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El Ejército y la banqueta del antiguo Colegio Militar
La calzada México-Tacuba es muy antigua y siempre ha servido de mercado; desde los aztecas, este camino conectaba a Tenochtitlan con Tlacopan, hoy Tacuba.
Carlos Monsiváis escribió sobre los rituales del caos en la Ciudad de México y en nuestro país entero. La México-Tacuba escenifica este caos cotidianamente. Es imposible ver la entrada del Metro Tacuba porque sus accesos son un laberinto de lonas, diablitos para robarse la energía eléctrica, y exhibición de mercadería de toda suerte. Si uno revisa el reglamento de protección civil, de seguro se están infringiendo todos y cada uno de sus puntos.
Algunos metros hacia el oriente, sin embargo, sucede algo milagroso: hay un tramo de la calzada que luce ordenado y limpio. Uno se pregunta ¿y cómo le hicieron aquí para que el comercio en la vía pública desapareciera, para que el espacio público esté limpio, para que las plantas luzcan cuidadas y los muros bien pintados y conservados? Pues resulta que es la banqueta del antiguo Colegio Militar.
Sospecho que un día pasó por allí el presidente, y al ver el contraste entre el caos y el cosmos sentenció: vamos a encargarle a estos señores un par de cosas que no funcionan para que ellos hagan que funcionen.
Esta epifanía presidencial trajo consigo una convicción: los militares son disciplinados, patriotas, honestos, y eficaces, mientras que los civiles son desordenados, deshonestos y desobligados. Y claro, luego vino la decisión de que las fuerzas armadas debían hacerse cargo de todas aquellas tareas en que habían fallado los civiles en el servicio público.
Si las aduanas están capturadas por el crimen organizado, que venga el Ejército a hacerse cargo. Si el aeropuerto de la CDMX sigue siendo presa del narco, llamen a la Marina para arreglarlo. Si las complicidades de adentro de Pemex con el huachicol son imparables, que el combustible se transporte en pipas con vigilancia del instituto armado.
Si la violencia no cede, que el Ejército releve a las policías y permanezca en las calles hasta 2028.
Hasta aquí todo bien, excepto por dos problemitas:
1) Las filtraciones recientes (y el sentido común) nos advierten que los soldados y oficiales del Ejército mexicano son, claro está, mexicanos. No fueron a reclutarlos a Dinamarca (como al sistema de salud) ni con los guardias suizos del Vaticano que mantienen la plaza de San Pedro en orden. Por lo tanto, los militares mexicanos están sujetos exactamente a las mismas tentaciones, pulsiones y ambiciones (principalmente monetarias) que sus compatriotas, incluyendo ser respondones a la hora en que se les investiga.
2) Con la nueva posposición de su permanencia en las calles hasta 2028, empezaremos la tediosa y laboriosa tarea de formar, capacitar y remunerar dignamente a una nueva policía... al cuarto para las doce, cuando esté a punto de fenecer el plazo aprobado por los "Alitos" y los Añorves y los Manceras y los morenistas todos. No ganamos tiempo, simplemente aplicamos a las altas prioridades nacionales la patriótica receta de postergarlas indefinidamente.
Así que atención, no engalane usted demasiado la banqueta de su casa, no vaya a ser que le encarguen terminar de construir el Tren Maya y operar el AIFA.
Posdata: Tatiana Clouthier tiene trayectoria y pensamiento propios. Desde aquí le hago llegar mi respeto y reconocimiento. (Profesor asociado en el CIDE)
Twitter: @Carlos_Tampico