“Voy a ir al espacio y voy a estar en la NASA”, dijo Katya Echazarreta desde que tenía siete años
La primer mexicana en viajar al espacio fue declarada “Huésped Distinguida” y recibió las llaves de la Ciudad de México de manos de la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum
CIUDAD DE MÉXICO
“A los siete años yo no dije ‘quiero ir’, sino ‘voy a ir al espacio y voy a estar en la NASA”, dijo la primer mexicana en viajar al espacio, Katya Echazarreta, antes de ser declarada “Huésped Distinguida” y recibir las llaves de la Ciudad de México de manos de la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum.
En el Palacio de la Escuela de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), después del motivador discurso de la ingeniera eléctrica, la morenista le dio el toque político al evento al preguntar a las niñas asistentes: “¿quién quiere ser científica?, ¿quién quiere ser jefa de gobierno? y ¿quién quiere ser presidenta de la República?”.
Después de acudir a Palacio Nacional para reunirse con el presidente Andrés Manuel López Obrador, la jalisciense de 27 años y nacionalizada estadunidense habló frente a decenas de niñas beneficiarias de la beca Leona Vicario -que el gobierno capitalino da a menores en situación vulnerable-, sobre su experiencia de ser parte de la tripulación de la misión New Shepard 21 de la empresa Blue Origin, propiedad de Jeff Bezos, el pasado 4 de junio.
Contó que a los siete años soñó que viajaba al espacio. “Cuando me desperté, dije ‘yo voy a ir al espacio y yo voy a estar en la NASA’. Yo no decía ‘yo quiero ir’, sino ‘voy a ir’, porque lo primero que tienes que hacer es creer en ti”, dijo.
A esa edad dejó su natal Guadalajara para emigrar con sus padres a Estados Unidos, sin hablar una palabra en inglés. Al entrar a la escuela, apenas pasó un año cuando ya leía en ese idioma. Al siguiente año ya lo escribía y al tercero ya lo dominaba.
Seguí estudiando, aprendiendo; si en la escuela no me enseñaban lo que quería, lo estudiaba por mi cuenta”, contó.
Pedía asesoría a los profesores para leer libros sobre el espacio, la electricidad y los primeros astronautas. Tomaba clases por internet “y me salía con mi pedazo de papel a ver los estrellas”.
Recordó que el camino no fue fácil porque no tenía dinero para entrar a la universidad que quería, pero buscó una beca y dos semanas antes de entrar, se la dieron.
“Estás ocupando el lugar de un hombre”
Como Katya quería construir naves espaciales, entró a estudiar Ingeniería Eléctrica. Y fue cuando comenzó a escuchar frases machistas:
“Me decían ‘no tienes ni la más mínima probabilidad de hacerlo’... Yo sentí que no me querían ahí, que no merecía estar ahí. Los maestros me decían que esas carreras no eran para mujeres, que estaba ocupando el lugar de un hombre que sí se lo merecía”.
Y entonces, se dirigió a las niñas:
Recuerden que las palabras más importantes son las que ustedes se dicen a sí mismas. Cuando te dicen que no es para ti, que no es para niña, tienes una opción: ¿vas a hacerles caso o no?”.
Siguió: “Lo importante es que, cuando quieres algo, debes seguir adelante, no va a ser de un día a otro, sino es pasito a pasito hasta llegar a la meta, pero llegarás. Claro que exiten los obstáculos, claro que es diíficil, pero lo vas a lograr”.
Echazarreta contó que cuando le dieron la noticia de que fue seleccionada para la misión, su sueño de niña pasó a ser una realidad. Y confesó: “Tenía muchísimo miedo, pero no porque tengamos miedo quiere decir que no lo vamos a hcer. El miedo es normal, es muy humano, nadie es perfecto... Por eso, ¡hazlo con miedo, está bien!”.
En la microgravedad
El relato de Katya tenía a la mayoría de los asistentes en completa atención, incluida Sheinbaum Pardo, quien en los actos suele tomar notas o revisar sus papeletas.
Entonces, la joven contó su experiencia del 4 de junio de 2022. “Ese día me sentía muy calmada, muy relajada, sentía que estaba lista 30 minutos antes de salir del planeta”, dijo.
Recordó que faltando dos minutos para despegar, la tripulación aún podía desertar, pero nadie lo hizo.
Quitado la escalera (de abordaje) ya no puedes hacer nada... Veíamos el reloj porque estabamos a tiempo de decir que no. Nos volteamos a ver todos y dijimos ‘¡nos vamos!’”.
La joven contó que durante el lanzamiento por las ventanas se veía todo anaranjado y luego: “Lo más bonito que recuerdo es ver cómo cambiaba de color el cielo, porque vas viendo azul y al subir un poquito más se ve un círculo, como si fuera un portal, como el cielo en la noche, un círculo oscuro azul arriba y alrededor el cielo claro. Y segundos después, ¡ya estás en el espacio!”.
Cuando la cápsula se separó del cohete, escuchó un sonido “bien fuerte, te avienta y de repente ¡ya no estás sentada en tu asiento, estás flotando!... Al estar en la microgravedad tu mente no sabe qué hacer con eso... Yo decía ‘mis ojos están funcionando perfectamente’, pero mi mente me decía que todo estaba al revés. Después me quité el cinturón y empecé a flotar y esa es una experiencia increíble”.
Lo más preciado de esa experiencia, dijo Katya, “fue lo que ví: el planeta que, primero que nada, es redondo porque ya lo vi (risas). Y es lo más bonito que he visto en toda mi vida. Yo pensaba que el cielo y la Luna eran lo más bonito, pero hoy les puedo decir que es lo más hermoso que un humano puede ver en su vida”.
En ese momento, se le olvidó que quería reconocimientos y una carrera exitosa. “Cuando estás en el espacio y ves al planeta Tierra, no piensas en un trabajo, en carros, en computadoras, piensas en las personas, en la humanidad, yo pensé en mis perritos, en los seres aquí en la Tierra”.
Por eso, después de esos largos 10 minutos en el espacio, ya con los pies en la Tierra, Katya decidió algo: “ser una persona que ayuda, que cambia las vidas de las personas, que inspira, que motiva a lograr todo lo que quieran hacer. Esa es mi nueva meta, a parte de ir otra vez al espacio, que es una meta personal”.
De nueva cuenta, la joven se dirigió a las niñas: “Ahora quiero dedicarme a ustedes, a ayudarlas a que lleguen a ser lo que quieren ser. Como mujeres somos muy fuertes, somos muy inteligentes, podemos hacer lo que queramos y yo quiero que todas, que cada una de ustedes sepa que puede llegar a donde quiera. Si quieren llegar al espacio pueden llegar al espacio, ¡claro que pueden! Así que, por favor, cada que piensen en algo que quieren hacer, no vayan a decir: ‘quiero esto’, van a decir:
yo voy a hacerlo’”.
“¿Quién quiere ser presidenta?”
Luego de los aplausos a Katya por su discurso inspirador, la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, dio el toque político al acto, al asegurar que su gobierno otorga becas a los niños de la CDMX con el objetivo de que “cumplan sus sueños como Katya Echazarreta”.
Les dijo que en ella y en las funcionarias de su gobierno “tienen siempre aliadas para poder salir adelante. Que nunca nadie les diga que no pueden hacer lo que ustedes quieren ser. (...) Que nadie les pare sus sueños, las mujeres podemos llegar a dónde queramos llegar”. Esa frase, la morenista la ha usado en actos de campaña para apoyar a candidatas a gobernadoras durante sus viajes a distintas entidades.
La aspirante presidencial cerró su discurso al aconsejar a las niñas “que nunca nadie les diga que no pueden hacer lo que ustedes quieren ser”. Y preguntó: “¿quién de que quiere viajar al espacio como Katya?, ¿quién de aquí quiere ser ingeniera?, ¿quién de aquí quiere ser doctora?.... ¿qué más? ¿científica?, ¿quién quiere ser matemática?, ¿quién quiere ser Jefa de Gobierno?, ¿quién quiere ser Presidenta de la República?”.