El Oficio de Vivir
El libro de Cesare Pavese abre camino nuevo en la literatura: "En ninguna actividad es buen signo que al principio esté presente la manía de triunfar- emulación, soberbia, ambición, etc-. Se debe empezar a amar la técnica de cada actividad por sí misma, como nos gusta vivir por vivir. Sólo ésta es la verdadera vocación y prenda de serio acierto. A continuación podrán venir todas las pasiones sociales imaginables a superar al puro amor a la técnica- y es un deber que vengan también".
Aunque algunos de sus biógrafos lo han definido como: "Literato convencido, filósofo ocasional, genio prematuro, víctima de una personalidad –que fue también su verdugo– tan oscura como esclarecedora" (Carlos Javier González Serrano), la realidad es que en su obra cuyo título lleva este texto, recorre descarnadamente toda la gama de emociones que siente, goza y padece en los tres lustros, de los 27 años hasta su suicidio en 1950; la plasma con maestría y la deja para la reflexión.
Pavese, oriundo de Santo Stefano Belbo, Italia, donde nació el 9 de septiembre de 1908, como la mayor parte de los creadores notables, fue evolucionando hasta llegar al texto que ahora se recuerda. Se inició como traductor de grandes maestros de la literatura universal, para decantar luego por la poesía: "Estupefacto del mundo me llegó una edad/ en que lanzaba los puños al aire y lloraba solo. Escuchar las conversaciones de hombres y mujeres/ no sabiendo responder, tiene poca gracia. Pero también esto ha pasado: ya no estoy solo/ y, si no sé responder, sé prescindir de eso. He encontrado compañeros encontrándome a mí mismo". Ya se presentía el germen solitario.
De la sutileza de la poesía, a base de observación va transitando a la narrativa que se adentra en los terrenos del análisis existencial en el que se involucran la capacidad imaginativa, la consciencia crítica y la efervescencia intelectual que llega hasta lo espiritualidad. Cesare Pavese se adelantó por muchos años a la corriente filosófica encabezada por Erick Berne, quien aseguraba que el ser humano lleva dentro de sí su destino y solamente busca personas y circunstancia para cumplirlo.
Así lo deja ver cuando escribe: "Pero no es la vida lo que juzgo, es a mí mismo. Yo sé, por convicción, por certeza matemática que ninguna alma puede cambiar de naturaleza y tal como uno ha nacido, así se arrastra hasta la tumba. Nadie puede huir de sí mismo. Si audaz, audaz; si débil, débil. Y yo siempre, en todas las cosas, yo estoy condenado a buscar así el sufrimiento. Es mi miseria, ser tan débil y tan cobarde". En su caso, ese pensamiento tan pesimista lo llevó al suicidio.
Aún así, sus dos libros de poesía, sus trece novelas y sus dos ensayos, que se complementa con un legajo de su correspondencia epistolar y algunos apuntes, dejan entrever un manejo preciso de la pluma y un gran acierto en la imaginería literaria, tanto en sus incursiones interiores como en las referencias al entorno.
El siguiente texto es de una carta de Pavese a un amigo, de 1928: "Vamos, trabaja. Con la cabeza agachada, con los dientes apretados, sin decir palabras, como una bestia. verás que te dará resultado. Te doy mi palabra de honor. Yo, antes, no podía 'mantenerme atado a la silla'; mientras que ahora, sin esfuerzo, me preparo para un examen bienal, estudio un montón de cosas y de cuando en cuando saco afuera como un gallito poesías y novelas. Pero estoy siempre tenso sobre mí mismo, como un avaro sobre su dinero. Lo mejor de mí te lo sintetizaré en una frase barroca pero expresiva: apretar los dientes y sin una palabra darse de cabezazos contra el porvenir (que te aseguro es más duro que el granito)". A los 20 años ya estaba inmerso en la tarea que lo ocuparía.
Durante un buen tiempo se consideró a Pavese como un autor trágico, del que había que huir; pero, luego de entender la profunda soledad que le acompañó toda su existencia, es posible espigar para hallar el lado magistral de su obra. Él optó por el suicidio; pero, no necesariamente ese es el camino.
Con un pie en la tumba escribió: "La muerte elegida libremente, la muerte realizada a tiempo, con lucidez y alegría, entre hijos y testigos; de modo que aún resulte posible una despedida real, a la que asista todavía aquel que se despide, así como una tasación real de lo conseguido y querido, una suma de la vida", podría ser el resumen de El Oficio de Vivir. Pavese murió en Turín, 27 de agosto de 1950.
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