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A debate la política pública
Uno de los mayores beneficios de las campañas electorales es que la sociedad en general hace una revisión muy puntual de cómo está su situación económica y social actual, cuáles son sus expectativas de desarrollo y cuáles de todas las propuestas de los candidatos le son más atractivas y convincentes para sus propósitos de vida. Son en estos momentos cuando se agudiza los sentimientos de satisfacción o insatisfacción de la gente en relación a las políticas públicas a las que están expuestos diariamente y es cuando se dan la mayor cantidad de discusiones en los grupos familiares y de amigos sobre los temas relacionados a la administración pública.
La comunidad en general tiene necesidades primarias que asocian con un tipo de gobierno como son la limpieza, el alumbrado público, los espacios de recreación, la seguridad, los pagos de impuestos y servicios municipales. Otros que algunas veces no saben exactamente a quien le corresponden o que se entrelazan con los diferentes niveles de gobierno como son la creación de empleos, los programas educativos, el cuidado del medio ambiente, el ordenamiento urbano, el transporte público, las obras de desarrollo y mantenimiento de vialidades y carreteras entre otras.
Y las políticas públicas de nivel federal que comparten la burocracia nacional, el Congreso de la Unión y los estados y que muchas veces los ciudadanos se les dificulta distinguir a quien le corresponden y a algunos candidatos de igual manera se les complica explicar su próximo ámbito de competencia y me refiero a la aprobación de presupuestos públicos y su impacto en la comunidad, las leyes de ingresos que regulan el cobro de impuestos federales y estatales y sus repercusiones con las tasas de intereses bancarias y el costo de los servicios públicos como las gasolinas, el gas, los productos de la canasta básica entre algunos más.
Por ello las campañas políticas se vienen a convertir en “cursos intensivos de capacitación gubernamental”, aun cuando la información es muy grande cada ciudadano toma la parte que más le interesa y se pone a preguntar o a investigar con mayor detalle algún dato adicional que le permita esclarecer sus dudas. Esta formación cívica fortalece a la democracia porque forma ciudadanos más enterados de lo que está sucediendo en su medio ambiente para poder distinguir quien está cumpliendo o incumpliendo su labor dentro del ámbito gubernamental.
Si el voto es un derecho individual, constitucional, privado e intransferible no deja de ser “un gusto” que el ciudadano se da para rechazar o aprobar una política pública. Y ese derecho se va formando y transformando durante el trayecto de una campaña para convertirse en una decisión personal que emite el día de la elección y que en ella están contenidos sentimientos de confianza, enojo, miedo, esperanza, afectos personales entre otros factores humanos que dan sentido a una expresión popular.
Por fortuna existen muchos elementos de consulta que permiten a los ciudadanos evaluar su situación política y económica en lo general. Las mismas instituciones del estado y las no-gubernamentales generan con mucha frecuencia estadísticas sobre niveles de violencia, pobreza, empleos, salud y de bienestar en general. Además el crecimiento en el acceso al internet de mayor parte de la población también genera que los análisis de la ciudadanía sea cada vez con mayor certeza.
Hoy tenemos a una sociedad más informada pero también con niveles de apatía de entre el 30 al 40% dependiendo de las regiones del país. El reto que se nos presenta a todos es que ante el vendaval de propuestas sobre política pública de los candidatos sepamos distinguir entre lo que es posible de acuerdo a su viabilidad técnica, financiera y de tiempos y lo que solo son promesas de campañas para ganarse el apoyo del electorado sin tener la menor responsabilidad por su seguro incumplimiento.
En ello reside nuestra responsabilidad ciudadana de preguntar, indagar hasta encontrar las razones verdaderas de una política pública exitosa para votar por preservarlas. De igual manera saber identificar lo que ha sido una falla constante en los diferentes niveles de la administración para poder cambiarlo en esta oportunidad que viene.
Y como la política también es percepción, también los medios de comunicación jugaran un papel muy importante en el “estado de ánimo” de los ciudadanos que hace aún más desafiante este reto que tenemos como mexicanos.
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