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El rostro de la depresión
Cheslie Kryst parecía tenerlo todo: era alta, delgada y muy hermosa, tanto que en el 20019 fue la ganadora del certamen Miss Estados Unidos, había bondad en su corazón ya que colaboraba como abogada voluntaria en centros penitenciarios; también tenía el trabajo perfecto era presentadora de televisión y fue conductora en el Miss Universo 2021; en donde se veía realizada y feliz... sin embargo en su interior algo se había quebrado.
La ex Miss Estados Unidos, decidió suicidarse; se arrojó al vacío desde la ventana de su departamento, ubicado en el piso 60 del lujoso rascacielos de Nueva York; en su cuenta de Instagram dejó un mensaje: "Que este día te traiga descanso y paz". Al analizar sus pensamientos nos damos cuenta que era un suicidio anunciado, pero difícil de presagiar.
Cheslie sufrió el acoso de manera muy intensa, por su estatura, por su raza, por no cumplir el estereotipo de reina de la belleza.
Poco antes de cumplir los 30, la modelo publicó en una revista de modas una reflexión acerca de la edad y la vejez: "Cada vez que digo voy a cumplir 30, me estremezco"; sin embargo este pensamiento no solo la invade a ella; al llegar a esta década, a las mujeres, en general, les estalla la presión social haciéndoles sentir que la vida apremia. La modelo declaró que se estaba quedando sin tiempo para ser importante ante los ojos de la sociedad.
Dicen los expertos en salud mental que a las mujeres en particular se les atormenta demasiado desde pequeñas con el miedo a envejecer: "La obsesión comienza a los 30 y continúa durante toda la vida, lo que hace que se miren a sí mismas con extrema dureza".
Cheslie sin duda alguna fue víctima de su depresión.
La depresión es una enfermedad frecuente en todo el mundo, pues se estima que afecta entre un 3.8% a un 5% de la población. A escala mundial, aproximadamente 280 millones de personas tienen depresión.
Esta enfermedad genera gran sufrimiento a la persona afectada y altera sus actividades laborales, escolares y familiares; en un caso extremo, puede llevar al suicidio. Cada año se suicidan más de 700 mil personas, convirtiéndolo en la cuarta causa de muerte entre las personas de los 15 a 29 años; y afecta mucho más a la mujer que al hombre.
Aunque hay tratamientos conocidos y eficaces contra los trastornos mentales, más del 75% de las personas afectadas en los países en vías de desarrollo no recibe tratamiento alguno.
Algunos de los obstáculos para su tratamiento son la falta de recursos y de proveedores de atención de salud capacitados, además de la estigmatización asociada a los trastornos mentales.
En países de todo tipo de ingresos, las personas que experimentan depresión a menudo no son correctamente diagnosticadas, mientras que otras que en realidad no padecen el trastorno son a menudo diagnosticadas erróneamente y tratadas con antidepresivos.
La pregunta es ¿cómo nos podemos dar cuenta que existe la depresión en un ser que amamos? Me atrevo a decirles que en algunos casos puede ser casi imposible, y solo pudieran reconocer el problema los Psiquiatras o especialistas en salud mental; las depresiones ya evolucionaron y no precisamente tienen el rostro de la tristeza y el dolor; si no que también luce sonriente, aparece en los deportistas muy ejercitados, en personas híper activas, asiduas a fiestas e incluso la vemos escondida atrás de las vidas perfectas –al menos en apariencia.
La depresión es el resultado de interacciones complejas entre factores sociales, psicológicos y biológicos (cuando alguien está deprimido sufre una inflamación de la amígdala lo que obstruye una adecuada oxigenación al cerebro) Quienes han pasado por circunstancias adversas como el desempleo, pérdidas de seres queridos o eventos traumáticos tienen más probabilidades de sufrir depresión. A su vez, la depresión puede generar más estrés y empeorar la vida de la persona afectada.
No podemos olvidar que en estos últimos años interactuamos menos con las personas y nos conectamos más a la tecnología, este hecho está muy relacionado con el aumento de casos de depresión y sus consecuencias.
La depresión no tiene edad, los ataque de pánico no son un show, la ansiedad no es una exageración, ni la baja autoestima es un juego; en lugar de juzgar, brindemos ayuda; confiemos en los especialistas de la salud mental, sin tabúes ni estigmas.