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Carmen Aristegui, las afirmaciones presidenciales

Es difícil no tomar postura sobre las singulares declaraciones del presidente Andrés Manuel López Obrador sobre Carmen Aristegui y su quehacer periodístico, que son inéditas y reclaman un análisis puntual. Veamos.

Primero. Ni duda cabe: Carmen no es perfecta ni pretende serlo. Es de humanos errar. Sí ha sido (lo sigue siendo) una mujer que, en distintas ocasiones, ha debido enfrentar la adversidad por su crítica persistente al ejercicio de los poderes públicos y privados. ¿Quién en su sano juicio podría no tener presente que ha dado voz y espacio a los más distintos actores políticos y sociales que no tenían cabida en los medios? Ha mantenido una laudable independencia, no del pueblo (AMLO dixit), sino de los gobernantes y de quienes tienen poder para ejercer una razonable crítica, las más de las veces, a los excesos y yerros en que suelen incurrir quienes se encuentran en una posición de tomar decisiones que afectan a los ciudadanos.

Carmen Aristegui, las afirmaciones presidenciales

Y esta forma de trabajar no es precisamente la práctica diaria de buena parte de quienes dan vida al periodismo mexicano. Hay que separar el trigo de la paja, y Carmen se coloca en el primer rubro. No se ha vuelto una crítica del poder presidencial de la noche a la mañana. Hay que revisar su biografía, que sustenta la afirmación anterior. Ahí está como ayuda de memoria el costo que tuvo que pagar por preguntar (que nunca afirmar) sobre el supuesto alcoholismo del expresidente Felipe Calderón que le costó no sólo su trabajo, sino una campaña de desprestigio, de la que salió avante después de todo un largo peregrinar. (https://acortar.link/kMtz6C). Cómo olvidar también que Carmen y su equipo marcaron un parteaguas en el gobierno de Enrique Peña Nieto al dar a conocer el célebre reportaje de la "Casa Blanca", del que no pudo jamás recuperarse el expresidente y marcó su sexenio como uno de los más corruptos de que se tenga memoria en el México contemporáneo.

Paradójicamente este tipo de entregas de periodismo de investigación crearon, junto con otros elementos por supuesto, condiciones favorables para que el presidente López Obrador pudiera ganar en las urnas en 2018.

Segundo. Ahora el presidente López Obrador no escatima palabras fuertes que lastiman no sólo la trayectoria de Carmen Aristegui, sino sus derechos al honor y a la propia imagen. Es muy forzado extraer de algunos trabajos periodísticos que ha dado cabida en su medio y que han sido objeto de polémica y del enojo presidencial, con razón o sin ella, una pauta de comportamiento general sobre la trayectoria profesional de alguien.

Carmen Aristegui es una sobreviviente del denominado periodismo de denuncia, pagando por ello grandes costos personales y profesionales por hacer del conocimiento de la comunidad lo que es de interés público, aunque –como es natural en todas y cada una de las personas– puede cometer errores y evidentemente los seguirá haciendo, porque la perfección es alejada de lo humano.

Se equivoca el presidente al enfocar sus baterías contra ella, a quien no se le puede regatear, en modo alguno, su contribución al contagio de las prácticas democráticas y a un periodismo habitualmente ético. Se puede sostener y documentar que hace su trabajo de buena fe, es receptiva a las oportunidades de mejora y siempre ha estado abierta a dar cabida al derecho de réplica sobre todos y cada uno de sus reportajes o notas.

El punto central, al igual que ha pasado con Proceso, es que Carmen no ha cambiado de la noche a la mañana, sigue siendo la misma: hoy, como ayer, hace un periodismo crítico frente al poder. Su proceder así lo revela. Lo hizo con los gobiernos del PAN y del PRI, y lo hace ahora con la 4T.

@evillanuevamx

ernestovillanueva@hushmail.com