Columnas > JUAN IGNACIO ZAVALA
Dos meses del gobierno de Claudia Sheinbaum
La seriedad de la Presidenta choca con la frivolidad y la estupidez que campea en su movimiento. Mientras la pachanga estaba en su apogeo, se apareció el monstruo Donald Trump
A dos meses de que llegó la Presidenta Claudia Sheinbaum, ¿en qué andan los liderazgos de la 4T? ¿A qué se dedican? ¿cuáles son sus prioridades? Debajo de la mandataria lo que reina es el festín, la pachanga inacabable por el triunfo popular. El jolgorio incluye un periodo larguísimo de revancha, sobre todo lo hecho no en el Gobierno pasado, sino en el antepasado y anteriores. La lista de cambios no parece tener fin. Los proyectos de destrucción de lo habido conforman una larga lista. Cada día Monreal o Noroña –las caras masculinas de este nuevo periodo– anuncian una transformación más: que si los sorteos, que si las propinas, que si aplastan al Poder Judicial, que si los autónomos, que las elecciones de personas juzgadoras, que si votan desde el estadio de beisbol, en fin, una mezcla de buenos deseos, falsos diagnósticos, ímpetu de venganza y una vergonzosa capacidad de ejecución son los resultados de estos dos meses de gobierno.
Parece atrapada la mandataria en sus ganas de convencer a los suyos de que seguirá los pasos del líder. Se entiende, pero el camino por el cual optó no parece ser el correcto, por lo menos no para ella. Una Presidenta que no puede poner a los coordinadores de sus mayorías en el Congreso, está en problemas, sobre todo si los nombró públicamente su antecesor. Es claro que las prioridades de ella y de ellos son diferentes. Y eso se ha propagado. La disciplina y el miedo que imperaba en el lópezobradorato se ha relajado enormemente. El orden que quiere darle la Presidenta a sus exposiciones públicas, a los anuncios de sus programas, al lucimiento de ciertos nombramientos, se quedan en intentos por la parafernalia del carnaval morenista. Cierto que fueron meses movidos por tanto cambio, pero también han sido de risa loca por la cantidad de despropósitos.
La seriedad de Sheinbaum choca con la frivolidad y la estupidez que campea en su movimiento. Retacar de miles de participantes una convocatoria como la de la elección de jueces es absurdo. Decenas de miles de personas registradas súbitamente un fin de semana, es una burla. Pero eso no es todo. También están los cursos de Ricardo Monreal para que los diputados lean, para lo cual propone dos clásicos y dos libros de su autoría en un taller de lectura dirigido por él mismo; el gobernador entrante de Puebla, Alejandro Armenta, prometió la castración de violadores. "Castraciones sexuales", aclaró una y otra vez (como si alguien se pudiera castrar la oreja). Y explicó: "La castración sexual no es sacar el machete, algunos creen que se utiliza el machete o la guadaña para cortárselas a todos, pero no es así, es una inyección". El gobernador de Tabasco dice que la violencia en el Estado –que se ha multiplicado de manera alarmante en los últimos meses–, es culpa del anterior gobernador (el líder del senado Adán Augusto López), cuya gente está vinculada con el crimen organizado. Altagracia Gómez anuncia un viaje a la luna o algo similar para el 2027. En fin, un manicomio.
Mientras la pachanga estaba en su apogeo, se apareció el monstruo Donald Trump que amenazó con los aranceles y todo se tambaleó. Claro que las prioridades del grupo en el poder están poner lo que odian a nivel constitucional: desde desaparecer órganos autónomos hasta los vapeadores. La Constitución está convertida en un catálogo de despropósitos oficialistas. Nada más les falta hacer constitucional la tlayuda y el agua de horchata. Con las prioridades al revés, en lo local, Trump sorprendió al Gobierno. Se entiende. Lidiar con él no es ni será fácil. El tipo no está bien, es un narcisista desequilibrado. Es presidente del país más poderoso, y se divierte y gana con un discurso en tu contra. Pero improvisar con planteamientos de soberanía mitinera tampoco es una buena idea. Declarar que va a mandar una carta y divulgar su contenido, elimina la necesidad de enviarla, por lo menos. Decir que no hay problema con Estados Unidos porque somos potencia cultural es como declarar que somos potencia en mole y en queso Oaxaca. No sirve de nada. Sentenciar que las familias estadounidenses no están unidas, que no se quieren y no saben estar juntos y que por eso se drogan, es un insulto a las familias estadounidenses. No es diciéndoles drogadictos como entenderán el problema, si es que se les quiere explicar, aunque Trump no parece ser de esos que entienden explicaciones. Señalar que ellos ponen las armas y nosotros los muertos (cosa que se dice desde Calderón) es cierto, pero parcial. Porque también, lamentablemente, ponemos a los que matan, los sicarios, los extorsionadores. No es con bravuconadas como se le debe responder, porque él siempre será más bravucón que nuestra presidenta. Las expresiones de Sheinbaum llamaron tanto la atención que en La Jornada –hoja parroquial del oficialismo- publicó en su conocida y breve editorial denominada ´Rayuela´ un mensaje con tono misógino: "Mucho cuidado con el tono, chula, recomendaría don Lázaro. No se trata precisamente de una personalidad sensata".
Al parecer, el desaguisado de la carta se ha atemperado con una llamada telefónica entre Sheinbaum y Trump. Esta alarma del presidente electo de Estados Unidos debería servir para poner en orden la casa morena. Por lo pronto, parece más que el movimiento transformador que dicen ser, un movimiento anarcopunk en el que priva la desorganización y el desgobierno. Es una buena coyuntura para arreglar el desbarajuste de prioridades en el oficialismo, porque aunque no crea la presidenta en esa batalla, que a ella le vaya bien es el interés de todos los mexicanos. Como quiera que sea esto, apenas empieza y la misiva puede ser una simple anécdota, pero subraya la necesidad de estar alertas y de tener todo alineado.
Estos dos meses han dejado en claro que la presidenta no ha podido fijar agenda.