoras es un fracaso absoluto; ya hay países súper poblados donde se trabaja por la comida. A nivel mundial, la mercancía más devaluada es el trabajo; por tanto, el país debe volver a generar empleos decentes, esto es, bien remunerados a efecto de paliar la tendencia demoledora de la creciente pobreza que si es el resultado de las políticas neoliberales.


Continúa leyendo otros autores

DEJA TU COMENTARIO