Eleva ONU su alerta por hambre en Haití, Sudán y el Sahel
Los expertos detectan o temen que se produzcan situaciones límite a nivel alimentario
La ONU ha actualizado este lunes su lista de puntos negros del hambre, a la que se incorporan Haití, Sudán y el Sahel, en un momento en el que los expertos internacionales temen no sólo las consecuencias de contextos de violencia y conflicto sino también de fenómenos meteorológicos como 'El Niño', que se prevé más frecuente este año.
A Afganistán, Nigeria, Somalia, Sudán del Sur y Yemen se añaden en el máximo nivel de preocupación Haití, marcado por la inestabilidad política y la violencia de las pandillas; Sudán, escenario de combates entre las principales facciones armadas desde mediados de abril; y Burkina Faso y Malí, dos países que reflejan los actuales desafíos del Sahel.
En todos ellos, los expertos detectan o temen que se produzcan situaciones límite a nivel alimentario, un abismo al que se asoman también República Democrática del Congo, República Centroafricana, Etiopía, Kenia, Pakistán y Birmania. La ONU también ha añadido como potencial foco de hambre a Líbano y Malaui, así como a toda Centroamérica --El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua--.
En el caso de Sudán, la ONU estima que más de un millón de personas huyan del país y otros 2,5 millones se conviertan en desplazados internos, lo que previsiblemente elevará el grado de necesidades tanto en territorio sudanés como en el de los países vecinos. Además, el informe avisa de que la inseguridad puede provocar una merma del flujo de la ayuda humanitaria y también cortes en las rutas de suministro, especialmente por las menores entrada y salidas desde Port Sudan.
EFECTOS DEL CLIMA Y DE LA ECONOMÍA
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Los meteorólogos anticipan que se avecina una temporada de 'El Niño' especialmente activa --aumentará con un 83 por ciento de probabilidad--, lo que se dejaría notar en contextos como el Corredor Seco de Centroamérica y alimenta el temor a fenómenos extremos en el Sahel y el Cuerno de África, todos ellos zonas que figuran entre los escenarios a tener en cuenta a juicio de la FAO y el PMA.
Al desafío climatológico se añaden otros de índole económica y que van desde los lastres aún pendientes de la pandemia de COVID-19 a las derivadas de la ofensiva militar rusa sobre Ucrania, que ha provocado por ejemplo una subida de precios en productos básicos. El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé un crecimiento del PIB global este año del 2,8 por ciento, la tasa más baja en una década.
El director general de la FAO, Qu Dongyu, ha abogado por adoptar nuevos enfoques, por ejemplo con intervenciones agrícolas que permitan ayudar a la población hambrienta desde la base, o invertir en reducción de riesgos frente a desastres, para "garantizar que nadie se queda atrás".
En este sentido, la directora ejecutiva del PMA, Cindy McCain, ha llamado a "actuar ya para salvar vidas", ya que de lo contrario "los resultados serán catastróficos". "No sólo hay más personas hambrientas en más lugares, sino que la gravedad es mayor que nunca", ha alertado.