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Curso de hipnotismo

"Llama a la policía", tal cosa le pidió Pepito a su mamá. "¿Para qué?" -se sorprendió la señora; respondió con alarma el muchachillo: "Mi papá va a matar a la mucama".

Preguntó la señora: "¿Por qué dices eso?". Explicó Pepito: "Oí que le dijo: 'De esta noche no pasas, chula'". Doña Leopolda salió con su amiga Loretela. Fueron a un antro, y ahí bebieron la copa y conversaron largo. Salieron cuando el sol asomaba ya sus pompas por los balcones del oriente. Propuso doña Leopolda: "Vamos a mi casa a echarnos la última". "¿Y tu marido?" -inquirió Loretela, cautelosa. "No hay problema" -le aseguró la invitante.

Curso de hipnotismo

Cuando llegaron a la casa la amiga casi se cayó de espaldas por la estupefacción. He aquí que el esposo de doña Leopolda, lejos de recibirla con dicterios y reclamos, la recibió en la postura de un perrito parado sobre sus patitas traseras, y le ofreció mansamente en la boca sus pantuflas. Al ver el asombro de su compañera explicó doña Leopolda: "Todo empezó cuando vi en el periódico el anuncio de aquel curso de hipnotismo". El chiste que ahora sigue ¿es surrealista o mamón?

A veces la línea que separa a una especie de la otra es muy tenue. Babalucas fue a un rancho y le pidió al ranchero: "Me da 10 litros de leche de vaca". Le indicó el hombre: "El recipiente que trae es muy pequeño". Replicó Babalucas: "Entonces démelos de leche de cabra". Acúsome de haber participado en concursos de oratoria.

Ése fue uno de los muchos pecados de juventud que cometí, aunque no tantos como los que cometería luego, algunos dolorosos, pero los más de ellos gozosos y gloriosos. Si volviera a vivir esos años caería otra vez en las mismas tentaciones, sólo que más tempranamente y con mayor asiduidad. Fui parte del grupo de oradores de la preparatoria del Ateneo Fuente, liberales por tanto. Nuestros adversarios eran los de la ACJM, jóvenes católicos a quienes asesoraba un sacerdote carismático y muchachero, el padre Luis Manuel Guzmán. En uno de aquellos concursos me correspondió por sorteo hablar de sor Juana.

La describí arrobada ante un Cristo "de torso hermosamente desnudo". Los partidarios del bando derechista empezaron a silbarme y a patear el piso del auditorio donde tenía lugar la competencia. Detuve mi discurso y me dirigí con voz tranquila al cura: "Padre Luis: apaciente a sus ovejas". Y miren mis cuatro lectores lo que son las cosas de la vida. Muchos años después fue él quien ofició la misa de bodas en que me uní a la amada eterna, pues ella formaba parte del círculo juvenil que en mi ciudad fundó aquel sacerdote que a más de sabio era bondadoso, cualidades que rara vez van juntas.

Recordé todo eso con motivo de la gresca de cantina que se suscitó en la mal llamada Cámara Alta, cuando varios senadores, incluso el coordinador de la bancada morenista, estuvieron a punto de liarse a chingadazos en el recinto camaral. Con eso la tal Cámara Alta se vio bastante baja, y mostró la escasa calidad política y personal de algunos de sus integrantes. Aquí cabe decirle a Noroña: "Apacienta el rebaño que tu amo te encargó". Doña Lavia le hizo una pregunta de carácter íntimo a doña Frigidia: "¿Qué sientes cuando haces el amor con tu marido?". Respondió ella: "Nada". "Yo tampoco -declaró doña Gules-. Con el que sí siento es con el mío". El jefe de la tribu de caníbales montó en cólera cuando sorprendió a su mujer en el momento en que permitía que el explorador blanco la hiciera objeto de lascivos tocamientos y caricias lúbricas. Lo peor es que ella correspondía en igual forma. "¿Por qué te enojas, Canibio? -le dijo la mujer al antropófago-. Te estoy calentando la comida". FIN.

MANGANITAS

Por AFA

´Vamos a cumplir 50 años de

casados', le comentó la granjera a su marido. 'Voy a matar al marrano...´

Y dice el hombre en un grito

que al caso en verdad no viene:

"¡Oye, no! ¿qué culpa tiene

ese pobre animalito?"