buscar noticiasbuscar noticias

Me gusta vivir entre culturas.- Brian Nissen

Brian Nissen camina por una galería poblada por animales que bien podrían ser fantásticos; o más bien, que ya lo son por haber pasado por el filtro de su mente artística

CIUDAD DE MÉXICO

Me gusta vivir entre culturas.- Brian Nissen

Se trata de la primera exposición en la Ciudad de México en la que Nissen, un baluarte del arte de este país -pues ha vivido aquí más tiempo que en su natal Londres-, expone su serie casi completa, de 70 esculturas, a partir de las formas intrigantes del cangrejo herradura, una de sus fascinaciones. "La primera vez que vi uno dije: 'bueno, esto tiene que ser algo fantástico'", explica en entrevista. "Tiene una apariencia muy, muy, curiosa; hasta temible". En el trabajo del escultor para interpretar ese fósil viviente, antiguo y digno, con forma de cacerola -o "casco militar", dice Nissen-, está cifrado el proceso artístico del autor. "Yo, desde niño, aunque ya sabía muy bien que quería ser artista, me interesaba mucho la biología y la historia natural. Y hasta la fecha", declara.

"Me fascina todo lo que representa la naturaleza, cómo se construye, cómo se desarrolla; es una cosa que siempre me ha fascinado". Pintor, escultor y grabador, Nissen es también autor de otras series memorables, como Atlántida, Chinampas, Cacaxtla y Mariposa de obsidiana -esta última, a partir del poema en prosa de Octavio Paz-, en las que aborda sus sujetos con una mirada que mucho tiene que ver con su arribo a México en 1963. A la fecha, cuando declara la influencia que el pensamiento de las culturas prehispánicas ha tenido en su obra, siempre lo hace con una aclaración.

"Me puse a estudiar y empaparme de las culturas antiguas de México, y cuando digo que tuvo mucha influencia en mi obra, la gente me dice: '¿dónde? No lo veo', pero no es que yo estuviera copiando formas prehispánicas; me influyó mucho en el sentido de que yo había llegado a México con una idea estética del arte, una idea preponderante de la estética del arte y mi acercamiento al arte prehispánico me dio a entender un poco acerca de qué es el objeto del arte", declara. "Cuando yo veo a los prehispánicos, la idea del objeto mágico, el objeto ritual que opera sobre el espectador, esta idea, hasta hoy día, pienso que el objeto de arte es un objeto que el artista dota con poderes de comunicar y operar sobre el espectador". Esta idea es clara cuando se recorre Límulus.

Fósil viviente, que estará hasta el 28 de noviembre en la galería del Seminario de Cultura Mexicana (Presidente Masaryk 526), donde la exploración de décadas que Nissen ha hecho sobre el cangrejo herradura dota al animal, ciertamente, de cualidades fantásticas. Nacido en 1939, en el año que estalló la Segunda Guerra Mundial, conflicto que marcó su infancia, Nissen estudió en la Escuela de Artes Gráficas de Londres siguiendo la vocación que lo ha acompañado siempre. Escéptico de la enseñanza académica de las artes, no tardó mucho en poder subsistir de su trabajo. "Siempre he tenido muy buena mano para el dibujo y, en esa época, de 18, de 19 años, para sobrevivir ilustraba portadas de libros y luego, en mi mente, dibujar modelos llevando prendas, era como dibujo natural, digamos. "Me fue muy bien, la verdad que me fue bien, y trabajaba para casas de moda en toda Europa, pero ya cuando llegué a los 21 años, lo dejé porque quería hacer otra cosa, quería pintar, quería mover mi talento en otra dirección", relata. Así fue como tomó la decisión de mudarse a Francia, para enrolarse en la Escuela de Bellas Artes de París, ciudad donde, de manera insospechada, se haría con un libro que marcaría su destino: Bajo el volcán, la novela de Malcolm Lowry situada en Cuernavaca. "Abandoné todo esto, me fui a París, en donde empecé a pintar y, cuando estuve en París, me encontré el libro de Lowry y, como yo me había propuesto ir a buscar un lugar para asentarme tres, cuatro, años, desarrollar mi actividad en la pintura, pensaba: 'Bueno, ése suena como muy buen lugar para ir'", cuenta.

"No sabía nada de México. Yo llegué aquí, en el año 63, sin conocer a nadie, sin hablar palabra de español, pero me quedé, y me iba quedando y me iba quedando, iba aprendiendo muchas cosas de México, me fascinaba, una cultura muy distinta a la mía". Los tres o cuatro años iniciales terminaron por convertirse en 17, tiempo en el que Nissen se volvió una figura central de la bulliciosa escena artística de la época, con otros creadores como Manuel Felguérez, Vicente Rojo, Alberto Gironella y Juan José Gurrola. También, desde luego, de la mano de la legendaria galerista Montse Pecanins, su pareja, quien falleció apenas el pasado 21 de octubre, semanas después de esta entrevista. "Siendo artista, la verdad, vaya a donde vaya en el mundo, se conecta uno con los artistas, porque en el mundo somos un poco como una tribu que nos entendemos", explica. Esto, en el caso de Nissen, es más cierto que con muchos artistas, pues, aunque ya reside de nuevo principalmente en México, ha vivido años en Nueva York y Barcelona, donde todavía mantiene estudios de manera constante. "Yo soy de un temperamento que me gusta vivir entre culturas.

No es una cosa para todos, pero a mí me ha sido muy provechoso y lo veo en el sentido de que yo creo que, para conocer a fondo su propio idioma, se precisa hablar otro, para poder tener una perspectiva y para tener algo para compararlo", reflexiona. Artista cuya obra tiene un lugar certero en las colecciones institucionales y privadas de arte moderno, Nissen es también autor de piezas en el espacio público, como Manantial, en Paseo de la Reforma; Katún, en la UAM Azcapotzalco, y Cascada, en Chihuahua.

"Trabajo con muchos medios, me gusta cambiar de un medio a otro y yo siempre he pensado que, en el lenguaje del artista, obviamente, está la composición, el color, la línea, la textura, pero otro que también es tan importante es la escala", pondera. "Entonces, cuando hay la oportunidad de trabajar en gran escala, es un goce tremendo, porque hay que tomar en cuenta otros factores cuando uno está haciendo la pieza, de dónde la va a ver el espectador, la relación de la pieza con el espectador, entonces es para mí un deleite poder trabajar en escala grande". Aunque su serie de cangrejos herradura, vueltos objetos mágicos por el poder de su mente artística, se exhibe por primera vez junta en la capital, Nissen ya piensa en otra cosa. "La verdad, la exposición que más me interesa es la que voy a hacer. Es verdad", explica. "Lo que uno ha hecho, pues ya está hecho, y el interés siempre está enfocado en abrir nuevos caminos, explorar nuevas formas y eso lo excita y motiva a uno". Incansable, Brian Nissen sigue dotando de cualidades mágicas a los objetos con la destreza de sus manos.

En recuerdo de Montse "Montse y yo vivimos 55 años juntos, una vida plena entre México, Nueva York y Barcelona. En cada ciudad disfrutamos amigos cercanos y muy queridos. Los dos somos intransigentes y decididos a nuestra manera: discutimos y nos reconciliamos, y después de tantos años siempre nos adoramos y somos los mejores amigos. Montse, dotada de un carácter fuerte, sin rodeos, divertida y dueña de una personalidad seductora y magnética, su conversación siempre animada, cálida e ingeniosa, salpicada de dichos populares y aforismos inventados. Encarnación de empatía y exuberancia, tiene una manera irresistible con la gente y una camaradería y simpatía especial que las deja encantadas: incluso cuando se involucra en una discusión acalorada, nunca ofende, inevitablemente terminan con una gran sonrisa de ambos". Brian Nissen



DEJA TU COMENTARIO
PUBLICIDAD

PUBLICIDAD