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Ante un juez, verdad que no dicen ante los micrófonos
Después de años de focalizar en mí el tema del montaje que realizó la Agencia Federal de Investigaciones (AFI) en el caso Cassez-Vallarta, ayer mis principales acusadores admitieron ante un juez que no había forma de darse cuenta el día de la transmisión en vivo y que por lo tanto no me alertaron de que era un montaje.
Admitieron también que nunca oyeron mi voz pidiendo que se repitiera la entrada de los policías al rancho Las Chinitas, como habían afirmado durante años. Una es Laura Barranco, que siguió trabajando en Primero Noticias por meses después del 9 de diciembre de 2005 y que luego fue funcionaria de un gobierno de Morena. Ella llevaba años diciendo que varias veces me mandó mensajes durante la infausta transmisión, alertándome de que era un montaje, y ayer aceptó frente al juez que en realidad no me alertó del supuesto montaje. Así, textualmente, lo dijo.
El otro, Juan Manuel Magaña, quien era jefe de Información y se quedó años más en esa posición, que estaba en la cabina al momento de la transmisión, que tenía la obligación de decirme si veía algo irregular, aceptó frente al juez que él no sabía que había un montaje porque cayó en el engaño y que por eso, nunca me alertó de nada. Así. Textualmente.
En síntesis, a pesar de que yo no estaba acusado de nada sino que comparecí ayer como testigo en una audiencia del caso de Israel Vallarta, al carearme con ambos, ninguno pudo probar que yo fui cómplice de las autoridades en ese montaje.
Lo he dicho siempre y he ofrecido una y otra vez disculpas: fue un error no haberme dado cuenta, como ninguno de los otros medios y periodistas que lo transmitieron esa mañana, pero no acepto que se me señale de haberme coludido con las autoridades para hacer un montaje.
Porque esa ha sido la versión que ha alentado el presidente de la República en torno a algo que sucedió hace 16 años. Y no ha tenido empacho en usar el poder del Estado para alentar esta mentira, y ha tenido como instrumentos útiles a los medios de comunicación que se la viven lavándole la cara a López Obrador: Carmen Aristegui, Julio Astillero, La Octava, los youtuberos.
Y aquí vamos al fondo del asunto. El presidente y los suyos se han querido ensañar, han querido vengarse, porque en los espacios periodísticos a mi cargo hemos dado a conocer los videoescándalos de sus hermanos Pío y Martinazo, los contratos de su prima Felipa, las casas de Bartlett y de Irma Eréndira. Para ellos el caso Cassez es un arma para intentar desacreditar estas verdades y cambiar la conversación, tender cortinas de humo para esconder la realidad.
Como la semana pasada acabamos de dar a conocer otro video, de otro hermano del presidente recibiendo fajos de billetes clandestinamente, se han ensañado aún más.
Me quedo con la idea clara de que nada de esta saña en mi contra existiría si no hubiéramos destapado tantos escándalos de corrupción del actual gobierno. Como siempre he dicho frente a los permanentes ataques, yo seguiré haciendo periodismo y seguiré ejerciendo la libertad de expresión... al costo que sea.
SACIAMORBOS.— En la última entrevista que López Obrador se atrevió a darme en televisión, le dije que un opositor como él no podría existir en Cuba, que estaría encarcelado sin poder decir nada en contra del régimen, si no es que muerto. Él habló de la grandeza de la revolución cubana y la estatura de Fidel Castro.
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