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¿Dónde está Pancho el Mexicano?
Cayó un niño en las aguas del río Santiago, y aunque no se ahogó, pues fue sacado de la corriente por su padre, murió luego de penosísima agonía porque bebió el agua del río y lo mató la excesiva concentración de sustancias tóxicas que había en él. Nuestros ríos, en efecto, los ríos mexicanos, ya no son fuente de vida, sino oscura amenaza de muerte, cauces cargados de veneno. Y así como hemos llenado de tósigos las aguas, también hemos envenenado la tierra, el aire, la orilla de los mares, todo. Tenemos convertido en basurero a nuestro hermoso país. Propongo con tristeza que en los mapas de México los ríos, los lagos y lagunas, lo mismo que las aguas marinas, ya no aparezcan pintados en azul, sino en color negro, el mismo con que en los frascos antiguos de medicamento se dibujaba una calavera humana como seña de advertencia que prevenía del riesgo de muerte por envenenamiento. ¿Cuándo llegará el día en que sepamos cuidar y respetar a la naturaleza? ¿Cuándo aprenderemos la lección de que al atentar contra nuestros recursos naturales atentamos contra nosotros mismos y contra nuestros hijos y los hijos de ellos?
Un cuervo anémico y desplumado, imagen caricaturesca del de Poe, se posa sobre mi librero y dice con ominoso graznido: "Nunca"... Debo recobrar el ánimo después de haber dado salida a estos tan tristes pensamientos. He de esperar unos minutos a fin de que los humores naturales vuelvan a su equilibrio usual luego del susto que el cuervo me pegó... Ahora sí; recobrado el sosiego del alma procedo a narrar algunas historietillas de humor lene... El médico le dice a la paciente: "Los síntomas que muestra usted son muy extraños, señorita Rosibel. O está usted embarazada o está agripada". Responde ella: "Yo creo que más bien lo primero, doctor, porque ninguno de los hombres con que he estado tenía catarro, pero todos tenían aquello que le platiqué"... Pirulina le pregunta a Susiflor: "¿Tomaste el curso de educación sexual que me dijiste?". "No -contesta Susiflor-. Me enteré de que todos los exámenes eran orales"...
El gran artista mexicano Pancho Pitoncio se hizo de fama porque en el escenario de un teatro de burlesque les hacía el amor a 50 mujeres, una detrás de otra. Oyó hablar de él un empresario europeo y lo contrató para presentarlo en París. La novedad del viaje estimuló grandemente a Pancho, lo mismo que la belleza de las mujeres europeas, de modo que ofreció al empresario esforzarse aún más en su demostración. Le dijo: "En vez de hacer mi acto con 50 mujeres lo haré en París con 100". Aquello hizo que el empresario se pusiera muy contento, pues tal proeza aseguraría el éxito de la temporada. Así, consiguió un centenar de hermosísimas mujeres para que en ellas mostrara Pancho su gran virilidad. Llegó el día de la función y, en efecto, el teatro se abarrotó.
Ante el exigente y conocedor público francés el gran Pitoncio procedió a realizar la excepcional demostración con sus preciosas compañeras de espectáculo. Sin esforzarse nada llegó hasta la número 50, y con la misma naturalidad siguió con las demás. Al terminar con la número 100 hizo una graciosa reverencia y salió del escenario. Una atronadora ovación del público saludó su hazaña. La gente, puesta en pie, gritaba con entusiasmo: "¡Panchó, Panchó!". Todos querían aclamar al portentoso artista. Y sin embargo éste no hacía acto de presencia. El empresario, apurado, le preguntó al telonero: "¿Dónde está Pancho el Mexicano?". Responde el individuo: "Está en los camerinos". "¿Qué hace ahí? -se enoja el empresario-. ¡El público lo aclama! ¡Debe salir al escenario a agradecer el aplauso de la gente!". Explica el tramoyista: "Es que le siguió con las muchachas y los muchachos del coro"... FIN
MANGANITAS
Por AFA
´...No consume el pueblo
comida nutritiva...´
Claramente acertará
quien leyendo el comentario
diga en modo muy sumario:
y casi ni de otra ya.