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La vacuna rusa
La Cofepris autorizó la Sputnik V sobre la base del expediente que le proporcionó La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica de Argentina, la ANMAT, al subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell durante un reciente viaje a Buenos Aires
La Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios, la llamada Cofepris, reportó la prensa, autorizó el uso de emergencia de la vacuna rusa Sputnik V, tras el anuncio del presidente Andrés Manuel López Obrador que la próxima semana llegarían 24 millones de dosis para aplicarse en 12 millones de personas –porque se requiere refuerzo-. La primera dotación de 200 mil vacunas llegará de Moscú en unos días, informó Juan Antonio Ferrer, director del Instituto de Salud para el Bienestar. A México le urgían las vacunas y el presidente ruso, Vladimir Putin, le echó un salvavidas. Sin embargo, es incierto si este salvavidas puede, en realidad, salvar vidas.
La Cofepris autorizó la Sputnik V sobre la base del expediente que le proporcionó La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica de Argentina, la ANMAT, al subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell durante un reciente viaje a Buenos Aires. El expediente incluye los resultados del ensayo clínico fase 3 de la vacuna rusa Sputnik V, que de acuerdo con el Fondo Ruso de Inversión Directa, es 91.5% efectiva. Nadie en el mundo la ha autorizado salvo Rusia, Argentina y ahora México, sumándose estas dos últimas naciones a Bolivia, Venezuela y Bielorrusia, aliados de Moscú, como los únicos en adquirirla.
Hay mucha suspicacia y sospechas sobre la efectividad de la Sputnik V porque no ha publicado sus resultados en ninguna revista especializada para que sean analizados por la comunidad científica internacional, como sucedió con las vacunas de Pfizer, AstraZeneca y Moderna. La adquisición de Argentina de la vacuna rusa provocó un gran escándalo en aquel país por todas las omisiones, la opacidad y la velocidad con la que el gobierno de Alberto Fernández la aprobó.
El 27 de diciembre pasado, el columnista político y comentarista en Radio Rivadavia, Ricardo Benedetti, publicó en su cuenta de Twitter un memorando interno de la ANMAT, donde expresaba sus objeciones a la vacuna rusa. “Los eventos adversos de la Sputnik V son: cólico renal, trombosis venenosa profunda y un absceso en miembro”, escribió. “El gobierno piensa comenzar la vacunación sin advertir a quienes pueden verse perjudicados”. En la misma nota, agregó, se registraron 12 eventos adversos serios al momento del análisis, tres de los cuales ocurrieron en adultos de 60 años o mayores.
Una investigación del periódico La Nación, reveló que el primer documento oficial para la aprobación de la Sputnik V no fue un informe científico sino un comunicado de prensa, además de que los trámites se realizaron en “tiempo récord” para la administración pública, con intervalos de unas pocas horas y con escasa antelación al arribo del primer vuelo de Rusia con las dosis. No deja de sonar similar a lo que está sucediendo en México estos días.
La Nación reportó que la AMNAT entregó cinco documentos al Ministerio de Salud argentino, donde recomendaba esperar más información sobre los efectos adversos en adultos mayores. No incluía, porque no existen, validaciones europeas o de la Administración de Alimentos y Medicinas de Estados Unidos, que son las agencias de referencia en la comunidad científica mundial, pero revelaba algo desconocido para los argentinos, la instauración de un Plan de Gestión de Riesgos para poder monitorear la seguridad y eficacia de la vacuna. El diario porteño encontró en los contratos de adquisición de la Sputnik V “muchas páginas no visibles, algunos de ellos -hasta sugieren que el propio gobierno argentino no se enteró de todos los detalles provenientes de Rusia-, frases que ponen en duda información de ese país”. El expediente en Argentina se mantiene confidencial, y no tienen acceso más de siete personas.
La Sputnik V, como dice La Nación, es la gran apuesta de la Casa Rosada –sede de la Presidencia-, como hoy parece ser para Palacio Nacional. El gobierno mexicano se estaba quedando sin las vacunas que decía tenía aseguradas con los laboratorios para cubrir el Plan Nacional de Vacunación. Entre imprevistos como el retraso de la entrega de Pfizer por la ampliación de su planta en Bruselas, la demora que ha tenido AstraZeneca en sus pruebas clínicas, la falta de pruebas de la vacuna china CanSino -que sólo se ha aplicado al ejército rojo-, y el desorden que traen con el sistema de vacunación, manoseado y modificado con fines políticos-electorales, la estrategia parecía naufragar.
No se ha aplicado al personal médico de primera línea en instituciones públicas, y se ha ignorado casi por completo al personal de primera línea en hospitales privados. La vacunación a personas de la tercera edad va retrasada, y hay reportes de varios estados del país donde les están llamando autoridades sanitarias para preguntarles que si se van a aplicar la dosis, a cuya respuesta afirmativa añaden que se pondrán nuevamente en contacto dentro de aproximadamente tres semanas.
Putin apareció para extender la mano a México y sacarlo del hoyo en donde parecía que estaba cayendo. El problema es que este hoyo se ve actualmente más negro que aquel que se pretende tapar. A diferencia de lo que sucedió en Argentina, en México no hay un debate profundo sobre la Sputnik V, donde participe los especialistas. Como en Argentina, tampoco ha dado a conocer el gobierno mexicano ningún detalle que le permita ver a los expertos los méritos de la vacuna rusa.
Hasta ahora, lo que se puede colegir es que López-Gatell vio lo mismo que vieron los argentinos –un comunicado de prensa donde los rusos afirman que es efectiva- y los documentos de la AMNAT. Porqué no fue a Moscú en lugar de Buenos Aires para revisar los documentos, es una incógnita, pero tras su visita, López Obrador buscó a Putin para pedirle apoyo. El presidente ruso, que de geopolítica entiende mucho, no tuvo objeciones. Habrá dosis adicionales a las acordadas para México, un país donde la discusión sobre la vida o la muerte no está en el ámbito científico sino en el político.