Historia de los execrados de las Grandes Ligas... Dos que traficaban con drogas en Cooperstown.

Coral Gables, Florida (VIP WIRE). Cuando hablamos de execrados del beisbol en la historia, generalmente recordamos solo a nueve, los ocho Medias Negras de 1919 y Pete Rose, 70 años después, en 1989.
Pero en realidad han sido docenas los peloteros, mánagers, coaches, umpires, propietarios de equipos, médicos y ejecutivos, sancionados con suspensiones definitivas o temporarias.
Los primeros en la historia fueron en 1865, antes de ser inaugurada la primera Liga Grande, Thomas Devyr, Ed Duffy y William Wansley, de los Mutuals, de Nueva York, encontrados en negocios con apostadores.
George Bechtel, de los Grays de Louisville, en 1876, por vender juegos a los apostadores, igual que Jim Devlin, George Hall, Al Nichols y Bill Craver, del mismo equipo, en 1877.
Oscar Walker, también en 1877, por firmar con dos equipos.
El umpire, Richard Higham, en 1882, asociado con apostadores.
El médico de los Gigantes de Nueva York, Joseph Creamer, en 1908, por intentar comprar al umpire Bill Klem, por 2.500 dólares, para que favoreciera a los Gigantes en un playoff con los Cachorros.
Jack O´Connor, mánager y Harry Howell, coach de los Carmelitas de San Luis, en 1910, por tratar de asegurar con dinero, para que Nap Lajoie le ganara un título de bateo a Ty Cobb.
Horace Fogel, propietario de los Phillies, porque en 1912, acusó a los umpires, de favorecer a los Gigantes contra su equipo.
Hal Chase, de los Gigantes, en 1921, por apostar y arreglar juegos en favor de su equipo.
Joe Harris, de los Indios de Cléveland, en 1920, por abandonar su equipo para jugar por más dinero, en una Liga Independiente.
Heinie Zimmerman, de los Gigantes, en 1921, por animar a sus compañeros de equipo a arreglar juegos con los apostadores.
Los ocho Medias Negras vendidos en la S. Mundial
Los ocho Medias Negras, vendidos a los apostadores en la Serie Mundial de 1919, frente a los Rojos, sancionados en 1920 por el Juez, Kenesaw Mountain Landis: Chick Gandil, quien organizó la venta; Joe (El Descalzo) Jackson, Eddie Cicotte, Lefty Willams, Fred McMullin, Swede Risberg, Happy Felsch, Buck Weaver.
Más execrados:
Joe Gedeón, de los Carmelitas, en 1920, por complicidad con los apostadores en la Serie Mundial 1919.
Eugene Paulette, de los Phillies, en 1921, por socio de los apostadores.
Benny Kauff, de los Gigantes, en 1920, por vender carros robados.
Phil Douglas, de los Gigantes, en 1922, por intentar cambiarse a los Cardenales.
Jimmy O´Connell, de los Gigantes y el coach, Cozy Dolan, en 1924, por ofrecer al shortstop de los Phillies, Heinie Sand, 500 dólares por apuestas.
William. B. Cox, propietario de los Phillies, en 1943, por apostador.
El traficante Jenkins está en Hall de la Fama
Ferguson Jenkins, de los Rangers, en 1980, porque la Aduana de Toronto (él es canadiense) encontró en su equipaje, cocaína, hashish y marihuna. Fue rehabilitado por un árbitro independiente y lo elevaron al Hall de la Fama en 1991, con 334 votos de los 443 posibles esa vez. Jenkins vive en Canadá, a los 82 años de edad.
Y también está Orlando Cepeda
El sluger puertorriqueño, Orlando Cepeda, se convirtió en socio de traficantes colombianos de marihuana, por lo que dos vece fue a la cárcel, después de retirado como pelotero.
Es extraño, que él no aparezca en esta lista de Major Legue Baseball, aún cuando tiene reord de dos intentos de meter marihuana colombiana a Puerto Rico, en cargamentos de cerca de 100 y más kilos.
Más execrados:
Mickey Mantle y Willie Mays, ya retirados, en 1983, fueron execrados por aparecer en anuncios de casinos de Atlántic City.
Pete Rose, en 1989, por apostar, pero siempre a su equipo.
George Steinbrenner, en 1990, por pagar un detective para que investigara a Dave Winfield.
Steve Howe, de los Yankees, en 1992 por consumo de alcohol y drogas.
Vociferadora de los Rojos
Marge Schott, propietaria de los Rojos, en 1996, por vociferar públicamente contra los negros, los judíos, los asiáticos y los homosexuales, a la vez que glorificaba a Adolfo Hitler.
Los hispanoamericanos no figuramos en el repertorio de Marge, porque ella no sabía que existíamos.
Gracias a la vida que me ha dado tanto, incluso un lector como tú.