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Entre el libre comercio y el autoconsumo
Liberalizar el mercado permitiendo mayor flujo
comercial, pero dada la coyuntura actual es difícil
suponer que esto tendrá un impacto real en la inflación
Pocas cosas más raras que la dualidad que plantea el presidente López Obrador en el plan para intentar frenar la inflación. Esta misma semana se publicó el decreto para exentar de aranceles a diversos bienes en la canasta que el presidente consideró como básica, pero por otro cambia los objetivos del cuestionado programa Sembrando Vida para promover la siembra dirigida al autoconsumo.
El decreto vino acompañado de un comunicado de la Secretaría de Hacienda (¿y la Secretaría de Economía dónde está? ¿No son justo los temas de su competencia?) en el que se especificaba que la exención arancelaria no exime a los importadores de cumplir todas las demás obligaciones no arancelarias, como las sanitarias. Aparte de los 21 productos ya conocidos, se incluye la posibilidad de importar animales vivos (considerados insumos). Los productos contemplados en el decreto representan alrededor de 11% de la canasta de bienes y servicios considerada en la medición del Índice Nacional de Precios al Consumidor.
México tiene tratados comerciales con 50 países, aunque el comercio se concentra en Estados Unidos. Los bienes a los que se exentará de aranceles, de hecho, ya están exentos porque, en su mayoría, se comercian al amparo del TMEC. En todo caso, podrían verse beneficiadas algunas otras economías productoras de ciertos insumos como Brasil y Argentina. Además, dado que el fenómeno inflacionario es global, la eliminación de barreras arancelarias para aumentar su importación no necesariamente tendría un efecto en precios.
Creo que la medida era la correcta, liberalizar el mercado permitiendo mayor flujo comercial, pero dada la coyuntura actual es difícil suponer que esto tendrá un impacto real en la inflación. Tan es así, que las expectativas de inflación de los principales bancos no se han modificado a la baja como resultado del plan anunciado.
La medida, según el decreto, tendrá una duración de un año y podrá ser prorrogable por otro. Esa temporalidad puede ocasionar distorsiones no deseadas en el sector productivo nacional. Nada es más nocivo para la inversión que la incertidumbre en las reglas del juego. Los aranceles -y sus exenciones- son parte de esas reglas.
En el mismo plan, el presidente sugirió el incremento de la producción de frijol y de maíz. ¿Se logrará ese incremento por decreto, por recomendación presidencial o por condiciones de mercado? Todavía no lo sabemos porque para eso, sin sorpresas, no hay un plan. El presidente también recomendó incrementar la producción para el autoconsumo. Incluso, hacia finales de la semana pasada, el presidente visitó varios estados del país para promover su plan, mencionando la importancia del autoconsumo para lograr la "autosuficiencia alimentaria". Por un lado, se procura el libre comercio al eliminar los aranceles a la importación y por otro, se ¿promueve? ¿publicita? ¿fomenta? la autosuficiencia alimentaria.
El campo mexicano, como tantas cosas en el país, es desigual. Hay grandes productores, profundamente eficientes, y están los pequeños con técnicas agrícolas de antaño y baja productividad. Además, los apoyos al sector no han hecho más que disminuir en los últimos años. En 2014, cuando fueron los mayores apoyos, los diferentes programas que existían sumaban alredor de 116 mil millones de pesos. Para 2022, no solo los programas que ya existían habían desaparecido siendo sustituidos por otros, sino también su presupuesto total había disminuido a alrededor de 56 mil millones de pesos, menos de la mitad. De hecho, algunos de los programas específicos mencionados en el plan anti-inflación tienen disminuciones en el presupuesto asignado para este año.