Columnas - De política y cosas peores

Demasiado infiel

  • Por: CATÓN
  • 26 ENERO 2025
  • COMPARTIR
Demasiado infiel

"Cuando hago el amor contigo pienso que estoy con otra mujer. Sólo así logro excitarme y llegar al orgasmo". Esa inusitada confesión le hizo el marido a su esposa, pues era partidario de que no hubiera secretos entre ambos. "¡Qué malo eres! -gimió ella con desolado acento-. ¡Y yo, que cuando hago el amor con otros hombres procuro pensar que estoy contigo, para no serte demasiado infiel!". En el Bar Ahúnda un tipo llegó, se sentó en la barra, y a bocajarro le dijo a la atractiva dama que estaba junto a él: "Vamos a mi departamento". Respondió ella. "Vamos. Pensé que nunca me lo ibas a pedir". "Con lo viejo no se quita lo pendejo". Los dichos populares, a más de expresivos, dicen verdades de peso. Tampoco las malas mañas se quitan con la edad. El padre Arsilio sorprendió en la capilla a un ladrón tratando de forzar el cepo con las limosnas para San Antonio. Lo asombroso del caso es que el ratero era un hombre extremadamente anciano.

El buen sacerdote lo interrogó, severo: "¿Por qué te estás robando las limosnas?". "No me las estoy robando, padrecito-adujo el caco-. Soy tan viejo que pronto voy a irme de este mundo, y pensé llevárselas personalmente al santo". Un amigo de Babalucas le comentó en la marisquería: "Con los ostiones me dan ganas de hacer el amor". "Extraño fetichismo -ponderó el pavitonto-. A mí nada más con las mujeres". Don Algón, ejecutivo empresarial, conoció en una fiesta a una dama de exuberante geografía anatómica tanto en el hemisferio norte como en la comarca sur. Le dijo a fin de impresionarla: "Con frecuencia la modestia es un fraude a la verdad. Así, modestia aparte, le diré que soy un hombre de negocios de mucha prominencia". "Nos parecemos -acotó la mujer-. Yo con mis prominencias hago muchos negocios".

No me gusta relatar los dichos y hechos de Capronio, así es de ruin y desconsiderado. Hace unos días la temperatura bajó por la noche a 12 bajo cero. Soplaba el cierzo, y una cellisca helada congelaba los seres y las cosas. Sucedió que en la casa del incivil sujeto la estufa no encendía, y se habían acabado los cerillos. Anunció la esposa de Capronio: "Voy a la tienda a comprar unos". "¿Cómo? -exclamó él-. ¿Crees que voy a permitir que salgas en una noche como ésta nada más a comprar unos cerillos? Tráeme también un six de cheves".

(Desgraciado. Se parece al bellaco individuo según el cual la mujer ideal sería aquélla que inmediatamente después de follar se convirtiera por arte de magia en una caguama y una pizza de salami y doble queso). Don Simpliciano le contó a un amigo: "Ayer llegué a mi casa antes de la hora acostumbrada y encontré a mi mujer en brazos y todo lo demás de otro hombre". "¡Qué barbaridad! -se consternó el amigo-. ¿Y tomaste alguna medida?". "No -replicó don Simpliciano-. En esas circunstancias quién se pone a medir nada". (No vienen a cuento, pero a la memoria vienen los fulgurantes versos de López Velarde: "Sólo estuve sereno como en un trampolín / para asaltar las nuevas cinturas de las Martas, / y con dedos maniáticos de sastre medir cuartas / a un talle de caricias ideado por Merlín". ¡Qué alejandrinos, a un tiempo sonoros y enigmáticos! De memoria los he citado. De memoria los he recitado). Noche de bodas. Candidito, el novio, le preguntó en la cama a Dulcilí, su desposada: "Mi vida: ¿te gustaría tener un bebé?". "Sí, mi cielo" -respondió ella, ruborosa. Pensó que la pregunta era limen del acto del amor. (Permítanme un momento. Voy a ver qué es eso de "limen". "Primer paso", define el diccionario). Entonces Candidito fue por su tableta y escribió: "Querida cigüeña.". FIN. 

MANGANITAS

Por AFA

"Trump no admite que su país es el principal consumidor de drogas en el mundo."

Con mentalidad escasa

desconoce ese detalle,

Trump es candil de la calle

y oscuridad de su casa.


Continúa leyendo otros autores