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Esa metodología de los 100 mil habitantes
Resulta que Colima tiene una tasa de 82 homicidios por 100 mil habitantes, por arriba de Guerrero
Guadalupe Franco, procurador general de justicia de Colima, anda molesto. Es que su estado ha sido injustamente vilipendiado, y sólo por su tamaño, sólo por ser chico. Grandulones abusivos.
Sí, Colima aparece en primer lugar nacional en la tabla de homicidios, pero, según informa el señor procurador, eso es un simple artilugio estadístico: “Ocupa ese lugar en razón de la población. El estado es muy pequeño y, precisamente la percepción, más allá de la estadística, es lo que denota justamente esta posición”.
Para más precisión, el problema es, al parecer, esa manía de los medios y del Inegi de usar la tasa de homicidio por 100 mil habitantes para comparar estados: “En su momento, por ejemplo, se anunció que habíamos tenido un solo secuestro, y que inclusive las personas que lo cometieron ya estaban en prisión, aun así las estadísticas, por esa metodología de los 100 mil habitantes, nos ponía en una posición muy desfavorable”.
Sí, es muy cruel esa metodología que intenta hacer comparables a países y estados y ciudades de tamaño distinto. No reconoce esfuerzos, no pone estrellitas cuando algún malandrín va a la cárcel, sólo aplica su fría regla de tres y vámonos: resulta que Colima tiene una tasa de 82 homicidios por 100 mil habitantes, por arriba de Guerrero, por encima de Sinaloa, cuatro veces más que el país en su conjunto.
Muy injusto todo eso. Sería mucho más equitativo, propone el señor procurador, si la comparación se hiciera en términos absolutos. Así, Colima estaría no en punta, sino en un aceptable lugar 17 entre las entidades federativas. Y eso no es trampa sino simplemente “otra forma de leer la estadística”, como bien explica el señor Franco.
Eso parece una fantástica idea que no tiene que limitarse al análisis de los homicidios. Por ejemplo, en materia económica, no hay que fijarse para las comparaciones en el PIB per cápita, en el cual Colima aparece en el lugar 12 de la tabla nacional, sino en el tamaño absoluto de la economía. Usando ese método, Colima aparece en el lugar 31, sólo arriba de Tlaxcala. Mal, muy mal.
En mismo sentido, no hay que poner atención en el porcentaje de niños que van a la escuela en Colima, sino en cuántos niños, en términos absolutos, son escolarizados. Allí resulta que el estado ocupa un deshonroso lugar 31 a nivel nacional. ¿Qué pasa, Colima? Hay que echarle kilos.
¿Y en seguridad social? Colima tiene la penúltima menor población derechohabiente del país. De pena, amigos colimenses, de pena.
¿Y las carreteras? Es la segunda red más chica del país. Casi nada de concreto comparado con el Estado de México, Jalisco o Nuevo León. Para llorar, ciudadanos de Colima.
¿Qué dice qué? ¿Que esas comparaciones son injustas y que hay que ajustar por el tamaño de la población? Pues sí, uno creería que sí. Pero es que eso nos lleva a la metodología esa de los 100 mil habitantes, esa que usan los medios tendenciosos para decir que Colima es el estado con más violencia homicida en el país, esa que tanto le disgusta al señor procurador del estado.
Entonces no. Nada de normalizar cifras, nada de usar tasas, nada de poner las cosas en la misma escala. Y si así Colima sale mal parado en casi todas las estadísticas nacionales, mala tarde. Pero no le van a decir que es más mortífero que Guerrero o que Sinaloa. Eso sí que no.
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