La sonda DART choca contra Dimorfo para intentar desviarlo
La agencia espacial de EE UU recibe las últimas imágenes de la nave antes de que se estrellase para intentar desviar un asteroide
“¡Tenemos impacto!”. Los responsables de la misión espacial DART han recibido hoy con júbilo la pérdida de la señal emitida por la sonda. La nave ha logrado su objetivo de chocar de frente y a más de 20.000 kilómetros por hora contra el asteroide Dimorfo para intentar desviarlo. Esta es la primera misión espacial que intenta proteger a la Tierra de futuros asteroides que podrían borrar del mapa ciudades enteras.
Durante su última media hora de vida la cámara de DART ha fotografiado el asteroide Dimorfo una vez por segundo. Al principio era un diminuto punto de luz, pero las últimas imágenes antes del choque mostraban ya el cuerpo con un gran nivel de detalle, cubierto de rocas y sombras. Después se ha perdido la señal de la nave, lo que implica que se ha desintegrado cumpliendo su primer objetivo: acertar a darle a Dimorfo.
La observación
- Tres sistemas se encargan de registrar el experimento.
El impacto estaba previsto para la 1:14 del martes, hora peninsular española. La sonda ha estado navegando durante las últimas cuatro horas usando su sistema automático de guiado, que la dirigía a un choque frontal en el centro de Dimorfo, de 160 metros de diámetro. La colisión ha sucedido a unos 11 millones de kilómetros de la Tierra. El impacto se ha seguido casi en directo —la señal tarda 38 segundos en llegar— desde el centro de control del Instituto de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins, que ha desarrollado DART.
Hasta ahora se conocen más del 95% de todos los asteroides de más de un kilómetro de diámetro; capaces de causar una catástrofe planetaria similar a la que provocó la extinción de los dinosaurios hace 66 millones de años. En cambio solo se han descubierto el 40% de los cuerpos de 140 metros o más, capaces de generar una explosión similar a una bomba nuclear y de crear un cráter de impacto de dos kilómetros de diámetro. Hay miles de estos cuerpos cuya trayectoria podría cruzarse con la órbita terrestre que aún no han sido localizados.
La forma más factible de evitar un impacto de este tipo es usando una sonda como proyectil para desviar su curso. DART pretende convertirse en la primera misión espacial que modifica la trayectoria de un cuerpo celeste. Dimorfo es la luna del asteroide Dídimo, de 780 metros de diámetro. El satélite da una vuelta a su compañero cada 11,9 horas. DART pesa media tonelada, mientras su objetivo es millones de veces más masivo. El objetivo es que tras el impacto, la órbita de Dimorfo se acorte en unos minutos o, lo que es lo mismo, en unos 15 metros.
Una nutrida red de telescopios espaciales y terrestres observarán ambos asteroides antes, durante y después del impacto. Se espera que en las horas, días o semanas posteriores al choque puedan confirmar si Dimorfo se ha desviado y cuánto.
El único testigo cercano de la colisión de hoy ha sido LICIACube, un pequeño satélite desarrollado por la Agencia Espacial Italiana. Hace unos días este artefacto se separó de DART y le ha seguido a unos 1.000 kilómetros de distancia. El satélite lleva dos cámaras —que responden a las siglas LUKE y LEIA— que podrán captar la estela levantada por DART y el cráter que haya abierto en Dimorfo.
El éxito de DART es solo el primer paso hacia un futuro sistema de protección planetaria. La idea es que todos los datos recabados por la sonda suicida durante su aproximación, por LICIACube y por todos los observatorios astronómicos que colaboran con la misión sirvan para perfeccionar los modelos de impacto. Una parte fundamental de este proceso la aportará la futura misión Hera de la Agencia Espacial Europea, que despegará en 2024 y llegará al sistema Dimorfo-Dídimo dos años después. Será la primera que pueda medir con gran precisión la masa, composición y estructura interna de estos dos asteroides y realizará una detallada reconstrucción tridimensional del cráter dejado por DART. El siguiente paso sería tener ya un modelo fiable capaz de determinar qué tipo de sonda podría desviar un futuro asteroide amenazante en función de su tamaño y su masa y el tiempo disponible antes de que choque contra la Tierra.