Los otros relatos detrás de los 200 años de independencia de México
El presidente de México conmemora 200 años desde que se firmó el acta de independencia, un día cuyo simbolismo ha sido cuestionado por políticos e historiadores
Este lunes el presidente Andrés Manuel López Obrador celebrará 200 años desde lo que se conoce en México como la consumación de la independencia, el 28 de septiembre de 1821. Se trata de uno de los 15 eventos que la presidencia organizó este año para conmemorar cinco siglos de la caída de México-Tenochtitlan, y dos siglos desde la independencia, que para el presidente este último evento correspondería a la Primera Transformación– y su elección, la cuarta.
Para celebrar la fecha, el Banco de México ha decidido dibujar una nueva imagen en billetes de 20 pesos: un famoso cuadro anónimo del siglo XIX que imagina la llegada de aquel ejército a la hoy capital, titulado Solemne y pacífica entrada del Ejército de las Tres Garantías a la ciudad de México. En este se ve a Iturbide en el centro y a caballo, rodeado de banderas mexicanas, pero también muchos políticos, líderes religiosos, o militares como Guerrero. No es una foto del momento, sino una versión gloriosa del evento. Y, además, de la centralidad de Iturbide para la consumación, una versión de muchas interpretaciones que se han construido en México sobre lo que ocurrió en 1821 pero que ha sido puesta en duda.
“Lo que sucede con ese periódo de la historia es que casi siempre se ha puesto la atención en Iturbide, ya sea para decir que es héroe o que es villano”, explica a El PAÍS el historiador de la UNAM Alfredo Ávila. “Hay que quitarle a Iturbide este protagonismo, dejar de verlo como quien hizo todo, porque estaban todos los comandantes virreinales, realistas, e insurgentes”, como bien muestra el cuadro con todos los que rodean al coronel. Sin embargo Iturbide, explica Ávila, fue el primero que logró escribirse a sí mismo en el centro de esta narración. “Iturbide hizo mucho para que nosotros siguiéramos ese relato: para empezar, decidió entrar el 27 de septiembre a la ciudad, que era el día de su cumpleaños”, cuenta.
Las tropas españolas que dominaban Ciudad de México en realidad se estaban ya retirando desde principios de septiembre, reconociendo su derrota, pero Iturbide decidió esperar a su cumpleaños para entrar a la ciudad como una forma de “auto-protagonismo”. Años después escribió sus memorias y, explica Ávila, “ahí por supuesto dice que él consiguió el Plan de Iguala, que él consiguió la independencia, y esta fue una de las fuentes de la que vivieron los historiadores durante muchos años”.
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Uno de los historiadores que ha analizado la forma en la que se ha recordado este año de la independencia es Rodrigo Moreno Gutiérrez, también de la UNAM. “Estaba esa versión de Iturbide como una gesta épica en la que él es un actor protagónico, y luego la de otros autores como Vicente Rocafuerte, Guayaquileño, que en 1822 escribe desde el exilio como opositor para ver que [el de Iturbide] es un movimiento traidor a la libertad y lo que debió haber ocurrido fue el establecimiento de una república”, explica Moreno a EL PAÍS.
Al llegar al poder, Iturbide estableció una monarquía constitucional, de la cuál fue brevemente emperador, hasta que sus opositores lograron establecer la república en 1924 e Iturbide salió al exilio. Desde esa otra visión, lo que ocurrió en 1821 fue algo contrarrevolucionario, anti-liberal, y no habría ‘consumación’ de la independencia hasta que se acabara con el poder de Iturbide.
“Esta visión de que hubo una traición a la independencia tuvo mucha vigencia en los debates de los años de 1970's, cuando se estaba discutiendo el papel de Guerrero como libertador, y se trataba de recuperar la figura de resistencia de la insurgencia de la época”, explica Moreno. Iturbide, al final, no fue un insurgente como Guerrero, sino un hombre que muchos años combatió del lado opuesto. “En esa medida hubo discursos historiográficos que intentaban establecer que la independencia no había triunfado sino hasta que se estableció la república federal en 1824?, añade Moreno. Además, dentro de las complicaciones que tiene reconocer a 1821 como consumación, explica el profesor, es que asume que hubo un inicio de esa independencia con el insurgente cura Hidalgo de 1810, a pesar de que Iturbide se distanciaba de los rebeldes y de sus objetivos.
El presidente Andrés Manuel López Obrador ha organizado los 15 eventos del año más a favor de esa última interpretación a favor de los insurgentes que de la entrada de Iturbide en 1821. El primer de los 15 eventos, en febrero ,comenzaba alabando las virtudes de Vicente Guerrero; su último será conmemorando, el 30 de septiembre, al guerrero José María Morelos y Pavón.
“Pero no me parece que la discusión tenga que agotarse en falsos debates de Guerrero contra Iturbide”, dice Moreno sobre la conmemoración de 1821. “Ya no es tiempo de incorporar nuevos padres de la patria, no necesitamos más papás de la patria, de verdad”, añade. “Procesos de esa magnitud se deben recuperar desde un punto de vista más colectivo, más conflictivo, menos progresivo, y más genuinamente histórico”.
En los debates más recientes ha habido un esfuerzo para recuperar otras esquinas de este proceso de independencia, como las de los rebeldes de provincias que vivieron de forma independiente antes de 1821, o desde el punto de vista de los pueblos indígenas. “Para los indios [la consumación] puede ser el 12 de febrero de 1822, el día en que se promulgó el Plan de Fondos Municipales de los Pueblos que extinguió las últimas cargas que pesaban sobre los tributarios desde el siglo XVI”, escribió recientemente la historiadora Martha Terán en un artículo de la revista Nexos. La fecha de 1821, entonces, no fue la consumación de independencia para todos. Ni siquiera para España, que no reconoció la independencia de su antigua colonia sino hasta 1836.
“La gente de esa época no nació con un sentimiento nacional, sino que esa identidad se va transformando, y a mi lo que me parece importante entender de 1821 son esas transformaciones”, dice a El PAÍS Andrea Rodríguez Tapia, doctora en historia del Colegio de México. Rodríguez ha estudiado cómo entre los llamados realistas que se opusieron a la independencia había americanos que defendían el status quo “pues ellos todavía no conciben esto como una lucha como dos naciones, porque saben que no había estas dos naciones”. Esa ya no es una historia de héroes nacionales y villanos extranjeros, sino de personas que muy lentamente logran cuestionar las formas de gobernarse sin tener claro a qué se están lanzando.
Hubo otros procesos históricos que le quitan protagonismo a los héroes de la patria y le dan más relevancia a lo que ocurría fuera de México para entender la consumación de la independencia: la guerra en España entre liberales y el absolutismo de Fernando VII; o los previos procesos de independencia en Buenos Aires, Perú o Colombia. “Se nos olvida que en realidad todos estos líderes, vivían en un mundo que estaba interconectado, tenían referentes, circulaban las noticias, circulaba la prensa”, dice Rodríguez. ¿Habrían podido ser héroes Iturbide o Guerrero sin la guerra que debilitó a España o sin las independencias del sur del continente?
“El enfoque del discurso del presidente sobre los 200 años seguramente también responderá al contexto en el que estamos, porque ninguna interpretación es ajena a su propia realidad”, dice la historiadora . “En ese sentido, la interpretación que mostrará Andrés Manuel López Obrador nos hablará más de este presente, y de su administración, y los historiadores del futuro lo verán así. Cada narración, cada relato que hacemos dejamos, es una parte de nosotros”.