Ingrid Coronado
Dar hasta que duela
Iba en el auto sentada del lado del copiloto, aprovechando para escribir la columna que publiqué en este espacio acerca de la respiración. De pronto, en un semáforo, un mimo se acercó a mi ventana y comenzó a imitar mi movimiento de teclear en la computadora. Estaba tan concentrada escribiendo, que sólo lo vi de reojo; sin embargo, él seguía imi...