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NINGUNA PERSONA ES OBJETO DESECHABLE
El aborto es uno de los muchos ataques contra la vida humana. Después del frenesí por legitimar el aborto como derecho civil de la mujer, existe una conciencia cada vez mayor de la inviolabilidad del derecho a la vida del ser aún no nacido.
Ya nadie se sorprende por el hecho científico de que la vida de un ser humano comienza en el momento en que se fertiliza el óvulo. La fertilización in vitro ha hecho una contribución importante en este sentido, permitiendo a los científicos conocer todos los procesos de generación humana.
En esta etapa de la comprensión o mayor comprensión de la vida por nacer, es sin embargo posible correr otros riesgos que, aunque no tan graves
como los asociados a la destrucción de la vida del recién nacido, siguen siendo preocupantes desde el punto de vista moral y, sería justo agregar, desde el punto de vista humano.
Nos referimos a la propuesta de un experto en procreación asistida que afirma que es posible y, por tanto, factible retirar el óvulo ya fecundado del cuerpo de la mujer y congelarlo para posponer la maternidad a un período más conveniente para la mujer y su familia.
"Es una alternativa a la píldora del día después", afirmó el ginecólogo, "que evita que se desarrolle el embarazo, provocando un aborto muy precoz". Y "en definitiva", añadió, "es una esperanza de futuro". El ginecólogo también explicó la técnica que se utilizaría para completar la operación: la instalación de un banco de huevos, donde los óvulos fecundados podrían almacenarse, obviamente mediante congelación.
Vale la pena analizar cada parte de esta propuesta. El primero es de notable importancia ética y legal. Se reconoce que el uso de la píldora del día después interrumpe el embarazo y esa intervención provoca un aborto muy temprano.
La base de la iglesia católica y la cultura cristiana siempre han sostenido que el feto ya es humano. Para evitar el estímulo ante información incorrecta y dudas en materia de aborto o interrupción del proceso generativo, siempre ha declarado ilícita cualquier intervención que tenga como objetivo destruir la vida por nacer.
La segunda parte, en relación a la eliminación del óvulo fecundado y su conservación por congelación sólo nos obliga a disentir. Esta operación es injustificable, incluso teniendo en cuenta el posterior reimplante en la misma mujer. La congregación para la Doctrina de la Fe se ha expresado en esta línea en su documento fundamental sobre bioética, Donum vitae. Vale la pena citar el pasaje referente a este tema: "La congelación de embriones, aun cuando se lleve a cabo para preservar la vida de un embrión —la crioconservación— constituye una ofensa al respeto al ser humano al exponerlo a graves riesgos de muerte o daños a su integridad física y privación alejándolos, al menos temporalmente, del albergue materno y de gestación, colocándolos así en una situación en la que son posibles más delitos y manipulaciones".
La extracción del embrión estaría permitida solo por el bien de una intervención terapéutica en el embrión mismo con el fin de mejorar su estado físico.
de salud en caso de enfermedad grave, a condición de que exista
La manipulación estrictamente terapéutica cuyo objetivo explícito sea la curación de diversas enfermedades, como las derivadas de deficiencias de cromosomas, se considerará, en principio, deseable, siempre que esté dirigida a la verdadera promoción del bienestar personal del hombre y no atentar contra su integridad o empeorar sus condiciones de vida. De hecho, tal intervención estaría dentro de la lógica de la tradición moral cristiana (Discurso a los participantes en la 35a Asamblea General de la Asociación Médica Mundial, 29 de octubre de 1983).
El embrión ya es un ser humano con dignidad y todos sus derechos. No se puede subordinar ni siquiera a motivos comprensibles por parte de las mujeres que desean posponer el embarazo. Es como si le dijeran a una persona: ahora mismo estás en mi camino; disculpa pero te meteré a un
refrigerador grande, y espérame allí; Vendré a buscarte cuando crea que es el momento adecuado.
Nadie aceptaría este razonamiento como sólido. Lo que es válido para la persona adulta es también válido para un ser humano de dimensiones microscópicas. El primero es una persona y el segundo es una persona. La discriminación repele la conciencia y contamina la civilización. Por tanto, la alternativa al aborto debería encontrarse de otras formas compatibles con las exigencias de la moral cristiana. Sin embargo, nadie puede utilizar a otra persona como objeto del que disponer a voluntad, incluso con la intención de respetar su derecho a la vida y la dignidad como persona.
Vive un día a la vez! ... ignite the moment!...Y recuerda que Dios te ama y yo también.
Msgr. Juan Nicolau, Ph. D. STL. Sacerdote jubilado de la Diócesis de Brownsville. Es psicoterapeuta familiar y consejero profesional con licencias.