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¿La educación del futuro o el futuro de la educación?
Hoy los países desarrollados buscan nuevos modelos educativos para dar respuesta a las necesidades laborales futuras
El pasado 15 de mayo se celebró el Día del Maestro, en el cual se recuerda la importancia que tiene la profesión docente para la realización del ser humano, así como para el desarrollo democrático y sustentable de un país. El docente es pieza fundamental del aprendizaje de los alumnos, entendido este concepto en su más amplia expresión, que abarca: el dominio de las disciplinas, el interés por el conocimiento, la motivación por el estudio, la curiosidad por indagar, la actitud para enfrentar retos, la capacidad para resolver problemas, entre otros.
Es en este contexto que se debe entender la importancia que tienen los docentes y el aprecio que debe tener la sociedad por su profesión, que cada día es más demandante y cambiante, debido al avance de la ciencia, los desarrollos tecnológicos de la información y a la globalización de la economía.
Por lo anterior, es importante imaginarnos y responder a las preguntas: ¿cuál es la educación del futuro? o ¿cuál es el futuro de la educación? Para responderlas, el Centro Nacional de Planeamiento Estratégico del Perú, realizó un foro internacional que analizó las tendencias futuras de la educación de los países industrializados.
Las encuestas mundiales sobre el mercado laboral señalan que los trabajos se podrán clasificar en tres tipos: 1) No rutinarios y altamente calificados. Estos profesionistas deberán tener pensamiento creativo, razonamiento lógico, habilidades de análisis abstracto, imaginación, juicio, creatividad y competencias básicas en matemáticas; 2) Rutinarios y medianamente calificados. Personal que realiza trabajos estandarizados, algunos altamente calificados pero que pueden manejarse como rutina (por ejemplo, el cálculo de impuestos o la lectura de radiografías) y 3) No rutinarios y de baja calificación. Trabajos que se realizan en oficinas, hospitales, centros comerciales, restaurantes o en fábricas. Se prevé que el segundo grupo de trabajadores tienda a desaparecer y que será reemplazado por dispositivos electrónicos y máquinas automatizadas e “inteligentes” en un mediano plazo.
Los analistas calculan que, en una o dos décadas, más de la mitad de la oferta laboral se conformará por trabajos que aún no han sido creados, por lo que los futuros profesionistas se deben preparar para contar con las capacidades, habilidades y destrezas para trabajar en un mundo que es incierto y que les exigirá enfrentarse a nuevas situaciones, desarrollar nuevos roles y adquirir nuevas competencias “blandas” (o no-cognitivas), entre las que se encuentran: responsabilidad, capacidad de colaboración, comunicación, iniciativa, persistencia, habilidad, solución de problemas, autodisciplina y trabajo en equipo.
Ante este panorama laboral, se plantea que la educación del futuro deberá hacer énfasis en el modelo de las tres C (por sus siglas en inglés): pensamiento crítico, comunicación y colaboración. El pensamiento crítico se refiere a la capacidad de las personas de hacer juicios racionales y claros, así como de formular preguntas críticas. La comunicación (que en latín significa “compartir”) se refiere a la habilidad de intercambiar ideas intencionalmente a través del lenguaje. La colaboración hace alusión a la capacidad de trabajar en grupo de forma colaborativa. Las tres habilidades hacen sinergia: sin la comunicación es imposible la colaboración, y sin colaboración habrá menos pensamiento crítico.
El uso de las nuevas tecnologías en el proceso de aprendizaje es una tendencia cada vez más fuerte en los países desarrollados, por lo que en un futuro próximo veremos aplicaciones derivadas de la inteligencia artificial. Junto con las nuevas tecnologías, los avances de las ciencias cognitivas (incluyendo las neurociencias) alimentarán los nuevos modelos pedagógicos a utilizar.
En síntesis, los países desarrollados buscan nuevos modelos educativos, que no son los tradicionales, para dar respuesta a las necesidades laborales futuras. El énfasis en habilidades blandas, el uso de nuevas tecnologías de comunicación y el avance de las ciencias cognitivas cambiarán el panorama educativo internacional. México enfrenta un doble reto en materia de educación: resolver sus problemas actuales de calidad y equidad, y prepararse para atender las necesidades de los futuros profesionistas. En esta tarea, los docentes altamente calificados son indispensables.
(*) (Consejero del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación/El Universal)