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¿Puede llamarse escuela, una donde los alumnos tienen dos maestros, en vez de seis?
En el lecho del fornicio estaban la mujer casada y su coime cuando entró en la alcoba el marido de la pecatriz. Antes de que el recién llegado pudiera pronunciar palabra le dijo la esposa: "No me lo niegues, Cucoldo. Por la expresión de tu rostro adivino que piensas que estamos haciendo algo malo".40 años de mi vida fui maestro. ¡Cuántas cosas me enseñaron mis alumnos en esas cuatro décadas! Aprendí, por ejemplo, que la educación no consiste en trasmitir datos, sino en sembrar entusiasmos. Aprendí también que el buen educador debe querer a sus educandos, pues la tarea de enseñar es, sobre todo, una tarea de amor. Quien hace burla de un alumno, o lo humilla, no merece el nombre de maestro. Esos profesores que reprueban por sistema a todo el grupo, o a la mayor parte de él, para crear fama de dureza y rigurosidad no se dan cuenta de que al hacer tal cosa se están reprobando a sí mismos. En mis tiempos de director de escuelas me topé con muchos de esos especímenes que se gozaban en hacer de su clase una tortura. ¡Cuántas vocaciones frustraron, y cuánto hicieron sufrir a tantos estudiantes! Quienes tuvieron la desgracia de caer en sus manos los recuerdan con rencor y desprecio. Mejor recordados son los maestros llamados "barcos", complacientes, comodones, que por pereza o por no indisponerse con su grupo regalan las calificaciones aprobatorias, pues saben que no están cumpliendo bien su obligación y temen que las protestas de sus estudiantes los hagan perder su posición. Pienso que para ser buen maestro se debe haber sido antes buen alumno. ¿A qué viene todo esto? Me preocupa la calidad de las universidades creadas por López Obrador bajo el nombre de don Benito Juárez. Los alumnos de esos planteles se han rebelado, pues no se les dota de los elementos necesarios para su buena formación. La encargada de tales instituciones habla con ellos, y en vez de ofrecerles solución a sus problemas, los amenaza diciéndoles que serán víctimas de sus protestas. ¿Puede llamarse maestra la que actúa de ese modo? ¿Puede llamarse escuela una donde los alumnos tienen dos maestros en vez de seis que deberían tener? Y eso sucede en una escuela de Medicina. ¿Quién se pondrá en manos alguien que egresa de una institución nacida más de la demagogia que de la verdadera intención de educar bien? Es una pena que muchos jóvenes estén confiando su futuro a "universidades" creadas al vapor, desatendidas por los responsables de su buen funcionamiento y cuyos críticos podrían llamarlas universidades patito. O gansito, que para el caso es lo mismo. No se debe jugar con la vida de los jóvenes, ni exponerlos a fracasar como profesionistas. Lo que sucede es que los encargados de esas instituciones, y su fundador, piensan que les están haciendo un favor a esos muchachos al abrir para ellos tales universidades después de que no pudieron entrar a la UNAM o a otras universidades públicas. Ningún favor existe aquí. Al ofrecerles esas universidades la 4T adquiere una grave responsabilidad con los jóvenes que a ellas ingresan. No la están cumpliendo, de ahí las razonables protestas de los estudiantes. Se les debe oír y satisfacer sus justas demandas. No sea ésta una mentira más del régimen y otro fracaso de su conductor. Sé que todo esto suena a Magister dixit, pero peor suena una "escuela de Medicina" que funciona prácticamente sin maestros en el local abandonado de un jardín de niños. Una empleada del censo industrial le pidió a don Algón: "Ponga el número de empleados que tiene, separados por sexo". "Señorita -objetó el empresario-, a mis empleados el sexo no los separa. Más bien los une". FIN.
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MANGANITAS
Por AFA
"Viene otra onda fría".
Según varios testimonios,
la baja temperatura
trae -consecuencia segura-
aumentos de matrimonios.