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Dos charlas con Julio Scherer (y otras imputaciones contra él)

  • Por: JUAN PABLO BECERRA-ACOSTA
  • 27 MARZO 2022
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Dos charlas con Julio Scherer (y otras imputaciones contra él)

Scherer fungía como una especie de vicepresidente. Era, tal como su puesto lo indicaba, el consejero presidencial. Era El Consejero. Así, con mayúsculas

Nadie lo duda entre los cercanos al Presidente de la República. Nadie lo duda en el gabinete presidencial, según le comentan a este columnista: Scherer Ibarra era el hombre más poderoso en Palacio Nacional, luego de Andrés Manuel López Obrador. Fungía como una especie de vicepresidente. Era, tal como su puesto lo indicaba, el consejero presidencial. No solo jurídico: era El Consejero. Así, con mayúsculas. El que expresaba una opinión para orientar un acto, cualquier decisión del Presidente en la que él considerara pertinente intervenir. Era el que lo asistía en la administración jurídica, política e incluso fiscal del gobierno.

-¿Estás consciente de eso, Julio, que eras el segundo hombre más poderoso del país, al menos políticamente, y que empresarios, abogados, políticos te temían? Así se te veía dentro y fuera del gobierno...

Me mira con intensidad pero no responde directamente. Enfatiza una y otra vez que él no buscaba el poder, que él no necesitaba ni necesita el poder para vivir.

-¡Diez veces le dije que no quería estar en el gobierno! ¡Diez veces le dije a Andrés Manuel, Juan Pablo! ¡Diez veces! ¡Y diecisiete veces me insistió! –manotea en el aire para remarcar su aseveración.

Es la segunda vez que nos reunimos y charlamos esta semana, para que me dé su versión de hechos que le planteo, no de las imputaciones que le ha fincado el fiscal Alejandro Gertz Manero, o la exsenadora Olga Sánchez Cordero, sino de otros casos que desde 2019 he reporteado en mis tiempos libres: dos empresarios lo acusan de presionarlos, de coaccionarlos para que amigos suyos, abogados de despachos prominentes, les llevaran y resolvieran casos millonarios ante el Sistema de Administración Tributaria (SAT). A uno, según me narra, le pidieron 20 millones de pesos, así que mejor se fue a Estados Unidos; y al otro, según me afirma, le exigieron $30 millones de pesos.

Una forma de extorsión, dicen ellos. 

La segunda acusación es de cinco casos judiciales millonarios "robados": amigos de Scherer Ibarra, también de despachos muy conocidos, con quien él ha llevado algunos asuntos a lo largo de los años, habrían presionado a clientes adinerados para que despidieran a sus abogados y los contrataran a ellos. El modus operandi era el mismo, según me dicen: "Me advertían que, si me quedaba con mis abogados, perdería el caso. Que no había alternativa. Estamos hablando de asuntos millonarios, no de unos pesos. Y que si los contrataba a ellos, a los amigos o socios de Scherer, me garantizaban que, gracias a su poder e influencias, mi caso se resolvería favorablemente y de forma expedita. Lo que vendían, a través del miedo, era la marca Scherer, el poder de Scherer, cobrando mucho más dinero que otros despachos, y quitando de en medio a esos despachos, que quizá habían tenido cercanía con los anteriores regímenes", narra uno de los empresarios que se dicen afectados por esta especie de chantaje, este presunto tráfico de influencias.

-Viéndome a los ojos, Julio, viéndoles a los ojos a la gente presionada por esos expedientes del SAT, y viéndolos a los ojos a quienes dicen que fueron presionados por esos abogados tuyos en casos millonarios... -lo espoleé en la primera entrevista.

En la segunda conversación, sentados en dos sillones en una salita que forma parte de su sala de juntas, donde hay una mesa con una enorme vasija ocre de cerámica de Sergio Hernández, en la cual el pintor oaxaqueño trazó figuras fantásticas, Julio me mira fijamente y responde ante mi insistencia:

-Viéndote a los ojos, yo no hice eso del SAT ni eso de los abogados, ni lo ordené. ¡Tráemelos aquí, te ofrezco que vengan aquí (apunta a la mesa para diez personas de la sala de juntas), y yo les digo que yo no hice nada de eso! Yo los ayudo en esos casos contra quienes les hicieron eso (ofrece). Yo no tengo necesidad, y lo digo sin ostentación. Mira lo que yo hago...

Se levanta, abre la puerta corrediza de la sala de juntas de su casa en Las Lomas de Chapultepec, inmueble de dos pisos que es su despacho. La puerta deslizante da hacia un pasillo que es recepción, y le pide a una de sus dos asistentes que le traiga un catálogo inmobiliario lujosamente editado. Lo recibe, no vuelve a su sillón, se sienta junto mí, a mi derecha, en mi sillón para dos personas. Le quito amablemente el folleto, lo observo, lo hojeo.

-Esto es lo que yo hago desde hace diez años con el arquitecto Artigas. No tengo necesidad de otras cosas. Es lo que me gusta hacer, es lo que me hace feliz...-insiste una y otra vez.

Son departamentos no de lujo sino de ultra lujo en Rubén Darío 69.

-Es una calle de las más caras en México, Julio...

-Es la más cara... -se ufana. 

-¿Cuánto cuesta el departamento más barato? 

-Cuatro millones de dólares. 

Cuatro millones de dólares, repito mentalmente: unos ochenta millones de pesos por un departamento súper lujoso en un edificio con todas las amenidades inteligentes y ostentosas que usted pueda imaginar y que solo verá en una revista de esas de alta sociedad.

-Eso es lo que me gusta hacer, no necesito hacer otras cosas para vivir.

-El pecado capital del diablo no es la vanidad, es la codicia, Julio: lo que te imputan pudo haber sido por codicia por tener más y más dinero... -lo azuzo. Se contraría un poco que pero no se sale de sí.

-Yo no tengo codicia, yo soy feliz haciendo cosas como esta. ¡Yo no quería estar en el gobierno! ¡Diez veces se lo dije! –vuelve a enfatizar.

-¿Te arrepientes de haber estado en el gobierno?

-No, no me arrepiento...

Nos despedimos en el pasillo. Con unos jeans y un suéter oscuro como vestimenta, zapatos cómodos, echa a andar lentamente, visiblemente jorobado, y sube despaciosamente la gran escalera en semi espiral que lo lleva al segundo piso. Ahí va Julio, lentamente.

Scherer Ibarra, el Consejero Jurídico presidencial, se ha difuminado en estos días...

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