Las mujeres y la libertad
La libertad no es únicamente la ausencia de cadenas, mucho menos la carencia de responsabilidades o la falta de compromiso; por el contrario, es la oportunidad de encontrar el camino que permita cumplir con todo ello y, además, ser útil y productivo y, por lo tanto, feliz. Aseguraba el notable filósofo del existencialismo, Jean Paul Sartré que: "Estamos condenados a ser libres". Luego agregaba que somos libres hasta para elegir no serlo; para entregarnos a los vicios y las pasiones que anulan la libertad.
El tema de actualidad es el feminismo y sus distintas expresiones, que tienen su origen en la liberación femenina proclamada a mediados del siglo pasado en los Estados Unidos. Se ha dicho tanto y son tantos los intereses de grupos y camarillas que se han colgado de las ramas de este frondoso árbol que da para mucho, que cualquier cosa que se diga resulta chocante y hasta antagónica y sirve de pie para enconar posiciones en las que se está llegando a una animadversión que nubla el animo de conciliación.
Por ello, quizá sea pertinente traer a estos días las palabras aladas de la querida maestra Emma Godoy, mujer de altos vuelos que llenó toda una época en la literatura y la radio, uno de cuyos libros, Érase un hombre pentafásico, publicado en 1961, fue reconocido por la Universidad de Virginia, Estados Unidos, como la mejor obra publicada en México desde la Segunda Guerra Mundial, otorgándole el premio Faulkner. En ella habla de la libertad y hace referencia a la especie humana y, claro, a la mujer.
Dice en uno de sus párrafos brillantes que: "Porque la libertad es sólo libertad para elegir un amo. Si elijo la ciencia, ella me impondrá sus principios y sus tareas, su modo de ser; si elijo el matrimonio, el hogar me someterá a cierta conducta, a cierta manera de vivir y de ser. Lo mismo si escojo la forma de vida religiosa o sexual. Lo elegido es determinante". Se refiere, por supuesto, a quien busca y adopta la libertad y la elección.
Luego, agrega que: "La existencia es lo indeterminado. La libertad determina al fijar un objetivo o modo de ser". Alegre, encantadora y jovial como era, después explicaba en sus pláticas en la Normal Superior o en la Nacional de Maestros que era una mujer que había elegido la filosofía y que, por lo tanto, no podía darse el lujo de tener un marido o unos hijos a los cuales atender. Decía que cuando su papá le puso al alcance las obras de Emilio Salgari, quería ser pirata y navegar por los siete mares. Ya después, en la preparatoria supo lo que habría de ser.
En las páginas de su libro asegura que: "(Pero la libertad no es un fin, sino sólo la capacidad de elegir un objeto: Es tontería que pelee una nación por una libertad vacía, una libertad sin objeto. Se quiere ser libre para elegir algo. Ese algo ha de ser de suyo valioso. Se ha de luchar por la libertad religiosa, por la libertad para educar a los hijos, etc. pero no por la libertad a secas)". ¿Quién sabe que hubiera dicho de las mujeres encapuchadas que van por la calle incendiando, destrozando, agrediendo, insultando en aras de la libertad? Quizá preguntaría ¿de qué?
Ella misma expone las opciones: "Amor, dinero, concupiscencia, filosofía, Dios, son las metas de la libertad de Esteban (el personaje central de su obra), Cada uno de estos objetos ofrece maravillas, pero también tiene sus inconvenientes. El pro y el contra dejan a Esteban perplejo, no acaba de decidir con decisión tajante. No se encuentra a sí mismo. Esta es su tragedia. Mientras no se determine será una pasta gelatinosa, sin molde, forma ni figura". Emma murió en 1989; pero, en su obra temprana ya adivinó lo que es el reclamo de libertad sin causa.
Recién fue publicado un artículo de un feminista que tachó a la sociedad mexicana de patriarcado. Sus razones tendrá; pero, toda evidencia demuestra que aún en los momentos estelares del machismo tratado en el cine y la música, se echaba de ver la fuerza del matriarcado. Tanto es así que, en los años heroicos de la Escuela Nacional de Maestros (nido de rojillos recalcitrantes que acendraron en Emma el sentimiento religioso), fue invitado a dar un ciclo de conferencias un afamado antropólogo norteamericano que llamó a sus charlas Mucha madre, porque decía que la sociedad mexicana giraba en torno a la madre, cuyo papel principal se dejaba sentir en todo el país.
Argumentaba, como Paz, que la mentada de madre es la peor ofensa a un mexicano porque tiene a la mujer que le dio la vida en un altar y daría la vida antes que aceptar que es una mujer chingada, esto es, mancillada. Dado que ordinariamente la mujer espera ser madre, en algún momento habría de ocupar ese altar y con él el monumento a la madre y el alto pedestal de creadora, a menos que, como decía Godoy, elija otro rumbo distinto y, entonces, debe asumir las consecuencias. Si quiere ser igual en derechos, que asuma las mismas obligaciones.
Los movimientos por lograr la igualdad de derechos tienen un trazo lineal: primero derechos civiles, luego derechos laborales, más tarde derechos económicos y ahora derecho a decidir sobre sí mismas. Cada conquista mejoró la calidad de vida de las mujeres, hasta fechas recientes en que los movimientos de liberación femenina tuvieron resultados adversos, como la explotación laboral, que las féminas toman como una conquista porque ya no están en la casa; pero, que las ha convertido en víctimas propicias de lo que ahora abominan.
Ciudad del silencio, con Jennifer López lo denunció hace décadas.
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