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¿Qué hacer ante el dolor?

  • Por: MSGR. JUAN NICOLAU
  • 04 JULIO 2022
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¿Qué hacer ante el dolor?

La vida es buena, es un regalo que debemos recibir humildemente de rodillas porque la vida ofrece la oportunidad de alcanzar la felicidad duradera. Sin embargo, la vida está llena de dolor. ¡Este valle de lágrimas! Todos sufrimos; ahora por este motivo, ahora por otro. El problema está en saber gestionar el dolor o qué actitud debemos asumir ante el dolor.

¿Revelamos nuestro verdadero yo, nos desesperamos, nos resignamos o qué hacemos? Hay un arte para el dolor. A lo largo de la historia, algunos han dominado el arte del sufrimiento. Aprendamos un poco sobre esta habilidad, al menos superficialmente.

Las pasiones rebeldes casi siempre conducen al pecado. El pecado es la fuente ilimitada de dolor en la tierra. No es raro encontrar en la raíz de cualquiera que padezca una deficiencia moral, ya sea de la víctima o del verdugo. Este hombre quedará incapacitado de por vida porque fue atropellado por un conductor ebrio. Este joven está enojado con el mundo y lleva sus frustraciones por el adulterio de su madre a la sociedad. Esa empleada sufre en el trabajo porque otra empleada robó de la caja registradora y ella fue culpada por ello. En resumen, el pecado es un dolor que nosotros mismos llevamos a cabo o que está dirigida a nosotros por otra persona. Cuando cometemos pecado, no nos damos cuenta de quién puede salir lastimado. ¡Ni hablar de esos grandes y ambiciosos líderes que bañan en sangre al mundo con sus revoluciones y guerras! Si nos decidiéramos a controlar nuestras pasiones, cuántos lamentos podríamos ahorrar a nuestra familia humana.

Los más sublimes técnicos del dolor han sido los estoicos y los cristianos.  La filosofía estoica –que en parte se incorporó al cristianismo– tuvo como su fundador en tiempos de los romanos uno llamado Zenón de Citia, quien repentinamente había perdido toda su fortuna en un naufragio.  Aprendió una manera de que su desgracia no causara más daño. El estoicismo busca la felicidad o la eudaimonía. Esta filosofía favorece el dominio de las pasiones que tanto mal traen y pretende ahogar los deseos necios que llevan a buen puerto. Porque si lo que se desea no se puede lograr, es motivo de dolor, y si se logra, conduce a otro deseo: una nueva cadena de necesidades caprichosas que torturan y esclavizan al buscador. Es mejor ejercer control sobre la fuente de donde brotan estos deseos: la pasión.

Los estoicos también ganaron algo admirable a través de su filosofía: la independencia de los eventos externos. "No dejes que los objetos tengan poder sobre ti", aconseja Epicteto. No te ofendas por el que te hace daño, más bien por la opinión que te has formado a causa de esa ofensa.  En resumen, para que algo nos haga daño, primero debemos darle permiso para que lo haga. El sabio desprecio de las cosas exteriores nace del amor a la vida interior.  Ni los santos ni los sabios se ven afectados por los acontecimientos buenos o malos, porque están constantemente ponderando pensamientos e ideales más nobles. Podemos lograr una parte de esta filosofía liberadora si nos enfocamos en el estudio, en la observancia religiosa, en el arte. 

En la medida en que nos dediquemos a estas actividades, nos liberaremos de los acontecimientos externos. Porque hemos sido sus marionetas y juguetes hasta ahora: si llueve, estamos tristes y si la gente habla mal de nosotros, están mortificados. Todo tiene poder sobre nosotros, y por eso el dolor nos lleva como quiera por el camino que sea. Sin embargo, es posible ser libre.  Una personas que por años ha padecido migraña puede aprender a aislar lo que sucede dentro del cuerpo y vivir feliz como si esta enfermedad no existiera en su ser. ¡Intentemos vivir esta filosofía y comencemos a ser sabios!

El significado supremo del dolor es la redención. En el paraíso, la rebelión de los ángeles contra el Creador resultó en un desorden que afecta no solo a la humanidad, sino a todo el universo. El cosmos está al revés, como un pueblo desquiciado cuando el jefe pierde la cordura. Es necesario reunir todas las cosas y devolverlas a su lugar apropiado. Todo esta mal. La caída del universo es como un montón de huesos rotos. Dios, como cirujano, coloca cada hueso en su lugar y cose la carne y los tendones, aunque esto puede causar nosotros el dolor. Los tirones que Dios da son como una medicina, Él nunca se regocija en lastimarnos, sino en devolvernos la salud, aunque tengamos sufrir para ser sanado. Resistir la cirugía divina solo aumentará la resistencia al dolor. El universo redime nuestras lágrima. Cristo redentor continúa su pasión en nosotros, escribe San Pablo. 

Nuestra propia muerte, el máximo dolor que jamás experimentaremos, puede ser aceptada y ofrecida este día para que deje de ser un mal, tenga sentido: daremos esta vida por la redención del universo, para que todo pueda resucitar de nuevo, purificado, y como dice el Apocalipsis, una tierra nueva y un cielo nuevo y glorioso pueden aparecer y podemos exclamar con el profeta: ¿Dónde, oh muerte, oh mal, oh dolor, está tu victoria? Tal es el significado cósmico de vuestro sufrimiento.

Vive un día a la vez! ... ignite the moment!... Y recuerda que Dios te ama y yo también.  Msgr. Juan Nicolau, Ph. D. STL. Sacerdote jubilado de la Diócesis de Brownsville. Es psicoterapeuta familiar y consejero profesional con licencias.

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