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Miguel Barbosa la reconciliación en Puebla
Este miércoles el presidente López Obrador se presentó al funeral de su amigo. Pero en vez de ofrecer un mensaje de reconciliación para la ciudadanía poblana, el presidente piensa que incluso la muerte del gobernador se trata de él y prefiere enfatizar en que Barbosa fue quien impulsó la marcha del 27 de noviembre, conocida como la revancha de las marchas. Mucho nos dice el discurso de un presidente que, ante el deceso de un camarada de partido, continúa sembrando discordia y elevando el ánimo de resentimiento.
No es momento de editorializar sobre Miguel Barbosa Huerta, por respeto a él y al dolor de su familia no es necesario hoy hablar sobre lo que hizo bien o mal como gobernador de Puebla.
No obstante, la muerte del gobernador sí tiene una dimensión de interés público. Se trata del segundo gobernador consecutivo de Puebla que no pudo concluir su mandato debido a su muerte. Hay quienes afirman que los proyectos políticos no pueden culminarse debido al poco tiempo que duran los mandatos de gobernatura o presidencia. Imaginemos lo que significa el hecho de ni siquiera poder concluir ese breve mandato.
Tanto Martha Érika Alonso como Miguel Barbosa Huerta –nos gustaran o no sus proyecciones de políticas públicas– querían conducir a Puebla a una situación de estabilidad de la que hoy se encuentra lejos. Dos proyectos políticos frustrados significan estancamiento en el desarrollo de políticas públicas para la ciudadanía.
La constitución de Puebla establece que el Congreso del estado deberá convocar a la ciudadanía para elegir a la persona que ocupará el lugar de Miguel Barbosa únicamente por el periodo respectivo del gobernador fallecido. Estamos hablando de que la estabilidad política del estado de Puebla podría empezar su nuevo proyecto hacia enero del 2025. De modo que los próximos dos años existe el riesgo de que veamos una Puebla polarizada y sin mucho margen de gobernabilidad para quien ocupe el cargo.
¿Quién saldrá al rescate de Puebla? Definitivamente no se trata del único estado con problemáticas sociopolíticas, sin embargo, las fuerzas políticas del país deben poner especial atención en las estrategias que a partir de la muerte de Barbosa vayan a emprender.
En este momento, Puebla no debería ser un estado más para ganar, como lo es, por ejemplo, el Estado de México el siguiente año. Puebla puede ser el símbolo de que los partidos políticos pueden hacer a un lado sus intereses por el poder para privilegiar el compromiso de sacar adelante a un estado que no ha logrado despegar un proyecto social.
Twitter: @MaiteAzuela