Columnas

De ella y Pedro

  • Por: MANUEL RIVERA S.
  • 19 NOVIEMBRE 2017
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De ella y Pedro

Abro la máquina, me intimida la pantalla en blanco y luego me acuerdo de ti y del compromiso que asumí para intentar ordenar letras sobre asuntos verdaderamente serios.

Sí, claro, otro día abordaré el tema de la lucha libre, lo que por supuesto escribo sin ningún sentido peyorativo, pues bien sabes, conciencia -¿oye, en serio existes en mí?-, mi admiración por los artistas nacionales del pancracio, esos atletas, actores de teatro y artistas circenses que representan la eterna lucha entre el bien y el mal, obra en la que, por supuesto, está presente la más fiel compañera de la vida.

En serio, me sigue doliendo la muerte de "El Hijo del Perro Aguayo", luchador que aún aguarda el reconocimiento que merece y cuyo lamentable fallecimiento en el ring recordó la veracidad de la lucha libre, no como batalla, sino como obra que aspira a ser arte en vivo y no perdona errores.

Porque, ¿cómo voy a ocuparme de temas de humor como la fallida política nacional, las defendidas franquicias de los partidos "políticos", la impúdica búsqueda de candidaturas presidenciales o las faltas fuera de la cancha en el fútbol profesional, cuando pienso en tu risa, tus juegos, tus bromas y hasta tus enojos simulados, propios del ser cuya ausencia me lleva de paseo al infierno y presencia eleva al cielo?

Qué te ha dado esa mujer 

que te tiene tan engreído 

querido amigo, querido amigo 

yo no sé lo que me ha dado...

Y más que recordar la letra de esa composición, vives nuevamente su contenido. Te corrijo, conciencia -¿en serio, deveras tengo?-, pues mejor sería decir que esa canción y la figura que evoca, viven en mí.

Ese sentir sí que es importante, querido amigo, más cuando resulta propio de la cultura e identidad que cohesionan a los hijos de esta nación que se resiste a morir, aun así haya hedor en algunas de sus cúpulas.

Evoca entonces un tema verdaderamente serio, a propósito del año en el cual es conmemorado el centenario del natalicio del Ídolo de Guamúchil, Sin., José Pedro Infante Cruz, quien naciera en Mazatlán el 18 de noviembre de 1917.

Tienes razón y a partir de ello recuerdo que la vida es la breve oportunidad que los seres humanos tienen de trascender. Trascienden quienes poseen la capacidad de inscribirse en la mente y el corazón de los demás, justo como tú, mujer, aunque te quiera sin querer, y como él, que aun muriendo un año antes de que yo naciera, es parte de mi existencia.

Cada que la veo venir 

se agacha y se va de lado 

querido amigo, querido amigo 

este amor no puede ser 

Si el propósito me hiciera 

de dejarla, 

mi destino es comprenderla 

y no olvidarla 

Quien tiene el don de transmitir sentimientos a sus semejantes, es un artista. Sí, claro, tú también, mujer, lo eres. Pero hablemos de él, ¿quieres? Sí, sé que esta expresión es tuya, como todo lo que en mí vive.

Te comparto entonces que quien acompañó desde el cinematógrafo y tocadiscos a generaciones pasadas y sigue haciendo lo mismo con las actuales y continuará con las futuras, es, sencillamente, un ser inmortal que se integra para siempre al alma de la nación.

Y lo que vive en el corazón de una nación jamás muere, aunque se trate de matar a esta, una y otra vez, traicionándola y robándola.

¿O alguien podría hurtar de la memoria nacional el sentir experimentado al presenciar, por ejemplo, "Nosotros los Pobres, "Ustedes los Ricos" o "Pepe el Toro", obras de otro genio de la cinematografía como fue su director Ismael Rodríguez, quien continúa y continuará siendo homenajeando por las lágrimas ordenadas por millones de corazones ajenos al esnobismo cultural?

Si mi corazón de metal puro se emociona con su voz interpretando "¿Qué te ha dado esa Mujer?", al tratar de descifrar el sentir que ella me provoca; admira el don de comunicar de los enamorados al escuchar "Amorcito Corazón"; y llora al entender "No Volveré", ¿cuántas vidas me faltarán para agradecer a quien corresponda hayan nacido Pedro Infante y quien me hace escribir?

Cada que la veo venir 

se agacha y se va de lado 

querido amigo, querido amigo 

valía más mejor morir. 

Hace cuatro o cinco días 

que no la miro 

que no la miro sentadita 

en su ventana. 

Si no la miraste hoy 

ahí la mirarás mañana 

querido amigo, querido amigo 

valía más mejor morir.

Ah, cómo renunciar a ti, si al hacerlo renunciaría a mí y con ello dejaría el cuerpo que sólo a unos cuantos privilegiados no hace falta, justo como a Pedro Infante, ícono de la cultura popular que forma parte de la hoy, más que nunca, necesaria identidad nacional y seriedad, definida esta última por la expresión honesta de intensiones, quereres y amores.

¿Ya vas a empezar? Sí, nos escribimos la próxima semana.

riverayasociados@hotmail.com

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