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Las aduanas juegan contra la seguridad de los mexicanos
El tema aduanero sigue y seguirá siendo el eslabón más débil de gobernabilidad
Las aduanas de nuestro país siguen jugando contra la seguridad del país y de los mexicanos.
La porosidad de éstas es resultado de una debilidad institucional añeja, una debilidad que se traduce en peligro para el personal aduanal; en hechos de corrupción que enriquecen a unos y empobrecen a muchos; en el constante ingreso ilegal de armas, dinero, efectivo, drogas, precursores de drogas, piratería, contrabando y personas indocumentadas (muchas veces víctimas de tráfico o de trata de personas) que permiten la proliferación de delitos y violencia en nuestro país.
El gobierno federal debe reconocer y enfrentar el peligro que significa no tener la rectoría de nuestras fronteras; pese a que desde el inicio de la administración se ha hablado de investigaciones y despidos masivos en dicha dependencia, lo cierto es que de poco ha servido, las aduanas siguen estando controladas por los delincuentes y, más allá de los despidos, no hay evidencia de personas sentenciadas por corrupción.
El tema aduanero sigue y seguirá siendo el eslabón más débil de gobernabilidad y Estado de Derecho para nuestro país dado que la colaboración entre gobiernos continúa siendo incipiente; que los recursos destinados para blindar las aduanas son insuficientes; que el combate a la corrupción ha sido ineficaz y que los gobiernos impiden la maduración de las acciones.
Es decir, hablar de honestidad, declarar que se combate la corrupción porque se corrió a funcionarios sin que haya sanciones que mermen el delito, no sirve. Es importante señalar que la Fiscalía General de la República en 2019 no obtuvo ni una sola sentencia condenatoria por actos de corrupción.
Además, se comete el error de tratar el tema de combate a la corrupción como un asunto de voluntades individuales y no como un fenómeno sistémico, que se mueve por redes, que requiere protección a los denunciantes e incentivos al bien actuar.
En resumen, si se busca recuperar el control de lo que ingresa a nuestro país, el gobierno mexicano debe trabajar de manera mucho más cercana y colaborativa con los gobiernos de todo el mundo; debe crecer recursos para las aduanas; debe sancionar los hechos de corrupción y debe rescatar las buenas prácticas del pasado, como aprender de los errores sobre una base de análisis objetivo.
Sin embargo, parece que el actual gobierno no sabe o no quiere entender cómo atender este problema: mientras se necesita más dinero, insiste en recortes, promete bajar salarios y prestaciones a funcionarios y se limita a repetir acciones y hacer declaraciones políticas.
Precisamente, el pasado 24 de abril, ante la renuncia del actual titular de aduanas, el presidente López declaró que habrá una nueva limpia y combate a la corrupción en esa dependencia.
López no quiere ver lo que implican las dificultades económicas derivadas de la baja de salarios y prestaciones; el desgaste que significa las cargas injustas de trabajo, las largas jornadas, las opresivas responsabilidades de los funcionarios.
Parece que López cree en “buenos y malos” y no la alta peligrosidad de trabajar en aduanas.
López con sus hechos quiere echar por la borda años de buenas y malas prácticas sin aprender nada de ellos, repitiendo los errores del pasado y dejando así el control de las aduanas a la delincuencia organizada con la consecuente capacidad de generar daño en nuestro país.