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Donativos, algo que se había perdido
El 17 de noviembre de 1987, los hermanos Fidencio y Delia Medina Garza, comerciantes de la capital, hicieron un donativo millonario al Gobierno de Tamaulipas.
Dos propiedades que valían (valen) millones: El hotel Florida, 8 Abasolo, donde ahora tiene su sede el Instituto de Transparencia y Acceso a la Información, y la "Casa Filizola" en 13 y 14 Hidalgo.
Pero también algo más: 305,400 dólares, más intereses, depositados en bancos del lado americano, para destinarlos a beneficios sociales a través del DIF Tamaulipas.
El dinero pasó casi de inmediato a la entonces Tesorería estatal, dado que estaba por vencer el plazo al que estaban depositados.
Las escrituras fueron firmadas en esa fecha ante la notaria Josefina Hernández Ayala, por el entonces Gobernador Américo Villarreal Guerra, y su secretario General Heriberto Batres.
Era algo inédito en este ámbito. Familiares de "Los Medina", como se les conocía en la mancha urbana, hicieron reclamos y trataron de revertir la decisión de los comerciantes que abarcaron toda una época en la historia de la ciudad capital.
Tan es así que en 1990 aparecieron escrituras "patito" a nombre de un Filizola Haces, y en 2005 el edifico de la avenida Hidalgo fue incendiado intencionalmente, lo cual es otra historia.
El donativo en inmuebles quedó condicionado a que el Gobierno dispondría de ellos cuando los donantes fallecieran.
Así, en 2003, gobierno de Tomás Yarrington, el Estado tomó posesión de ambos edificios. El Florida fue destinado al ITAIT con fecha 27 de mayo del 2008, y la Casa Filizola se convirtió en 2015 en un "elefante blanco" llamado Pinacoteca de Tamaulipas, luego de una alta inversión.
Pasaron los años sin novedades en el tema, sin que alguien se deshiciera de parte de su fortuna para colaborar en el bienestar de sus semejantes y contribuir con la hacienda pública ¿por falta de confianza en la autoridad? No puede haber otra causa.
Un gobierno antes, de Emilio Martínez Manautou, se había caracterizado por una colaboración desinteresada de personas y organizaciones con fines sociales. Así nació el Hospital Infantil de Tamaulipas y parte de la obra del Hospital General.
Poco más de 35 años después, con otro Villarreal en el gobierno, Américo hijo, Américo Villarreal Anaya, recibimos una noticia de las que ya nos habíamos olvidado: Los constructores de la CMIC donaron al Gobierno del Estado y al DIF más de 45 millones de pesos para obras y acciones ¿regresó la confianza en las instituciones? ¿en los gobernantes en turno?. Es la evidencia.
De esa cifra, 9.5 millones serán destinados a equipos de asistencia social, mantenimiento de áreas, terapias y a la Casa Hogar Cariño. El resto para proyectos de obras públicas.
Nos habíamos olvidado que la iniciativa privada es caritativa, colabora en las mejores causas por la sociedad, sobre todo por los niños, pero estaba perdida la confianza en las personas que dirigían las instituciones. El regreso se ha dado.
En ocasiones la comunidad filantrópica no colabora porque no sabe qué destino darán los funcionarios a su aportación, si realmente se aplicará al fin deseado, o irá a parar en beneficio y cuentas bancarias de particulares.
Lo dejamos para la reflexión de nuestros lectores. La opinión es que con la llegada de la transformación a Tamaulipas, la 4T con sus principios de honestidad y rendición de cuentas, regresamos al camino de la confianza y participación ciudadana.
Si no sabe en dónde parará su dinero, ninguna institución o personas ofrecen 45 millones aun cuando sean los fines más nobles.
A 20 años de su fallecimiento, el espíritu social de Fidencio, "Chencho", y Delia, "La Moñitos", ronda por la moderna Villa de Aguayo. Es precisamente con otro Gobernador Villarreal.
En asunto diferente, transcurrió sin incidentes la elección interna de comité ejecutivo de la sección 30 del SNTE. Todo con civilidad y una amplia participación del 77 por ciento a votantes, según los informes preliminares.
Para quienes conocen de "ingeniería electoral", es un dato histórico. Pareciera que las bases magisteriales, reprimidas por largos años en la libertad de nombrar directamente a sus líderes, explotaron y manifestaron sin ataduras su voluntad.
Eligieron a un viejo "lobo de mar" de las lides magisteriales, Arnulfo Rodríguez Treviño, orgullo del ejido El Charco, municipio de Villagrán, histórico por haber sido ya secretario general. Repite en el encargo con una ventaja de más de dos mil votos sobre su más cercano contrincante, Abelardo Ibarra.
Arnulfo rendirá protesta el martes en una ceremonia que presidirá el jerarca nacional, Alfonso Cepeda Salas. No hay operación cicatriz porque no hubo "guerra sucia". Fue una competencia de altura.