Amenaza con deportaciones, si es elegido: Aurora, en la mira de Trump
Muchos migrantes llegaron a la población en busca de una vida mejor para sus familias; ahora se preguntan si éste es un buen lugar para criar a sus hijos
Octubre 28, 2024 -
AURORA, Colorado.- Al comenzar el séptimo grado en su primera escuela estadounidense, y con clases completamente en inglés, Alisson Ramírez se armó de valor ante el posible rechazo y los meses que se sentiría perdida.
“Tenía miedo de que la gente me preguntara cosas y no supiera cómo responder”, dice la adolescente venezolana, “Y me daría pena responder en español”.
Pero no sucedió lo que imaginaba. En agosto, en su primer día en las escuelas públicas en Aurora, en Colorado, muchos de sus maestros tradujeron el vocabulario importante de sus clases al español y entregaron instrucciones escritas en español. Algunos maestros, incluso, hicieron preguntas en español como “¿terminado?” o “¿preguntas?” Uno de ellos prometió aprender más español para apoyar mejor a Alisson.
“Eso me hizo sentir mejor”, menciona la adolescente de 13 años.
Fuera de las aulas, la historia es diferente. Mientras que el sistema escolar se esfuerza por dar cabida a más de 3.000 estudiantes nuevos, en su mayoría de Venezuela y Colombia, el gobierno de la ciudad ha adoptado el enfoque opuesto. El ayuntamiento ha intentado disuadir a los inmigrantes venezolanos de mudarse a Aurora al advertir que no gastará en ayudar a los recién llegados. Y los funcionarios planean investigar a las organizaciones sin fines de lucro que ayudaron a los inmigrantes a establecerse en este suburbio de Denver.
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Cuando el alcalde de Aurora difundió afirmaciones infundadas de que pandillas venezolanas se apoderaban de un complejo de apartamentos allí, el expresidente y actual candidato republicano Donald Trump amplificó las afirmaciones en sus mítines de campaña, y llamó a Aurora una “zona de guerra”. Los inmigrantes están “envenenando” las escuelas en Aurora y en otros lugares con enfermedades, ha dicho. “Ni siquiera hablan inglés”.
Trump ha prometido que Aurora, con una población de 400,000 habitantes, será uno de los primeros lugares en los que lance su programa para deportar inmigrantes, si es elegido.
Así es la vida de un recién llegado a Estados Unidos en 2024, cuna del “sueño americano” y de ideas contradictorias sobre quién puede alcanzarlo. Los migrantes que arriban a este país polarizado se sienten desconcertados por sus divisiones.
Muchos vinieron en busca de una vida mejor para sus familias. Ahora se preguntan si este es siquiera un buen lugar para criar a sus hijos.
Rumores dificultan más la vida para los inmigrantes en Aurora.
Por supuesto, a la familia de Alisson no siempre le queda claro que viven en una ciudad distinta llamada Aurora, con su propio gobierno y políticas que difieren de las de la vecina ciudad de Denver y de otros suburbios. Una cosa le ha parecido obvia a su madre, María Ángel Torres, de 43 años, mientras se traslada por Aurora y Denver en busca de empleo o cuando hace diligencias: si bien algunas organizaciones e iglesias quieren ayudar, algunas personas le tienen mucho miedo a ella y a su familia.
Ese temor se hizo evidente por primera vez en una visita de rutina a la tienda de comestibles en la primavera. Torres se encontraba en la fila con un cartón de leche y otros artículos y se acercó demasiado a la joven que tenía delante. La chica —una adolescente que hablaba español con acento estadounidense— le dijo a Torres que mantuviera su distancia.
“Fue tan humillante”, expresó Torres. “No me parezco una amenaza, pero la gente aquí actúa como si estuviera aterrorizada”.
Y cuando Mike Coffman, alcalde de Aurora, y luego Trump comenzaron a hablar sobre pandillas venezolanas que se apoderaban de un apartamento y de toda la ciudad de Aurora, Torres no entendió. Si bien no creía que las pandillas se hubieran “apoderado” de nada, le preocupaba que cualquier mala fama sobre los venezolanos la afectara a ella y a su familia.
Mantener alejada a la gente peligrosa es importante para Torres. La razón principal por la que su familia se fue de Venezuela fue para escapar de la anarquía y de la violencia. No querían que los siguieran hasta aquí.
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‘VACUNADOS’ CONTRA EL ‘ACOSO’
Además de Alisson, Torres tiene una hija mayor, Gabriela Ramírez, de 27 años. La pareja de Ramírez, Ronexi Bocaranda, de 37 años, era dueño de un camioneta de comida rápida que vendía “hot dogs” y hamburguesas en Venezuela. Bocaranda dice que los trabajadores del gobierno venezolano le pidieron un soborno —llamado “vacuna” en Venezuela, porque pagarlo garantiza protección contra el acoso. Les pagó el equivalente a 500 dólares —aproximadamente la mitad de sus ingresos semanales— para seguir con sus ventas.
La semana siguiente, cuando Bocaranda se negó a pagar, los trabajadores del gobierno lo apuñalaron en el bíceps; la cicatriz de 2,4 centímetros (1 pulgada) todavía es visible en su brazo izquierdo. Los hombres amenazaron con matar a Ramírez y a su hijo pequeño, ambos en el camión de comida ese día. Bocaranda vendió su negocio y la familia, incluidas Torres y Alisson, huyeron a Colombia.