Editoriales

El refrito

  • Por: FORTINO CISNEROS CALZADA
  • 21 ENERO 2020
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El refrito

El próximo 3 de febrero se inician en los Estados Unidos las elecciones generales y los llamados caucus, en Iowa; por ello no es de extrañar que, nuevamente, como hace cuatro años, miles de personas de Centro y Sudamérica haya sido convocadas para integrar las caravanas de migrantes que esperan llegar a las puertas del vecino país para solicitar asilo de acuerdo a sus propias leyes migratorias. El desplazamiento de gente que dice vivir en condiciones inhumanas es un asunto de política electoral.

Desde finales del año pasado empezaron a circular en las redes sociales los anuncios de la integración de una nueva caravana que (falta de imaginación), partiría del mismo lugar de origen que las anteriores: San Pedro Sula, en Honduras y que al paso por los territorios de otros países, habrían de ser engrosadas para internarse en suelo mexicano y de ahí llegar hasta la frontera norte, generando problemas similares a los que se vieron con anterioridad y que dieron lugar al dramatismo terrible de las crisis humanitarias.

Muchos medios comprometidos se empeñaron en encontrar el ángulo más favorable para sembrar en una buena parte de la población de la nación más poderosa del orbe la idea de que su país estaba a punto de ser invadido por hordas salvajes que pondrían en peligro el ´american way of life´, lo que favoreció al candidato que abiertamente se manifestaba en contra de ese nuevo enemigo que intentaba derribar la puerta que protege a la gente buena de las acechanzas del exterior. Fueron tácticas de miedo.

Al respecto escribió el filósofo francés Giles Deleuze, que ese tipo de información es: "Un sistema de control, en tanto que es la propagación de consignas que se debería de creer o, cuando menos, hacer que se cree. En tal sentido, la información es un conjunto organizado de datos capaz de cambiar el estado de conocimiento en el sentido de las consignas trasmitidas". Aceptada o no, la definición cuadra perfecta con la campaña mediática en torno a la movilización provocada y quizá costeada de migrantes.

La táctica ya probó ser efectiva y la polarización de la ciudadanía norteamericana por acontecimientos en curso y otros que están por venir, le da mayores visos de viabilidad y efectividad. Pero, eso viene a crear severos problemas para los países por lo que, obligadamente, deben desplazarse las caravanas. El intento de control en Guatemala y en la frontera sur de México ha resultado insuficiente porque las personas que buscan llegar a los Estados Unidos ya dejaron de ser desplazados por la miseria y la violencia y van a exigir el cumplimiento de promesas que les fueron hechas en la invitación por las redes.

Recientemente, uno de los integrantes de la marcha por el sueño americano aseguró haber pagado mil dólares a los organizadores. Si hay dinero de por medio, los contratantes tienen derecho a reclamar; pero, no a las autoridades que les piden y les exigen someterse a las disposiciones de las leyes migratorias del lugar en donde están, sino a quien les hizo creer que con el pago tenían garantizado el acceso a una nuevo mundo. Tampoco pueden reclamar que se les brinde un trato preferencial en cuanto a alojamiento, comida, asistencia y seguridad. Se lanzaron a una aventura y deben asumir los costos. 

Durante el fin de semana reciente, cientos de centroamericanos decidieron pasar por el río Suchiate y no por los cruces fronterizos donde se les exige llenar una solicitud de asilo y presentar sus documentos de identidad para legalizar su estancia en territorio nacional y, eventualmente, buscarles colocación en alguno de los proyectos del gobierno en el sureste. Prefirieron ingresar fuera del control oficial porque no están interesados en resguardar su integridad física o tener un trabajo estable, que les permita tener los beneficios que la ley contempla para los asalariados; no, su empeño es llegar a los Estados Unidos.

No ha mucho que los medios electrónicos difundieron una escena en la que un asilado en México que espera por la resolución de las autoridades migratorias del vecino de norte, exigía a los gobiernos locales una más y mejor atención a sus demandas y necesidades; pero, sin ir a buscarla o ganársela.

El asunto de las caravanas se prolongará prácticamente durante todo el año para ir presionando a los votantes de cada estado, hasta llegar a la votación el 3 de noviembre. Ya después dejará de ser un tema de primera plana y pasará a los planos secundarios, porque, en la realidad, quienes quieren rehacer su vida en los Estados Unidos no se exhiben ni hacen alboroto; por el contrario, actúan con gran sigilo.

México y los mexicanos están padeciendo un ´remake´ de una película ya vista que fue muy exitosa.

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