El desafío de Alfaro: a Dante, a AMLO y al sistema

Lo de Alfaro no es una declinación. Rompe la tregua pactada con AMLO tras las victorias emecistas en Jalisco en 2021, pero también anuncia que no ha de entregar la plaza, que la defenderán con todo y tope donde tope

Era viernes de una semana harto movida y desde Jalisco la política parió una nueva opción rumbo a 2024: con un mensaje que revolucionará el debate, el gobernador Enrique Alfaro lanzó un desafío al jefe de su partido, al presidente de la República y a la oposición.

Alfaro ha decidido aportar el peso de su investidura como mandatario de uno de los estados más pujantes, y a la vez reacios a someterse a Andrés Manuel López Obrador, a la causa de fortalecer a la oposición.

El desafío de Alfaro: a Dante, a AMLO y al sistema

No con una candidatura presidencial para sí, como se pensó, sino con críticas y una oferta de apertura para que ésta realmente exista.

Con ese paso, y con las claridosas advertencias de su mensaje distribuido en video, descoloca por principio a Dante Delgado, artífice de un embate en contra del PRI que ni López Obrador sostiene tan persistentemente.

Alfaro ha dicho esta boca es mía y declara que en Jalisco no han de acompañar el veto que Delgado impone a toda alianza con el Revolucionario Institucional y el Frente. Alfaro califica de "necedad" la obstinación del jefe de Movimiento Ciudadano de regatearle valor a priistas y panistas de base.

Y les recuerda a Dante y a AMLO que él habla desde la fortaleza de haber ganado las elecciones intermedias y de no estar como su colega de Nuevo León, que vive a expensas de políticos locales que le maniatan y del auxilio nada desinteresado del Palacio.

No es esta la primera rebeldía de Alfaro, cuyo temperamento es parte de su marca política. En diciembre pasado, el jalisciense desdeñó un cónclave de MC para mandar el mensaje a Delgado de que no puede dar por sentado a los políticos del terruño que distrito por distrito más legisladores le aportan.

A su vez, Dante no reaccionó ayer con descalificaciones. Sus primeros mensajes tras el discurso de Alfaro hablan de que entiende que la irrupción de Xóchitl Gálvez provocó que todo mundo adelantara el movimiento de fichas que quizá habían creído que tendrían que tocar hasta dentro de meses.

Lo que Jalisco sí leyó correctamente es que la senadora hidalguense ha sido el revulsivo que las fuerzas opositoras, y la opinión pública que añoraba una alternativa o al menos una candidatura que diera la batalla al oficialismo, esperaron durante meses, y que no hay que desaprovechar la efervescencia.

Algunos críticos del corto perfil político de Gálvez le regatean algo más importante: el palpable logro de haber cambiado el tablero de un mes a otro, de que incluso perfiles antes famélicos de atención mediática como el de Enrique de la Madrid se han beneficiado de esta ciclista que corta el viento y abre una estela por donde se cuelan sus variopintos compañeros.

Si Xóchitl tiene o no el fuelle que se requiere para aguantar las escarpadas colinas que una campaña nacional implica, si podrá resistir las soeces e indebidas tarascadas con las que Palacio Nacional, instalado en macho cabrío, pretende tumbarla de su sueño, es pronto para pronosticarlo.

Pero dudar de que con su huipil e inconfundible estilo obligó a todos a entender que o se posicionan o pueden quedar fuera del pelotón que encabeza esta maratónica prueba, es no querer ver un fenómeno político neto: hay quien regatea incluso eso, mas Alfaro y su tropa de jaliscienses no.

Por la forma en que Xóchitl ha animado la competencia es que desde Jalisco lanzaron un par de jabs. El jueves, Clemente Castañeda, el mejor cuadro de esos políticos que desde Tlajomulco se lanzaron a la conquista del poder desde hace dos décadas, abrió el debate que coronaría ayer Alfaro.

El senador Castañeda, convaleciente de una cirugía de cervicales con la que se pone a tono para buscar su propia candidatura a Jalisco, dijo en una entrevista en su tierra que MC debería pensar en cambiar su estrategia de no pactar con el PRIAN ante la irrupción de Xóchitl.

Que el líder de la bancada de los naranjas en el Senado planteara eso fue, ahora lo sabemos, mucho más que un guiño, más que tomarse una libertad en uno de los partidos de más rígida jefatura. Era el pase a gol para Alfaro.

Se puede conocer a la gente de la política por cómo juega al futbol. Y pocos tan fanáticos y aguerridos en eso como el chiva Alfaro. Clemente puso un centro templadito que Dante Delgado pensó que había desactivado al recordar que con el PRI ni a la esquina. Pero el gobernador regresó la pelota a la cancha con un tiro tan franco como amenazante para varios frentes.

La jugada de Alfaro solo sería creíble si en ella emplea su resto, si se le ve que no ha de cuidarse de las consecuencias que tendrá el dar un pase con el que insufla la posibilidad de una candidatura plural y amplia, de renovado vigor, de impredecible fuerza. Y eso solo ocurrirá enfrentando a AMLO.

El segundo desafío de Alfaro es al presidente de la República. Hay coyunturas en que ciertas frases no son retórica hueca. Ayer, al asumirse como uno de los arquitectos de una eventual alianza opositora, el gobernador inicia su andanada recordando que habla desde el Estado libre y soberano de Jalisco.

Cuán relevante es que el mandatario subraye que hay República aunque Palacio Nacional hable semanalmente solo con 20 ejecutivos estatales que actúan como empleados.

Para ser no solo hay que parecer, hay que declararse como lo que uno quiere ser tomado: no podría ocurrir de otra manera, es Jalisco el que habla hoy de federalismo.

Y precisamente al romper todo lazo posible con Andrés Manuel, Alfaro le reclama a Dante Delgado que no vea que el rumbo que su amigo tabasqueño ha decidido para México es uno donde se desmantela el orden constitucional, se socava al federalismo y se pretende anular toda disidencia.

Ante tal amenaza, pero sin ahorrarse críticas al método que hasta hoy el llamado Frente Amplio por México ha pergeñado, es que se vuelve inviable e inaceptable para él la estrategia de Dante de cerrarse a negociar con todos la unificación de una plataforma que haga posible resistir a Morena, ese, lo digo yo, partido de Estado.

Lo de Alfaro no es una declinación. Ver en eso solo un descarte es no haber escuchado el mensaje. Rompe la tregua pactada con AMLO tras las victorias emecistas en Jalisco en 2021, pero también anuncia que no ha de entregar la plaza, que la defenderán con todo y tope donde tope.

Claro que el gobernador juega para sí y los suyos, para maniobrar con más fuerza frente a Dante a la hora de definir candidaturas jaliscienses en la renovación de 2024, para establecer que las y los diputados, y las y los senadores de Jalisco, no se definirán en un café de la Ciudad de México. Y menos quién ha de sucederle en Palacio de Gobierno.

Pero también dice que si le dejan ese margen, está listo para apoyar, con sus cuadros y peso mediático, a la creación de candidaturas de todo nivel. Se queda en Jalisco para —liberado de la ambición personal de un nuevo cargo, pero también del bluf tahúrico de su hasta ayer jefe veracruzano— apuntalar todo lo que vaya en oposición a AMLO.

Sin la unificación no hay mucho que hacer, recuerda Alfaro a unos y a otros en su mensaje, en su inequívoco anuncio de que sus cuadros están por esa opción, y que no van a acompañar la "necedad" de no sumarse porque sería "la mayor contribución para la consolidación del régimen en ciernes".

A su partido le demanda ni enjuiciar de manera sumaria a quienes son parte del Frente, ni aferrarse al camino del aislamiento. Demanda ser los primeros en dar un paso para construir, no soñar con una tercera vía. De no abrirse a todo ello, de seguir en "una ruta que no entiendo", anuncia que simplemente no estará con Dante. Desde Jalisco ha surgido mucho más que el germen de un cisma intrapartidista en Movimiento Ciudadano o una calenturienta reacción a la incipiente xochitlmanía.

Lo que Alfaro puso en la mesa fue una oportunidad, y una exigencia, para la oposición. Al no ahorrarse la descripción del Gobierno federal como uno que amenaza a las instituciones, y al tener de este la independencia que el neoleonés Samuel García sueña para un domingo, ofrece colaborar para resistir colectiva y eficazmente a Morena.

No es Xóchitl, es la oposición, es lo que advierte Alfaro. Si la hidalguense mostró que en una de esas hay chance de competirle a las corcholatas, entonces los opositores tienen la obligación de armarse de la mejor forma para resistir el intento de avasallamiento de López Obrador.

Porque si AMLO se sale con la suya y logra atropellar a Gálvez con insultos y ataques, con el abuso de las instituciones en su contra, si las oposiciones se contentan con ganar cada cual sus enclaves, entonces el equilibrio republicano difícilmente sobrevivirá.