Editoriales

Las sandalias del pescador

  • Por: FORTINO CISNEROS CALZADA
  • 25 FEBRERO 2015
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Las sandalias del pescador

 

Antes de los ganadores de los premios Oscar en su octogésima séptima entrega, Iñárritu por mejor película, mejor guión cinematográfico y mejor dirección, y Lubezky en fotografía, por segunda ocasión consecutiva, otro mexicano había ganado dos premios: Anthony Quinn, quien, curiosamente, ganó uno por su caracterización de Eufemio Zapata, al lado de Marlon Brando encarnando al Rayo del Sur, y otro como Gauguin. 

Quinn nació en Chihuahua, México, en el año de 1915, precisamente, hace cien años. Su padre era de origen irlandés y su madre mexicana. Desde muy pequeño vivió en varios lugares del estado de California, cuando su madre decidió seguir a su esposo en la Unión Americana. Tuvo que empezar a trabajar pronto, al tiempo que asistía a clase en el colegio Belvedere Junior Hight. La necesidad le llevó a aprender todo tipo de oficios, que desempeñó a lo largo de varios años, hasta encontrar su innata vocación.

Comenzó como ‘extra’ en películas como La vía láctea, de Leo McCarey y Los buitres del presidio, de Louis Friedlander, ambas de 1936; para lograr pequeños papeles en Comenzó en el trópico, 1937, de Mitchell Leisen, Búfalo Bill, 1936, de Cecil B. de Mille; Corsarios de Florida, 1937; Unión Pacífico, 1939, en las que supo demostrar que podía interpretar papeles con más texto. De ahí pa´l real, su carrera fue rumbo al éxito.

En 1947, obtuvo la nacionalidad estadounidense y trabajó en substitución de Marlon Brando en la obra de teatro Un tranvía llamado deseo; de ahí fue llamado para, con el mismo Brando, filmar la película Zapata, de Elia Kazan , lo quo llevó a  obtener su primer Oscar. Incursionó en Italia donde tuvo otro sonado éxito por el complejo papel de Zampanó en La Strada (1954), de Federico Fellini, que alcanzó también un Oscar. De nuevo en Hollywood, hizo el papel de Eugène Henri Paul Gauguin, el amigo de Vicente Van Gogh en la película El loco del pelo rojo (1956), de Vincente Minnelli, que le dio en bandeja su segundo Oscar al Mejor Actor Secundario, al lado de Kirk Douglas.

En la década de los sesentas alcanzó una excelente notoriedad por sus intervenciones en Los cañones del Navarone (1961), de J. Lee Thompson; Barrabás (1961), de Richard Fleischer; Lawrence de Arabia (1962), de David Lean, y, en especial, Zorba el griego (1964), de Michael Cacoyannis, con la que obtuvo una nueva nominación al Oscar. En 1968 filma la sorprendente película Las sandalias del pescador, de Michael Anderson.

En esta, Quinn es el obispo ucraniano Kiril Lakota, condenado a trabajos forzados en una prisión soviética. Al ser liberado es enviado al Vaticano como asesor. Al cabo de un tiempo es nombrado cardenal por el Papa Pío XIII, quien fallece repentinamente. Los cardenales se reúnen en cónclave para elegir a su sucesor. Dos obispos, el cardenal Leone y el cardenal Rinaldi, son los candidatos más posibles. Tras siete vueltas, no se ha conseguido el número de votos necesario, hasta que el cardenal Rinaldi propone al cardenal Kiril Lakota como el nuevo Papa Cirilo I. Esa misma noche el nuevo Papa, con la complicidad de su secretario privado, Gelasio, sale a recorrer Roma de incógnito. 

El día de su coronación, Cirilo I, frente a la multitud reunida en la Plaza de San Pedro, se quita la tiara papal en un gesto de humildad y anuncia al mundo la enajenación de todos los bienes materiales de la Iglesia Católica con el objetivo de paliar la hambruna del pueblo chino. Su decisión es aclamada en todo el mundo. Todo ello ocurre mientras el mundo está al borde de una nueva guerra, por lo que el Papa decide entonces imponer su autoridad espiritual y su jerarquía para tratar de convencer a las potencias por la paz. Los últimos años de Anthony Quinn fueron sombríos, pues aceptó todo tipo de papeles, algunos de los cuales no estaban a la altura de su gran trayectoria. En México hizo unos comerciales para brandy Viejo Vergel. Murió en Boston en 2001. Ahora se han abierto las puertas para los creadores cinematográficos mexicanos; pero Quinn, fue el pionero. 

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