AUTENTICIDAD

La conciencia de sí mismo es algo que se descubre más o menos a los dos años después de haber nacido. El día que por primera vez nos vemos reflejados en un espejo y nos reconocemos, en ese momento comenzamos a estar conscientes de nuestros pensamientos, de nuestros sentimientos, y de las sensaciones que nos provoca el medio que nos rodea, descubrimos que somos uno.
El deseo de conocerse a si mismo parece que es algo natural y sencillo, sin embargo hay quien se pasa media vida tratando de averiguar su verdadero ser y nunca lo logra del todo. Un ejemplo muy claro de esta búsqueda del ser lo tenemos en los jóvenes, adolescentes que experimentan con su pelo, su ropa, su comportamiento, con el fin de ser diferentes, de ser originales, auténticos.
Después, a una mediana edad, se preguntan si lo que han logrado en su trabajo y en su entorno familiar, refleja su verdadero ser, o si la sociedad, o sus circunstancias, los han atrapado en roles que no coinciden con la idea que ellos tenían de lo que querían llegar a ser cuando adultos. Los casos extremos serian los de los transexuales, que llegan a modificar su apariencia a través de la cirugía, pues sienten que su verdadero ser es del sexo contrario al que les asigno la naturaleza. La autenticidad esta correlacionada con los conceptos de bienestar mental, vitalidad, autoestima y los mecanismos de autodefensa.
Cuando una persona es autentica y vive de acuerdo al concepto que tiene de sí mismo se siente satisfecho con su vida, pues no tiene nada que reprocharse, lo que le brinda un bienestar mental, una paz consigo mismo. El conocimiento de uno mismo, de nuestras habilidades y también debilidades, nos hace sentir más seguros de nuestras decisiones. Alguien con una autoestima saludable puede enfrentarse a la vida seguro de que sabrá manejar cualquier problema por sí mismo sin temor de caer presa de comportamientos autodestructivos como la dependencia del alcohol y las drogas.
Las personas autenticas saben su valor y confían en sus habilidades, lo que les permite superar cualquier reto o alcanzar las metas que se proponen. No se sabe si todos estas características positivas del ser se desarrollan a partir de la autenticidad o viceversa, pero las personas que no son autenticas tienden a ser también seres inseguros, fáciles de apabullar, desconfiados y recelosos.
Los filósofos de la antigua Grecia, Sócrates y Aristóteles, mantenían que todos tenemos un ser interno en espera que lo descubramos y que logremos actuar de acuerdo a todo lo bueno que se espera de nosotros. Después, los filósofos en la Edad Media relacionaban el concepto de ser auténtico con la moral y la religiosidad, ellos mantenían que la gente actuaba de buena fe porque era su verdadera naturaleza, la que le fue dada por Dios. Para los cristianos el verdadero ser es el alma inmortal, la cual todos poseemos.
En la época de la Ilustración se secularizó el concepto pero no fue hasta el siglo XX que los Existencialistas, como Sartre, comenzaron a preguntarse si de verdad existía algo interno que nos determinara, ellos más bien proponían el concepto que el ser interno se creaba a partir de nuestras acciones. La cuestión filosófica sobre si el ser interno se crea o se descubre sigue vigente hasta hoy día.
Lo que es claro es que debemos estar conscientes que el verdadero ser no será perfecto, nada lo es, tendrá sus virtudes y sus defectos, y que nos guste o no debemos aceptarnos tal cual somos para poder vivir en paz con nosotros mismos.
Vive un día a la vez! ... ignite the moment!...Y recuerda que Dios te ama y yo también.
Monseñor Juan Nicolau, Ph.D. STL, sacerdote jubilado de la Diócesis de Brownsville. Es psicoterapeuta familiar y consejero profesional con licencias.
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