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Qué hacer cuando se enfrenta con dolor

  • Por: MSGR. JUAN NICOLAU
  • 07 SEPTIEMBRE 2021
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Qué hacer cuando se enfrenta con dolor

La vida es buena. Es un regalo que debemos recibir humildemente de rodillas porque la vida ofrece la oportunidad de alcanzar una felicidad duradera.

Sin embargo, la vida está llena de dolor. ¡Este valle de lágrimas! Todos sufrimos, hoy por esta razón, mañana por otra, siempre hay algo que nos causa dolor. El problema radica en saber cómo manejar lo que nos acongoja o qué actitud debemos adoptar ante el dolor.

¿Revelamos nuestro verdadero yo, nos desesperamos, nos resignamos o qué hacemos? Hay un arte en el sufrimiento. A lo largo de la historia, algunos han dominado el arte del dolor. Aprendamos un poco sobre esta habilidad, al menos superficialmente.

Las pasiones rebeldes casi siempre conducen al pecado. El pecado es la fuente ilimitada de dolor en la tierra. No es raro encontrar en la raíz

de cualquier sufrimiento una deficiencia moral, ya sea de la víctima o del torturador. Este hombre quedará incapacitado de por vida porque fue atropellado por un conductor ebrio. Este joven está enojado con el mundo y saca a la sociedad sus frustraciones por el adulterio de su madre. Esa empleada sufre en el trabajo porque otra empleada robó de la caja registradora, pero ella fue culpada por ello. En resumen, el pecado es un dolor que nosotros mismos llevamos a cabo o que nos dirige otra persona. Cuando cometemos un pecado, no nos damos cuenta de quién puede resultar herido. ¡Por no hablar de esos grandes y ambiciosos líderes que bañan al mundo en sangre con sus revoluciones y guerras! Si decidiéramos controlar nuestras pasiones, cuántas lamentaciones podríamos evitar a nuestra familia humana.

Los técnicos más sublimes del dolor han sido los estoicos y los cristianos. La filosofía estoica, que en parte se incorporó al cristianismo, tenía como

su fundador en la época romana se llamaba Zenón de Citia, quien repentinamente había perdido toda su fortuna en un naufragio. Aprendió un camino para su desgracia de no causar más daño. El estoicismo busca la felicidad o eudemonia. 

Esta filosofía favorece el dominio de las pasiones que tanto mal traen y pretende ahogar los necios deseos que hacen realidad. Porque si lo que se desea no se puede lograr, es causa de dolor, y si se logra, conduce a otro deseo: una nueva cadena de deseos caprichosos que torturan y esclavizan al buscador. Es mejor ejercer el control sobre la fuente de donde fluyen estos deseos: la pasión.

Los estoicos también obtuvieron algo admirable a través de su filosofía: la independencia de los acontecimientos externos. “No dejes que los objetos tengan poder sobre ti”, aconseja Epicteto. No te ofendas por el que te hace daño, más bien por la opinión que se ha formado a causa de esa ofensa. 

En resumen, para que algo nos haga daño, primero debemos darle permiso para hacerlo. El sabio desprecio por las cosas externas nace del amor por la vida interior. Ni los santos ni los sabios se ven afectados por los acontecimientos buenos o malos, porque constantemente están reflexionando sobre pensamientos e ideales más nobles. Podemos lograr algo de esta filosofía liberadora si nos enfocamos en el estudio, en la observancia religiosa, en el arte. En la medida en que nos dediquemos a estas búsquedas, nos liberaremos de los eventos externos. Porque hemos sido sus títeres y juguetes hasta ahora: si llueve, estamos tristes y si la gente habla mal de nosotros están mortificados. Todo tiene poder sobre nosotros, por lo que el dolor nos conduce como quiera por cualquier camino que elegimos. Sin embargo, es posible ser libre. Alguien que durante años ha padecido migrañas puede aprender a aislar lo que sucede dentro del cuerpo y vivir feliz como si esta enfermedad no existiera. ¡Intentemos vivir esta filosofía y comencemos a ser sabios!

El significado supremo del dolor es redención. En el paraíso, la rebelión de los ángeles contra el Creador resultó en un desorden que afecta no solo a la humanidad, sino a todo el universo. El cosmos está sintonizado al revés, como un pueblo trastornado cuando el jefe pierde la cordura. Es necesario recoger todas las cosas y devolverlas a su lugar apropiado. Todo esta mal. La caída del universo nes como un montón de huesos rotos. Dios, como cirujano, coloca cada hueso en su lugar y cose la carne y los tendones juntos, aunque esto puede causar nosotros el dolor. Los tirones y tirones que Dios da son como una medicina, Él nunca se regocija en hacernos daño, sino en devolvernos la salud, incluso si tenemos que sufrir para ser sanado. ¿Por qué resistirse a la cirugía divina? Solo aumentará la resistencia al dolor. Nuestras lágrimas redimen el universo. Cristo redentor continúa su pasión

en nosotros, escribe san Pablo. Nos invita a tomar su cruz, a convertirnos en Cristo mismo y vencer el mal. Somos Cristo cuando sufrimos, pero solo cuando ese sufrimiento es altruista somos redentores.

Nuestra propia muerte, el máximo dolor que jamás experimentaremos, puede ser aceptada y ofrecida este día para que ya no sea un mal, tendrá sentido: abandonaremos esta vida por la redención del universo, para que todo puede resucitar de nuevo, purificado y como dice el Apocalipsis, puede aparecer una tierra nueva y un cielo nuevo glorioso y podemos exclamar con el profeta: ¿Dónde, oh muerte, oh maldad, oh dolor, está tu victoria? Ese es el significado cósmico de tu sufrimiento.

…Y recuerda que Dios te ama y yo también. 

Vive un día a la vez! ... ignite the moment!…Y recuerda que Dios te ama y yo también. 

Msgr. Juan Nicolau, Ph. D. STL. Sacerdote jubilado de la Diócesis de Brownsville. Es psicoterapeuta familiar y consejero profesional con licencias.


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