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2023, mejores augurios
2022 fue un año horroroso que solo dejó lamentos. No obstante, 2023 inició con tres buenos augurios: (I) la elección de la ministra Norma Piña, (II) la captura del "Chapito" y (III) la Cumbre de América del Norte.
Estos acontecimientos marcan una ruta promisoria para la administración federal, como para la oposición que, con la llegada de la ministra Piña, ve un signo de autonomía en el Poder Judicial de la Federación. Todos, proAMLO y antiAMLO, están de acuerdo en la elección de Norma Piña, por ser mujer, y por representar lo mejor de las mujeres. Su elección lleva a considerar la reforma pendiente del Poder Judicial.
Uno de los temas es la relación de la Suprema Corte con el Consejo de la Judicatura en el que sobresale la doble presidencia del CJF y de la SCJN. Aunque parezca una herejía la Constitución está equivocada. Si lo que se pretende es la independencia de los juzgadores y la autonomía del Poder Judicial, el asunto tendrá que revisarse.
Norma Piña es la presidenta de la SCJN y, por ello, es al mismo tiempo presidenta del CJF. Como lleva la representación de la SCJN, cuando acude al Consejo, carga sobre sus espaldas a la misma Corte. Debido a que el CJF está integrado mayoritariamente por funcionarios judiciales, no existe posibilidad de confrontación de ideas entre sus miembros. ¿Qué juez o magistrado se atrevería a cuestionar al presidente de la SCJN? Durante mi gestión en el CJF (1995-2000) lo único que presencié fue la genuflexión y reverencia de los consejeros judiciales a la menor indicación del presidente de la Corte. Jerarquía mataba justicia.
Un inconveniente aun mayor de la presidencia compartida es que el presidente de ambos órganos deber excusarse de conocer algún asunto en que ya hubiere expresado su criterio en alguno de los órganos que preside. El presidente no puede excusarse, pues el Consejo no puede funcionar sin presidente, ninguno de los demás consejeros puede asumir ese encargo. En el supuesto de tener que excusarse no estaría cumpliendo con su responsabilidad como ministro o consejero, según fuera el caso, o bien se da la hipótesis de externar un criterio ante el CJF diverso al expresado anteriormente ante la SCJN.
Además, la doble presidencia en una misma persona impide que la SCJN se desembarace de las tareas administrativas que son ajenas a su papel de tribunal constitucional. La República espera que el tribunal constitucional se dedique exclusivamente a eso, ser el juez de la Constitución. La morralla administrativa debería quedar acotada al órgano creado por la Constitución (CJF) para ello.
En un reciente artículo publicado por el Boletín de Derecho Comparado, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, Mauro Rivera llega a una conclusión esclarecedora: "Parece preferible que sea el propio Consejo de la Judicatura que escoja al presidente. Esta presidencia no tiene necesariamente que coincidir con el presidente de la Corte, tanto por razones técnicas como de carga administrativa. Incluso debemos replanteamos si debe el Presidente de la Suprema Corte pertenecer al CJF. La respuesta más probable es negativa."
De lo que se sabe de la presidenta Piña me parece que tiene la altura moral y técnica como para considerar este asunto. Los ministros presidentes anteriores desecharon la idea porque a final de cuentas nadie quiere cortarse un brazo, ni siquiera Álvaro Obregón con todo y cuya extremidad mereció un mausoleo.
La revisión podría ser un tema para la agenda de la 4T. Contrario a las propuestas de transformación, casi todas cosméticas, ésta no tiene mayor maquillaje, pero podría hacer que el país avance en sus anhelos de justicia. (Consejero fundador del Consejo de la Judicatura Federal)