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El poder de la ciudadanía
Ante las embestidas populistas ha regresado al escenario la consigna sobre la defensa de la democracia
La democracia en estos tiempos ha sido golpeada por una ola de opciones populistas y de ultraderecha que llegan al poder mediante unas elecciones, pero se dedican a combatir a actores e instituciones que forman el rompecabezas democrático en una sociedad, es decir, la prensa, la academia, las oposiciones, los movimientos sociales independientes. En este tipo de régimen se normaliza —poco a poco— la captura de los otros poderes que son pesos y contrapesos. Ahí están los casos extremos de destrucción democrática como Venezuela y Nicaragua, así como Hungría y Polonia.
Esa democracia que puede ser vulnerada desde el poder, tiene también la fuerza suficiente para resistir y cambiar las olas autoritarias; eso pasa cuando hay elecciones que redefinen el rumbo. El voto es el principal recurso de la ciudadanía para defenderse de los embates del autoritarismo, por eso es tan importante garantizar las mejores condiciones para ejercerlo. Es lo que pasó en Brasil, el 30 octubre, y en Estados Unidos, el pasado 8 de noviembre. Es el poder del ciudadano que ejerce su voto para detener a tipos como Bolsonaro y Trump. Salen derrotados, pero queda su estela autoritaria.
Desde hace tiempo se sabe que el poder del voto es limitado, porque sirve para elegir autoridades y representantes, pero es muy débil para que los gobernantes se comporten de acuerdo a sus promesas y ofertas de campaña. A pesar de todo, el voto es un instrumento útil que puede detener, a veces, las olas autoritarias. Cuando unas elecciones se vuelven definitorias se generan cambios en el escenario. Ante las embestidas populistas ha regresado al escenario la consigna sobre la defensa de la democracia. Eso fue lo que impulsó a Lula en Brasil y a los demócratas en Estados Unidos. Frente a un riesgo de que el sistema democrático, entendido como el engranaje de defensa y protección de los derechos ciudadanos, se destruya, entonces es muy importante la defensa ciudadana. ¿Qué hubiera pasado con otro periodo de Bolsonaro o con una ola trumpista que hubiera ganado de forma abrumadora? Lo más probable es que se habría consolidado un autoritarismo duro en Brasil en contra de las minorías, y el golpista de Trump tendría un camino pavimentado rumbo a la Casa Blanca en 2024. Pero no fue así.
Un componente fundamental del momento crítico que atraviesa la democracia con estos oleajes es que los países han entrado en una dinámica de alta división y profunda polarización. Hay realidades estructurales que han propiciado este ambiente, pero también hay liderazgos que dividen y agendas que se contraponen. Otra parte de la crisis democrática tiene que ver con la crisis de los partidos políticos, con el hundimiento de las posiciones de centro, tanto de la izquierda, como de la derecha. En Estados Unidos el bipartidismo funciona, pero se ha radicalizado en la derecha republicana. El trumpismo infectó como un virus el clima político con sus campañas de negacionismo, sobre un fraude inexistente y la negación del cambio climático. Del lado demócrata el tema fue la defensa del derecho al aborto y el apoyo a la diversidad racial y sexual.
En México atravesamos un momento difícil. Tenemos un presidente que todos los días insulta y condena a sus adversarios y los convierte en enemigos. La voz de AMLO ha polarizado de forma extraordinaria. ¿Qué tan en riesgo está nuestra democracia en México con la reforma que quiere hacer AMLO del sistema electoral? Para los que marcharon el domingo en defensa del INE, parece que sí estamos en un grave peligro. Ya he escrito sobre por qué no hacer esta reforma, cuáles son las líneas rojas que se traspasarían y los riesgos de hacerla.
Aquí pasa algo muy extraño, AMLO tiene apoyo alto porque se le considera una persona honesta y con buenas intenciones, pero no se aprueban sus políticas en seguridad, economía, educación o salud; y, por lo que vimos el domingo pasado, hay muchos ciudadanos en contra de su reforma electoral. Esperemos que los partidos de oposición y el partido gobernante entiendan el mensaje ciudadano. Comparto mucho de lo que dijo José Woldenberg en la marcha...