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Samuel y cómo dejar de ser irrelevante
Samuel García arranca su campaña presidencial como el primer damnificado de la polarización. En todas las encuestas aparece muy por debajo de Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez. Si alguien simpatiza con AMLO, ¿por qué dejaría de votar por Claudia para votar por Samuel? Si alguien tiene como prioridad que Morena deje el poder, ¿por qué le quitaría su voto a Xóchitl para dárselo a quien aparece en las encuestas con un rango casi testimonial de entre 3 y 8 por ciento?
Presentarse como una tercera vía puede resultar una apuesta fracasada que termine dejando a Movimiento Ciudadano con un magro porcentaje de la votación, ya le ha pasado en varias gubernaturas.
Pero Samuel García se sube al ring con algunas características que le pueden acarrear votos:
1. Él es el mejor ejemplo de que las campañas sí mueven las encuestas, sí inciden en las preferencias de la gente, sí importan. Cuando empezó la contienda por la gubernatura de Nuevo León, Samuel iba en cuarto lugar. Rebasó a todos y ganó. La que iba puntera, la morenista Clara Luz Flores, terminó en cuarto sitio. Así que arrancar hasta atrás no representa un escenario derrotista para el singular mandatario regio.
2. Frente a dos candidatas que visten huipil y se pelean por ver quién es más indígena, Samuel García apuesta a parecer empresario gringo. Menos Guelaguetza y más Elon Musk. Y encima, apela al nativismo norteño en sus slogans.
3. Sus rivales tienen 60 y 61 años de edad. Él tiene 35. Apela naturalmente a un público joven, consumidor de redes sociales (arrebatarle a Xóchitl su supremacía digital), mismas que manejan con maestría y soltura él y su esposa. Pensando en Latinoamérica, si ellas ofrecen Petro, él ofrece Bukele (y parece que incluye todo el paquete de peligros).
4. Frente a dos candidatas mujeres, Samuel García es la opción para los muy amplios sectores machistas del país. En un país donde se sigue preguntando si México está preparado para una mujer presidenta (indignante, pero cierto), el emecista encaja en el estereotipo del recio norteño que reprende a su mujer por enseñar las piernas.
Pero ni la suma de todo esto alcanza para ganar con un electorado tan polarizado. Y el gran problema de Samuel es que entra al ring con el estigma de ser el esquirol del obradorato, el palero que le va a ayudar a Claudia Sheinbaum contra Xóchitl Gálvez. Basta recordar que, en las últimas semanas, el principal impulsor de las aspiraciones de Samuel fue el presidente López Obrador. Encima, por la dinámica local, el gobernador de Nuevo León ha dedicado más tiempo y energía a golpear a la alianza PAN-PRI-PRD que a Morena. Si no logra sacudirse el estigma de esquirol, le veo poco futuro. Si logra convencer de que él es la mejor opción opositora, puede incluso resultar beneficiario del ya largo impasse en la campaña de Xóchitl Gálvez. No la tiene fácil.
to, el presidente ya anunció la imposición de su programa legislativo sobre el próximo mandato presidencial. Un programa dirigido acabar con la autonomía del órgano electoral, consolidar el poder de las fuerzas armadas en la seguridad pública y capturar al Poder Judicial, vía el poder electoral.
¿Ortiz Rubio? ¿Cárdenas? La verdad es que un proyecto así enfrentaría más temprano que tarde la ruptura de la convivencia. No hay que olvidar nuestra pertenencia a una nación en cuyo imaginario los presidentes sometidos al Maximato dejaron un oscuro legado histórico de indignidad. Mientras que el presidente que rompió ese sistema de poder de facto, Lázaro Cárdenas, empezó así la construcción de su brillante legado de dignidad e integridad del poder presidencial. (Profesor de Derecho a la Información)
@JoseCarreno