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Dolores Asúnsolo y López Negrete
Ayer, Google dedicó su página inicial a la actriz mexicana más destacada del mundo
Ayer, Google dedicó su página inicial a la actriz mexicana más destacada del mundo: Dolores de Río, quien marcó un hito en Hollywood, donde tuvo como sus coprotagonistas a las más afamadas estrellas del celuloide de la época del cine mudo y en los años 30 fue considerada como la ‘Velentino’ femenina. Aunque en su etapa final, en una película con Elvis Presley hizo el papel de india, destacó como belleza la latina.
Latina no en el sentido actual del término que se usa en los Estados Unidos, que sirve para designar a los migrantes de Latinoamérica; sino, como el contraste con la mujer sajona, generalmente rubia y platinada. Dolores del Río no hizo papeles de mexicana en su muy extensa filmografía, sino de diva francesa, de exquisita maja europea, de salvaje nativa de Hawái. Necesario es decir que reconocieron su encanto y su talento tres de las más grandes del cine norteamericano, Joan Crawford, Greta Garbo y Marlene Dietrich.
Esta última la consideró como la mujer más hermosa del cine y por ello fue que en la película La vuelta al mundo en 80 días, de Cantinflas, hizo el papel de una alegre cabaretera mexicana, para el que la estilizada estrella alemana era inimaginable. Dolores del Río poseyó un sutil encanto que provenía de su esmerada educación en las élites de su natal Durango, donde nació en 1906, hija de un muy acaudalado banquero y heredera de dos nombres de rancia prosapia, Asúnsolo y López-Negrete. Desde pequeña viajó por Europa y Asia, recibiendo una experiencia vital que posteriormente se haría patente en la pantalla grande. Necesario es decir que su mejor obra fue en Hollywood.
En la Meca del Cine filmó 28 películas entre el cine mudo y el sonoro, todas ellas con un total éxito. De hecho, su ingreso a la industria fue casual, pues, según su biografía, en 1921, a la edad de 15 años, casó con el escritor Jaime Martínez del Río, 18 años mayor que ella; pero, con una fortuna tan grande que la boda fue fastuosa y el viaje de luna de miel duró muchos años por Europa, donde se codearon con la realeza española.
En uno de los encuentros de sociedad a los que estaba acostumbrada a asistir, la belleza de Dolores del Río llamó la atención del director de cine estadounidense Edwin Carewe.
Carewe la convenció de trasladarse a Estados Unidos y en 1925 la dirigió en su primera película: ‘La muñequita millonaria’, luego se sucedieron seis filmes más con Edwin.
Con la aparición del cine sonoro, que fue la tumba para muchas estrellas del cine mudo, Dolores participó en una serie de cintas exitosas como ‘Ave del paraíso’ (1932), ‘Volando a Río’ (1933), ‘Madame Du Barry’ (1934) y ‘Journey into Fear’ (1943). Cabe señalar que fue la primera en usar el traje de baño de dos piezas y la primera en hacer un desnudo filmado bajo el agua, lo que confirmó su espléndida belleza y su físico notable.
Regreso a México en 1942; pero, el lugar que tuvo en Hollywood ya estaba ocupado en su país por otra diva notable: María Félix, con la que tuvo algunos roces; pero, que, al fin, fueron superados para filmar juntas bajo las órdenes de Emilio ‘Indio’ Fernández. Con Fernández hizo películas que se encuentran dentro de lo mejor de cinematografía mundial, pues la belleza autóctona que no la encasilló en EU, si lo hizo en el Anáhuac. Aquí, protagonizó las películas que la inmortalizaron, entre ellas, ‘Flor Silvestre’, ‘María Candelaria’ (1943), ‘Las abandonadas’ y ‘Bugambilia’ (1944), ‘La Malquerida’ (1949) y ‘Doña Perfecta’ (1950). Luego se proyectó al mundo: En España, filmó ‘La dama del Alba’ y en Italia ‘Y fueron felices/Siempre hay una mujer’, con Sophia Loren y Omar Sharif.
Consolidada ya como una actriz en plenitud de facultades, hizo teatro universal. Hizo su debut en el teatro con el clásico Anastasia (1956), de Marcelle Maurett. La obra se estrenó con gran éxito en el Falmouth Playhouse en Massachusetts y triunfó en Nueva Inglaterra. En México y Argentina representó El abanico de Lady Windermere.
Dolores del Río no sólo llevó su esmerada educación y alta sensibilidad al terreno del arte escénico; fue también magnánima filántropa que dedicó vida y fortuna a promover causas nobles, como la creación del Festival Internacional Cervantino de Guanajuato, la Sociedad Protectora del Tesoro Artístico de México, la Reseña Internacional de Cine de Acapulco. Creó, además el Grupo Rosa Mexicano de la ANDA para proteger a los niños y a la mujer artistas, que culminó con Estancia Infantil ‘Dolores del Río’.
Luego de recibir el reconocimiento de lo más destacado del cine, murió, a los 78 años de edad, en California, el 11 de abril de 1983.