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´La última quizá´

Podría yo llenar esta plana, y varias más, con la enumeración de los motivos por los cuales amo a Puebla, a Puebla de los Ángeles, arcángeles, serafines, querubines, virtudes, tronos, potestades, principados y dominaciones; en suma, a Puebla de toda la Corte Celestial. Levítica ciudad es ésa, aun en los tiempos que corren. No puedes volver la vista a ninguno de los rumbos cardinales sin ver alguna torre o cúpula eclesial. En el templo de los franciscanos está el cuerpo incorrupto de fray Sebastián de Aparicio, primer charro mexicano,  primer constructor de carretas y caminos, y gran hacedor de milagros. Una vez le pidió a un rudo herrero: "Por caridad de Dios, hermano, ponle herraduras a mi mulita". Se las puso el hombre, y al final le pidió su pago a Sebastián. "Te lo pedí  por caridad de Dios -le recordó el frailecito-. Yo no llevo dinero conmigo". "No sé de caridades -opuso el herrador-. Quiero mi paga". Fray Sebastián, entonces, se volvió hacia la acémila y le dijo: "Hermana mulita: devuélvele sus herraduras a este hombre, pues ni tú ni yo tenemos con qué pagárselas". La mula sacudió sus patas y las herraduras cayeron ante el mezquino sujeto. Repositorio de bellezas, Puebla es joyel de México, de América y del mundo.

Su espléndida cerámica, con ese azul profundo que recuerda al del manto de la Virgen, es ornato y gala de cualquier casa mexicana.  Su trigarante chile en nogada es el platillo emblemático de México. Su rica y variada dulcería no tiene parigual. La Benemérita Universidad poblana ha abierto para mí sus prestigiosos recintos, y el Cabildo catedralicio me permitió un día ver los tesoros que guarda el recio templo construido por leves alarifes celestiales.

´La última quizá´

Desde su campanario vi un día los volcanes, que en el verano tienen nieve y en el invierno no. Poseo una linda colección de soldaditos de plomo, yo, que de niño no pude tenerlos, y que ahora nadie puede tocar más que mis nietos. Todos esos mínimos ejércitos los he comprado en Puebla. Mi casa se embellece con cuadros del maestro Serrano y la maestra Lurzhat, conseguidos por mi buena fortuna en el Mercado del Artista. En el Parían halle dos figuras de barro, pequeñitas -medirán apenas lo que mi dedo pulgar-, que representan a Cantinflas, en una vestido de diablillo, en la otra de padrecito.

Las tengo juntas, para que me recuerden mis contadas ortodoxias y mis múltiples heterodoxias. Ambas figuras, y ambas tendencias, viven en armoniosa compañía: la santa virtud de la tolerancia debe empezar por uno mismo.  Un vínculo de historia nos une a coahuilenses y poblanos. Puebla de Zaragoza es su ciudad, y Coahuila de Zaragoza es mi entidad nativa. Pero más allá de apelativos oficiales a mí me liga a Puebla un lazo cordial, o sea de corazón, que es el recuerdo de amigos entrañables en cuya compañía recorrí con pasos juveniles sus calles y sus plazas; y aquel concierto de campanas cuyo tañido escucho todavía. Ahora Puebla está enlutada por el súbito fallecimiento de su gobernador, Miguel Barbosa Huerta.

Al margen de la política y los partidarismos, tan irrelevantes en la presencia de la muerte, la inesperada pérdida del gobernante poblano suscita un sentimiento de tristeza. Envío por ese medio mi pésame a su esposa, a su familia toda, a la comunidad poblana en general. Y traigo a la memoria la severa y lacónica lección inscrita en la carátula de un antiguo reloj de iglesia: "Ultima forsan". En latín eso significa "La última quizá". La hora que aquí ves puede ser la postrera de tu vida. De otro modo lo dice el proverbio popular: "Para el amor y la muerte no hay caja fuerte". FIN

MANGANITAS

Por AFA

´...En peligro de 

desaparecer el 

Verde y el PT...´

Con frecuencia han sido socios,

y en conjunto se han vendido.

¿Les pasará lo ocurrido

a muchos otros negocios?