¿Adiós libre mercado, bienvenida economía regulada?

En la semana que termina, la Suprema Corte de Justicia de la Nación dictó sentencia adversa a un amparo promovido por una Afore en contra del establecimiento de topes máximos a las comisiones cobradas por estas entidades financieras. 

El proceso fue largo e inició cuando en 2020, con el actual Gobierno, se establecieron límites a las comisiones que las Afores podrían cobrar a los trabajadores por la administración de sus cuentas. Desde el inicio hubo reclamos e inconformidades de parte de estas entidades, pero hasta ahora, más de tres años después se dictó sentencia en contra del libre mercado y a favor de los trabajadores.

¿Adiós libre mercado, bienvenida economía regulada?

Uno de los argumentos esgrimidos por la parte demandante es que, al establecer límites al cobro de comisiones se está atentando contra la libre competencia y el libre mercado. Se restringe el poder y el derecho que tienen las Afores para poder cobrar lo establecido por el mercado, es decir, lo que la competencia entre ellas determine; esto bajo el supuesto de que efectivamente existe esa pugna y no existe una suerte de colusión entre ellas. 

Se está atentando contra la sacrosanta libre competencia y contra el todopoderoso mercado. ¿A instancias de qué se limita el posible cobro de las afores a fondos cautivos que pertenecen a millones de trabajadores? Los trabajadores como sea están acostumbrados a la pobreza, pero ¿las pobrecitas afores? ¿Quién las iba a defender de este malévolo acto? Se tenía que hacer algo y se recurrió al amparo.

La fábula del libre mercado que viene en la mayoría de libros de texto de economía sostiene que el mercado se regula solo. No sólo eso, cualquier intento por regularlo no solo no arregla sus presuntas fallas, sino que genera distorsiones mayores. 

Por ello es que el credo en el libre mercado sostiene que se le debe dejar operar sin regulación ni restricción de ningún tipo. Bajo este dogma, establecer límites al cobro de las comisiones era un atentado a esta sacrosanta institución que es la libre competencia.

Una de las formas en que las Afores compiten y obtienen beneficios es en la comisión que cobran. Esto equivale a competir basándose en precios. Lo curioso de esta modalidad es que en un mercado como el descrito se genera lo que en el argot económico se conoce como la paradoja de Bertrand: la competencia en precios genera una "guerra de precios" que lleva a las empresas a cobrar apenas lo suficiente para recuperar costos de producción. Así lo dice la teoría. 

Lástima que la necia realidad se aferre a dar resultados distintos a lo dicen los modelos teóricos. Por lo anterior, en teoría las comisiones debieron reducirse dramáticamente desde que el sistema inicio. Después de al menos dos décadas de darle oportunidad al mercado de dar los resultados del libro de texto, se negó a hacerlo. En el camino, las comisiones cobradas fueron de escándalo y el resultado es que el saldo acumulado es ínfimo para la mayoría de los trabajadores y están destinados a recibir una pensión mínima o trabajar hasta que el estado de salud lo permita.

Adam Smith, al que muchos consideran el padre de la Economía moderna, era de origen escocés. Es precisamente en la tierra natal del autor de la Teoría de los Sentimientos Morales y La Riqueza de las Naciones, donde hace algunos años se estableció un precio mínimo a la venta de Whisky. El argumento es que de esta manera se puede combatir al alcoholismo. En el país natal del padre del libre mercado no se han tomado tan en serio sus doctrinas y están actuando en consecuencia para evitar problemas de salud pública.

Lo que dictan los libros de texto de economía no necesariamente coincide con la realidad. En nombre del libre mercado se han cometido atrocidades como el cobro excesivo a millones de trabajadores por concepto de comisiones en sus fondos de pensiones, y lo peor de esto, es que la mayoría de los ahorradores desconoce los conceptos y los montos extraídos de sus cuentas. 

No puedo menos que aplaudir la sentencia de la suprema corte y hacer votos porque la regulación económica opere a favor de millones de trabajadores o consumidores y no que vele por los intereses de unos cuantos empresarios. Se trata del bienestar de millones de usuarios contra la riqueza de pocos.