´Dos ciudades, dos mundos laborales´

En las calles de Reynosa, las ´peseras´ que llevan a los trabajadores de las maquiladoras comienzan su recorrido antes del amanecer. Hombres y mujeres, algunos aún somnolientos, se acomodan en los asientos con la vista perdida en la ventana, mentalizados para una jornada larga en la línea de producción. Mientras tanto, en Tampico, el bullicio del comercio despierta con los primeros rayos de sol. Vendedores acomodan sus productos, comerciantes alistan sus tiendas y los meseros de las cafeterías preparan las mesas para los primeros clientes del día.
Dos ciudades, dos maneras distintas de entender el trabajo. Si bien ambas comparten un fuerte dinamismo económico y tasas de empleo relativamente altas, las condiciones laborales que enfrentan sus habitantes son radicalmente diferentes. La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, con corte del cuarto trimestre del 2024, expone varias realidades. Mientras Reynosa se erige como una ciudad industrial, donde la maquila y la manufactura de exportación estructuran el mercado de trabajo, Tampico es una ciudad de servicios, donde el comercio y la venta de productos marcan el ritmo de la economía.
Pero la pregunta clave es, ¿cuál de estos modelos permite una mejor calidad de vida para sus trabajadores?
Reynosa y Tampico son dos de las ciudades más importantes de Tamaulipas, pero su realidad económica y laboral es completamente distinta. Ambas tienen tasas de empleo relativamente altas y una participación activa en la economía, pero la forma en que generan trabajo y las condiciones en las que se labora marcan la diferencia. Mientras una es impulsada por la industria, la otra depende del comercio. Dos maneras distintas de ganarse la vida.
En Reynosa, casi la mitad de la población trabajadora de la ciudad está empleada en la industria manufacturera, en esas enormes fábricas que ensamblan productos para exportación. Este sector ha sido clave para reducir el desempleo a apenas un 2.5%, un número bajo si se compara con otras ciudades. Pero tener empleo no significa necesariamente tener buenas condiciones laborales.
Las jornadas suelen ser largas, con turnos que, en ocasiones, superan la diez horas, en los que el tiempo de descanso es mínimo y la repetición de tareas se vuelve una rutina mecánica. Aunque estos empleos ofrecen estabilidad y prestaciones que no se encuentran en otros sectores, los salarios no siempre alcanzan para cubrir el costo de vida. Un dato lo confirma: más de la mitad de los trabajadores de Reynosa, un 51.8%, se encuentra en lo que los expertos llaman "crítica laboral", una clasificación que agrupa a quienes trabajan en condiciones precarias, con sueldos bajos o jornadas extenuantes.
Tampico es una ciudad completamente distinta. Aquí, en lugar de fábricas y líneas de ensamblaje, lo que dicta el ritmo del trabajo es el comercio fijo, semifijo y ambulante (´los rodantes´), los restaurantes y las tiendas. Más del 76% de los trabajadores tampiqueños están en el sector terciario, es decir, en la venta de productos y servicios. Hay algo atractivo en este modelo: es más flexible, permite a muchas personas conseguir trabajo con mayor facilidad y ofrece más oportunidades para quienes buscan empleo sin demasiada experiencia. Pero esa misma flexibilidad es también su mayor debilidad.
En Tampico, casi la mitad de los trabajadores están en la informalidad. Un 42.8% de ellos no cuenta con seguridad social, prestaciones ni garantías laborales, lo que significa que si un día no trabajan, ese día no tienen ingresos; para muchos, la incertidumbre es constante. No hay contratos que aseguren estabilidad, no hay beneficios que les protejan ante una enfermedad o un problema financiero. La tasa de desempleo también es más alta en Tampico que en Reynosa: 3.4% frente al 2.5%. Encontrar trabajo en Tampico es más sencillo, pero mantenerse en él sin preocupaciones es otra historia.
Si se comparan ambas ciudades, la diferencia es clara: Reynosa ofrece estabilidad, pero a un costo alto en términos de calidad de vida; Tampico ofrece flexibilidad, pero con el riesgo de la inestabilidad y la falta de derechos laborales. No se trata de decidir cuál modelo es mejor, sino de preguntarse qué pueden hacer ambas ciudades para mejorar.
Un reto importante es continuar mejorando la calidad del empleo en Reynosa. La estabilidad laboral que ofrece la industria manufacturera es un factor clave en su economía, pero aún hay espacio para fortalecer las condiciones de trabajo. Avanzar hacia esquemas que promuevan mejores salarios, horarios más balanceados y oportunidades de crecimiento profesional contribuirían a consolidar un entorno laboral más sostenible y competitivo.
En Tampico, el dinamismo del comercio y los servicios han sido un pilar fundamental del empleo, pero la formalización sigue siendo un desafío. Fortalecer la integración de más trabajadores al mercado formal permitiría ampliar el acceso a seguridad social y estabilidad laboral, generando así un ecosistema económico más equitativo. Impulsar estrategias para reducir la informalidad puede traducirse en mayor certeza para quienes dependen del sector y en un desarrollo más sólido para la ciudad.
Detrás de cada estadística hay historias. Hay madres y padres que trabajan turnos dobles en una maquiladora para que sus hijos puedan estudiar. Hay jóvenes que intentan abrirse camino vendiendo productos en un mercado informal. Hay empleados de restaurantes que no tienen días de descanso garantizados. Hay trabajadores que, aunque tienen empleo, sienten que su esfuerzo diario apenas les alcanza para sobrevivir.
Reynosa y Tampico seguirán avanzando, cada una con su propio ritmo y particularidades. El verdadero reto no es sólo generar más empleos, sino garantizar que éstos ofrezcan estabilidad y oportunidades reales de crecimiento. Porque el verdadero crecimiento no se mide sólo en tasas de ocupación, sino en calidad de vida.
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