Editoriales

CTM, nacimiento, apogeo y declive

  • Por: FORTINO CISNEROS CALZADA
  • 04 MARZO 2017
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CTM, nacimiento, apogeo y declive

El 21 de febrero de 1936, se iniciaron los trabajos del congreso unificador convocado por el Comité Nacional de la Defensa Proletaria a fin de crear una central obrera única que pugnara por la defensa de los trabajadores, no sólo en la capital del país, sino en todo el territorio nacional. Tras cuatro días de agitadas deliberaciones, surge la CTM, cuyo lema fue: “Por una sociedad sin clases” y Vicente Lombardo Toledano su líder.

Dado el primer paso, el presidente Lázaro Cárdenas del Río convoca a la asamblea constituyente del Partido de la Revolución Mexicana, que se celebró el 30 de marzo de 1938, pocos días después de la expropiación petrolera. El nuevo partido tiene tres objetivos claros y precisos: acabar con el sistema de partidos regionales y estatales del Partido Nacional Revolucionario fundado por Plutarco Elías Calles; crear un partido hegemónico que convirtiera en instituciones los postulados revolucionarios y, con una estructura corporativista, lograr que el PRM representara el interés de toda la sociedad.

Surge así, un partido sustentado en cuatro pilares, llamado sectores: el obrero, con la Confederación de Trabajadores de México (CTM); el campesino, Confederación Campesina Mexicana (CCM); el popular (federaciones de empresarios, comerciantes y profesionistas del Distrito Federal y algunos estados), y el militar, Ejercito y Armada. 

Arnaldo Córdova en su obra La Política de Masas del Cardenismo, es muy preciso cuando señala que: “La conjunción entre pueblo y Estado no acababa de darse. La organización de los trabajadores y la transformación consecuente del PNR operó el milagro y el Estado, finalmente, encontró al pueblo que necesitaba para legitimarse en la sociedad mexicana. El pueblo se organizaba  y, a su vez, organizaba al Estado; he aquí la síntesis a que daba lugar el esfuerzo político del cardenismo... La solución corporativista, en pos de la cual se canalizó el proceso de organización de las masas trabajadoras, denota la forma específica que cobró en México la dominación política y económica de las propias masas y es un fenómeno sobre el cual descansa todo el armazón institucional del país”. Eso propició una época de crecimiento y desarrollo.

Pero, como el agua que se estanca, mientras en el gobierno se daba el relevo sexenal mediante los procesos eleccionarios, el movimiento obrero quedó estancado a partir de que Fidel Velázquez desplazara a Lombardo Toledano y se apoderara de la CTM. De 1941 y hasta su muerte en 1997, Fidel, con sus ‘lobitos’, tomó el control absoluto del movimiento obrero; primero, para bien, luego para mal. Se trocó en una poderosa mafia.

La organización, como hasta hace poco hizo Elba Esther Gordillo y actualmente hace Carlos Romero Deschamps, presionaba al gobierno para lograr beneficios personales y de camarilla; extorsionaba al sector patronal con el amago de la huelga si no se plegaba a sus caprichos y dejó de representar los legítimos intereses de la clase trabajadora para crear grupos privilegiados y camarillas de choque que los convirtieron en intocables. 

Los sindicatos fueron feudos de cabecillas de horca y cuchillo, como lo demostró la ‘Quina’ en Ciudad Madero, al desaparecer el sistema de transporte por tranvía, que iba del centro mismo de la ciudad de Tampico, hasta la playa de Miramar y movía miles de obreros, estudiantes y amas de casa cada día; o el cierre de El Heraldo de Tampico, el 21 de julio de 1981. En la frontera también se hubo esos intentos; pero, se toparon con pared.

Carlos Salinas refundó el PRI, venido del PRM con tres sectores (el militar desapareció); pero, le dio un carácter contrario a su esencia. Ya no es el partido de la Revolución convertida en instituciones; ahora, es una agencia de colocaciones de las cerradas camarillas que detentan el poder, no por voluntad popular, sino en contra de ella. Ora llaman populista a quienes buscan la recuperación del poder adquisitivo de los salarios y mejores condiciones de vida para quienes consiguen la gorda con el sudor del espinazo. El PRI que hoy festeja su aniversario, es el antiPRI.   






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