Columnas > LOS HECHOS
Rostros ajenos
Con todo su misticismo, MANUEL CAVAZOS LERMA fue un gobernador pragmático en extremo.
Político de academia, no tuvo el mayor empacho en deshacerse de sus más cercanos, el reducidísimo cuadro chico, cuando consideró que le estorbaban o actuaron fuera del redil anidado en su psique.
FRANCISCO ADAME OCHOA (q.e.p.d.) fue el personaje que, desde el arranque del proyecto, lo llevó de la mano a presentar con las fuerzas políticas actuantes, habida cuenta de su desarraigo en el terruño, cuando las carreras políticas se hacían en la capital del país.
Llegado el momento, quien había surgido de las lides universitarias y desde la Comisión de Planeación del Estado animó la campaña gubernamental cavacista, con todas las facultades plenipotenciarias asumió la Tesorería del Estado.
Todo mundo se sorprendió cuando avanzado el sexenio, con sus reconocidas prendas y oficios, que en mucho suplieron las limitaciones cupulares del ejercicio gubernamental, fue anunciado el cese de tácito jefe del gabinete, cuando no existía tal figura formal en el organigrama público.
Entonces se soltaron las especulaciones y escribieron cualquier cantidad de historietas, pretendiendo justificar el movimiento estructural que oficialmente no tuvo mayores explicaciones.
Por esas fechas, también dejó el gabinete el Secretario de Administración y una de las versiones, apuntó a que se había tratado de una decisión salomónica de CAVAZOS, prescindiendo de los servicios de los dos colaboradores en pugna común por cuestiones "personalísimas".
Las jerarquías y roles, los antecedentes y la actualidad del momento no alcanzaba para llenar los espacios de la lógica.
Otra versión socorrida, fue en el sentido de que PACO ADAME era asiduo a los juegos de azar y en su ludopatía, había "metido a las apuestas" parte del tesoro público con tan mala pata, que había perdido una suma considerable, comprometiendo las responsabilidades gubernamentales y la credibilidad del sexenio.
Una mediana explicación sobre el tema fue en el sentido de que, al Tesorero sí le gustaban las apuestas, pero como a cualquier norteño típico, hablando de carreras de caballos, peleas de gallos y "algún conquianito", en la medida de sus capacidades financieras, que tampoco eran poca cosa.
La contra-versión al pretendido desfalco de las arcas públicas, extraoficial, por supuesto, fue el uso, entonces novedoso, de instrumentos bursátiles para potenciar el presupuesto, que en algún momento les dieron réditos, pero terminaron por mermar el fondo en forma abrupta.
Cierta o falsa, la especie trascendió el sexenio y previno futuros entuertos de tales envergaduras.
No obsta, para que conste.
Los movimientos ejecutivos hoy responden a otras palancas.
El Gobernador AMÉRICO VILLARREAL ANAYA, en principio, responde a las máximas de la Cuarta Transformación en las que han descansado sus constantes convocatorias a no mentir, no robar y no traicionar al pueblo, en quien están puestos todos los afanes institucionales.
En general, la inmensa mayoría de sus colaboradores no son personas con las que haya trabajado previamente o provengan de su círculo de amistades.
No es solo la confianza que les dio cuando les extendió el nombramiento, sino que de manera permanente se están evaluando los resultados, no como algo siniestro, sino como una política pública, definida desde los tiempos de campaña y reiterada de manera permanente en corto y a la luz de la opinión pública.
Cada que se le ha preguntado sobre el tema, el Gobernador ha declarado que no hay planes de cambiar funcionarios, pero de las evaluaciones siempre pueden surgir nichos de oportunidad, para potenciar la respuesta a las necesidades de los tamaulipecos.
De esto y de aquello se trataron los recientes relevos y reacomodos dentro de la estructura gubernamental tamaulipeca .
De eso también se tratará eventuales nuevos cambios sobre los que igual ya se corren rumores y son materia en conciliábulos de café .
Así es esto, para saber quien es quien, hay que escuchar los corridos decía, Ignacio López Tarzo