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Los Claudios
El contraste entre Claudia Sheinbaum y Claudio X. González y sus cualidades y méritos para aspirar a la silla presidencial dice todo sobre la fortaleza del partido en el poder y la pobreza de la oposición. Ambos son las figuras más visibles y también las más mencionadas en uno y otro bando para encabezar una candidatura en las elecciones de 2024. La actual jefa de Gobierno de Ciudad de México es considerada el verdadero delfín de Andrés Manuel López Obrador, mientras que el empresario, quien fue pieza clave en la articulación de la alianza entre PRI, PAN y PRD para ofrecer un bloque electoral unido en los pasados comicios, reúne más consensos que cualquier aspirante proveniente de estos partidos.
Y si ya había diferencias sustanciales en términos de experiencia en la administración pública o de trayectoria política, las últimas declaraciones de ambos dejan muy en claro el contraste del potencial presidenciable de uno y otra. Lo más reciente de Claudio X. es un deplorable tuit: "La llamada 4T, una gran farsa, acabará mal, muy mal. Hay que tomar nota de todos aquellos que, por acción o por omisión, alentaron las acciones y hechos de la actual administración. Y lastimaron a México. Que no se olvide quién se puso del lado del autoritarismo populista y destructor". Un desafortunado mensaje que deja en claro la intolerancia de una parte de las élites para entender que otros sectores sociales también tienen derecho a proponer otro proyecto de país.
Peor aún, la evidente amenaza que encierra su frase da cuenta de un espíritu punitivo en contra de los que piensan distinto y una actitud autoritaria dirigida a los que acusa de autoritarismo. En contraste, Claudia Shein-baum exhibió en un reciente artículo para The Economist una visión moderna y democrática que está a años luz de su tocayo. Lo realizado en la capital, dijo, "muestra lo mucho que puede hacerse en México para construir sociedades inclusivas y sustentables en las que exista voluntad política para luchar contra el fraude electoral y la corrupción.
En 2022, y posteriormente, estamos comprometidos para fortalecer la democracia y construir una ciudad y un país para todos, para nuestros hijos y para nuestros nietos". Y desde luego no se trata de un texto casual o improvisado, sino del deseo de aprovechar la revista seminal del liberalismo para establecer su visión política. Se dirá que no se trata más que de palabras. Pero son palabras que revelan concepciones políticas y convicciones personales. Y las de Claudia y Claudio no podían ser más opuestas. En el mismo artículo, la jefa de Gobierno de Ciudad de México de plano anticipa lo que podría constituir un punto de su agenda presidenciable: "Prometo garantizar un medio ambiente sustentable, ayudar a enfrentar el cambio climático y, sobre todo, terminar con la corrupción".
En realidad, el verdadero rival político de cara a la carrera presidencial no se encuentra en la oposición, sino en sus propias filas: su correligionario Marcelo Ebrard, actual canciller. Un contendiente con credenciales políticas aún más destacadas que las de la alcaldesa. Ella tiene la ventaja de estar más cerca del corazón de AMLO a juzgar por las muchas señales que ha dado el Presidente, pero él tendría la virtud de ser más conocido en la escena nacional y, presuntamente, de gozar de más simpatías en los sectores moderados. Este lunes, López Obrador aseguró que el candidato de Morena para sucederlo en Palacio Nacional será elegido por encuesta de popularidad y que ésta será absolutamente neutra. Si en efecto así lo fuera, Ebrard podría tener alguna posibilidad. Pero hasta ahora el sistema de encuestas que este partido ha aplicado para elegir candidatos a las gubernaturas ha sido criticado por su opacidad y por la caprichosa selección de precandidatos. Invariablemente el ganador ha resultado ser el miembro de la lista al que se le atribuyen más simpatías en Palacio Nacional. No es casual, entonces, que ambos candidatos traten de fortalecer lo que consideran sus propias flaquezas. Marcelo con actitudes y declaraciones que dejan en claro su lealtad al Presidente para limar desconfianzas entre el círculo más obradorista. Claudia, que ya pertenece a este círculo, estaría aplicada a construir una imagen más favorable entre un amplio espectro político y alejarse de la percepción que la ubica como una militante radical.
Habría que decir que ambos lo están haciendo con acierto. Ebrard se ha apuntado un éxito tras otro en el escenario internacional, pero siempre asegurando el protagonismo del Presidente. Algo que debe tener satisfecho a AMLO, considerando que el sector externo era uno de los flancos más débiles en su trayectoria personal. Por su parte, Claudia incursiona con fortuna en la difícil tarea de mantener la cercanía con AMLO y al mismo tiempo dar muestras de que, de llegar al poder, tendrá una visión mucho más moderna e incluyente que su predecesor. Sus respuestas en la reciente entrevista publicada por el diario El País ("Claudia Sheinbaum y el futuro de México", El País Semanal, Javier Lafuente) no deja lugar a dudas. Interrogada sobre sus diferencias al enfrentar el cambio climático o la epidemia de covid, temas en los que la alcaldesa se desmarca con respecto a las posiciones de AMLO, respondió: "Llevamos tantos años de lucha juntos que un cubrebocas no nos va a dividir, sencillamente yo pensaba de esa manera y así lo dije, pero tampoco critico la otra... Pensar que tenemos diferencias en lo sustantivo cuando venimos del mismo movimiento sería absurdo, ¿no? Ahora, él estudió Ciencias Políticas y yo Física; yo soy mujer, él hombre; él es de Tepetitán, en Tabasco, yo soy chilanga.
Claro que hay maneras distintas de entender el mundo sencillamente por dónde vienes, pero hay una coincidencia muy grande en las transformaciones que requiere el país". En pocas palabras, una especie de "coincidimos, pero no somos lo mismo". No está claro si eso le alcanzará para vencer en las encuestas, como tampoco está claro si lo que está haciendo Ebrard le alcanzará para ganar el aprecio del Presidente. Esa es una interrogante. La otra es saber qué terminará siendo más decisivo: la encuesta o el parecer de AMLO. Mientras tanto, las alternativas más visibles de la oposición, los Claudio X. o los Ricardo Anaya, parecen condenados a labrarse más una carrera como influencers de redes sociales que como candidatos presidenciales con posibilidades reales.
@jorgezepedap El País