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Las nuevas acechanzas

  • Por: FORTINO CISNEROS CALZADA
  • 09 OCTUBRE 2020
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Las nuevas acechanzas

Aseguran sus biógrafos que Napoleón acuñó aquella famosa frase de "Despacio, que voy de prisa", para dar a entender que las acciones previas, en el y después del combate, debían ser emprendidas con cautela y eficacia; nada de que sus soldados fueran a la guerra y combatieran al ´troche-moche´, sin conocimientos del terreno, preparación para el ataque y una eventual defensa, y un espíritu fortalecido con la convicción de ser el mejor ejército del mundo, comandado por un genio de la estrategia militar.

Algo así ocurrió a principios del siglo pasado, cuando México y los mexicanos derrotaron en toda la línea al capitalismo decimonónico que se había apoderado del país y de sus riquezas. Las aspiraciones democráticas del presidente Madero no fueron suficientes para cambiar el rumbo del país; tuvieron que entrar en acción los cañones y los centauros que muchas veces cambiaron el bridón por el tren, para que se creara y se diera cabal aplicación al que fue el más avanzado texto constitucional de la época.

Ahora, luego de la noche oscura del neoliberalismo y la terrible corrupción que ahijó bajo el manto protector de la impunidad, es necesario ver lejos y mirar claro. Hasta ahora, el gobierno ha salido airoso de las escaramuzas de los grupos de ardidos que han perdido sus privilegios y buscan rescatar lo más que puedan, unos chillando como niños de pecho, otros lanzando terribles anatemas y amenazas, sin faltar los que hacen el ridículo en el empeño por legitimar, o cuando menos justificar sus truhanerías.

Pero, en la proporción en que se avanza, los enemigos son cada vez más grandes y más poderosos. No hay que olvidar que Nietzsche ya lo advertía en su obra Así hablaba Zaratustra, cuando explicó que a medida que se asciende en la montaña, los vientos soplan más fuerte. Los de aquí parecen que no han podido, los vecinos están ocupados en sus propios menesteres, por eso han entrado al quite los organismos financieros internacionales, especialmente el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

Tres son los arietes que están utilizando para romper las puertas de contención a los demonios del capitalismo salvaje: Que haya déficit fiscal y, como consecuencia, un mayor endeudamiento; que no se invierta en proyectos productivos que no ofrecen garantías de rentabilidad a corto plazo; y que se grave más el consumo popular y se aumenten los impuestos al sector productivo. Para ello, han dispuesto de una generosa suma que llegarán al país tan pronto como el gobierno firme los compromisos del caso.

Recomiendan no seguir con el proyecto de construcción de la refinería de Dos Bocas, en el estado de Veracruz, porque, dicen que es inviable. ¿Cómo pueden los funcionarios del fondo, que nunca han arreglado ni un café con leche, saber si la refinería va a beneficiar a México o no? No, no lo saben. Lo que les interesa es que la administración pública siga propiciando y apapachando la inversión especulativa, que es la materia que da sustento a los dos organismos que tienen acogotado al mundo.

De aumentar los impuestos, ni hablar. El horno no está para bollos ni México para cumplir antojos. Es posible que en algunos rincones de la América indiana y de Asia y África, haya quien les crea y se embarque en nuevas aventuras filibusteras para seguir concentrando la riqueza del planeta en unos cuantos bolsillos. Basta con cuarenta años de ´medidas dolorosas; pero, necesarias´, de grandes despojos y saqueos que aún se están pagando con el hambre y el abandono de tantos mexicanos sin porvenir.

De esta trance también habrá de salir airoso México. Ya ni el FMI ni el Banco Mundial pueden seguir engañando con sus máscaras de hermanitas de la caridad. Esas dos grandes instituciones financieras han acompañado y han contribuido a la moderna internacionalización del sistema económico, o sea, que se inscriben en la fase que representó el capitalismo productivo transnacional que se gestó en la segunda posguerra y en la actual vinculada a la expansión del capitalismo financiero y especulativo de las últimas cuatro décadas. 

El fracaso de las dos instituciones, organismos privados ambos, se ha evidenciado en las recurrentes crisis que han padecido todos los países del orbe, cuya salida ha sido la impresión de más dinero, dinero en cantidades superlativas que en este momento no tiene respaldo real, más que en la deuda, que se ha vuelto el ´coco´. Deuda que cobran a lo chino los gobiernos de las potencias que tiene que ver con los dos. 

En los momentos en que se impone la necesidad de crear un nuevo orden económico mundial más justo y racional, y en los que México está resistiendo los duros embates del capitalismo salvaje, bien harían las personas de buena voluntad sumarse a la tarea y atender la recomendación del gran corso. 

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